Curro, el guardia civil jubilado que dejó su vida en Cádiz para ser voluntario en La Palma

La vida de Curro cambió el día que sintió la necesidad de ayudar en La Palma tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja. Ni el miedo ni la edad consiguieron parar su objetivo: ayudar a los palmeros a recuperar su isla

Curro, el guardia civil jubilado que dejó su vida en Cádiz para ser voluntario en La Palma. En la imagen, Francisco García Martínez en Segunda Aguada.

Francisco García Martínez —Curro, como lo llaman sus amigos y familiares—, es un guardia civil retirado de la profesión pero no de las ganas y la actitud que el oficio le enseñó. Curro, natural de Villamartín, lleva desde el año 62 viviendo en Cádiz, como él dice, “soy un gaditano más”. Su carrera, como la de tantos otros guardias, ha estado marcada por el trabajo y la vida entre varios destinos. De hecho, estuvo destinado por un tiempo en el norte de la isla de La Palma y tiene un hijo de 42 años en Las Palmas. “A las islas se les coge cariño, me siento uno más cuando estoy allí”, confiesa Curro. 

Una mezcla de un cariño enorme por esta región sumado a las ganas de ayudar, llevaron a Curro a tomar la decisión de irse como voluntario a La Palma tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja. Su vida ahora transcurre con la tranquilidad que da la etapa de jubilación: paseos por la playa, sesiones dos veces a la semana en el gimnasio y trabajo como vocal en la asociación de vecinos Segunda Aguada, pero cuando Curro comenzó a ver el desastre que estaba provocando el volcán en esta isla tan querida para él, lo tuvo claro: tenía que irse a aportar su granito de arena. En esta experiencia ha estado acompañado de voluntarios italianos, franceses, húngaros, mexicanos y, por supuesto, de isleños. Una ola de ayuda que los palmeros han acogido con mucha gratitud. 

"Esto ha sido muy bonito para mi persona pero también para la Guardia Civil"

“Me gusta mucho aquella tierra y viendo lo que estaba pasando me dije: yo voy allí a ayudar como sea”. A pesar de sus 71 años se encontraba fuerte así que se sumó sin pensarlo a esta campaña de solidaridad. “Cogí el teléfono y me dijeron que hacía falta gente en Los Llanos de Aridane”. 

El siguiente paso fue buscar alojamiento, una gestión algo más complicada porque estaba todo ocupado, pero finalmente consiguió un apartamento donde estaban alojados muchos periodistas. “Empecé a preparar el viaje y al principio no dije nada porque podía dar un buen susto a mi familia”. Así que Curro dejó todo preparado, incluido los papeles de la funeraria y los recibos organizados, y no fue hasta el día de antes que comunicó la decisión a sus hermanos. “¡Tú estás loco!”, le llegaron a decir, pero la decisión estaba tomada y se marchaba con todas las consecuencias. 

Curro ante el castillo de Puntales y batería de la Segunda Aguada (Frente defensivo de la Bahía).   GERMÁN MESA

El día 7 de noviembre empezó su aventura solidaria en La Palma: “Quedé con el concejal frente a la parada de la guagua. Me dieron cepillo, guantes, colirio… Hay que hacer un monumento a Los Lanos porque hay criaturas que han perdido todo: locales comerciales, casas, plataneras… pero el Ayuntamiento ha estado ahí en todo momento ayudando y dando comida”. 

Los temblores se sentían durante todo el día y Curro reconoce que pasó miedo, sobre todo por las noches, cuando se percibe todo mucho más y las impactantes coladas cobraban mayor visibilidad: “Yo veía que los palmeros vivían con el volcán, no se hablaba de él teniéndolo a 3 kilómetros”, explica. También recuerda estar viendo Amar en tiempos revueltos y no parar de sentir temblores o dormir con los pies por fuera de la cama por si tenía que salir corriendo. “Un día estaba leyendo un libro de poesía y el temblor separó dos camas por lo menos un metro, da mucha impresión”, explica este exguardia civil a lavozdelsur.es 

"Ha sido una forma de darle otro sentido a la vida"

Va a ser una experiencia que no voy a olvidar nunca”, relata Curro. Según cuenta, los palmeros han estado muy agradecidos en todo momento, “¡y más cuando se enteraban que venía de Cádiz!”, cuenta el exguardia civil. “Los palmeros se han sentido acogidos por tanta gente que ha ido a ayudar”.

Hace ya un mes que regresó pero Curro aún se siente desbordado por esta experiencia: “Traigo una alegría y una cosa interior que no puedo descifrar “, explica emocionado. “Esta acción es buena para mí y para el cuerpo de la Guardia Civil”, añade. “Los compañeros del cuartel se asombraban conmigo. Un día estuvo el director y reconoció nuestra labor”, explica. "Esto ha sido muy bonito para mi persona pero también para la Guardia Civil. El carácter de la Benemérita es ayudar a las personas. Los compañeros me han dicho que hemos puesto al Cuerpo en lo más alto”

Curro se siente plenamente orgulloso con este servicio de ayuda y solidaridad, aunque nunca llegó a imaginar la expectación que ha suscitado. “Esto ha sido para mí un revulsivo, una experiencia inolvidable, una forma de darle otro interés a la vida”, conluye este voluntario gaditano relatando su experiencia en La Palma. 

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