La periodista Esperanza Torres lleva años presentando informativos y programas como Los Reporteros, una de las habituales en la información de la cadena pública. Pero este verano no está siendo como el de otros años. Porque ha sufrido la picadura de una araña parda, conocida como araña violinista o araña reclusa marrón. Es la especie que picó a un turista británico que ha perdido dos dedos de la mano en Baleares, una especie que procede de Norte América pero que se ha instalado en nuestro país.
"No sé si sabéis cómo es la picadura, o mejor, mordedura, de la araña parda. No es un chiste. Llevo 42 días sufriendo las consecuencias de esta tontería que me ha tenido muy preocupada y de la que sólo he ido teniendo referencias sueltas. Aviso: las fotos no son bonitas pero espero ayudar", ha señalado en sus redes.
"El 2 de julio sentí un picotazo muy fuerte. Estaba en el hospital acompañando a mi hijo y no vi qué me pudo picar, pero el dolor era intenso, como el de una avispa. Pedí alcohol por si aliviaba el escozor pero nada. En el lugar vi que se hinchaba un poco pero no le di importancia. Al día siguiente, amanecí con una reacción alérgica por todo el cuerpo, la cara hinchada y en lugar de la picadura una inflamación de más de una cuarta. En urgencias: urbason y polaramine. La suerte es que la doctora detectó rápidamente que había sido una araña parda".
"Efectivamente", prosigue, "reconocí a la araña porque la había visto en casa la noche anterior. Jamás pensé que buscaría en Internet durante tantos días referencias sobre ella. El veneno es potente, provoca necrosis, a veces complicaciones muy graves, me recordó que hubo varios casos en Sevilla", indicaba. "Sin poder pedir cita con mi médico de familia (imposible -aunque esto daría para otro hilo-) volví a urgencias tres días más tarde. El dolor, la picazón, la infección iba a más. Necesité antibióticos (dos cajas completas) y corticoides (una más) No soportaba el roce de nada".
En esas, "la celulitis (así se llama la inflamación que provoca la infección) tenía un diámetro de 15-18 centímetros. Sólo el frío consolaba el desconsuelo de la zona afectada. Paracetamol para dolor, ibuprofeno cuando terminé con corticoides. El aspecto cada vez más feo". "Hay necrosis", comprobó "15 días después".
Para entonces, "mi preocupación era controlar la infección. Volví a urgencias y me dijeron que no haría falta abrir pero que habría que vigilar. ¿Cuánto tiempo? Pues ahí estamos. Busqué casos similares al mío, no sólo los que aparecen en los medios. Cómo cambia la herida, si hay mayor riesgo... nada", lamenta. "Pues paciencia, me dije. No hay otra. De vacaciones en Berlín sin embargo tuve que volver al médico porque la herida empezó a supurar. De nuevo, el miedo a la infección. El médico reconoció no haber visto nunca una picadura de araña parda y me envió al cirujano. 25 días después" de la mordedura.
El cirujano alemán tampoco había visto nada igual. "Vive usted en un país muy peligroso", le dijo "con cierta ironía. Y no, no se refería a la política. Pero me tranquilizó. La infección está controlada pero la necrosis es irreversible. Quizás haya que retirar la zona muerta".
Desde entonces, "han pasado 42 días desde que la araña parda se cruzó conmigo y no hay día que no la nombre. No me he convertido en spiderwoman y sigo sin que me pueda rozar casi nada, pero va mejorando. Aunque aún no sé cómo acabará todo. Si has pasado por lo mismo cuéntame. Espero que ayude a alguien", remacha.
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