Andy y Lucas: ¿el escándalo como estrategia?

El dúo gaditano vuelve a ser noticia por meterse en charcos que le proporcionan un espacio mediático que antes no tenían

Andy y Lucas, durante la grabación de un videoclip.

Desde que en 2003 decidieran grabar su primer álbum, Andrés Morales y Lucas González, dos gaditanos cosecha del 82 que se conocieron en el colegio, sus temas comenzaron a sonar en todas las radios del país, empezaron a llenar conciertos y a contar a sus fans por cientos, miles, ¿millones? Su mezcla de pop y algo parecido al flamenco llegó a todos los rincones de país durante una etapa en la que vendieron un millón de discos y lideraron listas de éxitos en España, pero también en Latinoamérica. Pero aquellos tiempos parece que quedan lejanos y ahora se “conforman” con llenar conciertos en ferias, fiestas y celebraciones más modestas.

Con 16 años de carrera a sus espaldas y el surgimiento de nuevos grupos que han tomado el relevo en el corazón de los adolescentes, Andy y Lucas está siendo noticia recientemente por sus salidas de tono. ¿Forma parte de una estrategia premeditada? ¿El escándalo como forma de volver a generar ruido mediático? “Lo único peor a que hablen mal de ti es que no hablen de ti", dejó dicho Oscar Wilde. Puede que vayan por ahí los tiros. O no.

Lo cierto es que la salida de tono en el concierto celebrado en la localidad granadina de Órgiva —“un pueblo como este no merece tener a la concejal de fiestas que tenéis; va ciega perdida; no merecéis a esta mamarracha”— les ha vuelto a poner en el foco mediático del que salieron hace tiempo por méritos propios. Los motivos no fueron otros que el hecho de no poder contar con baños privados en lugar de compartirlos con el público, como hicieron otros artistas que pasaron antes por el municipio. “Fui torpe, llevo muchos en esto, eso no se puede decir en un escenario porque la educación y los ideales que me han dado mis padres no son esos”, se disculpa Lucas, unos días después del suceso, que puede que incluso acabe en los tribunales.

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Unas semanas antes, fueron noticia y treding topic —tema más comentado— en redes sociales como Twitter, donde muchos usuarios criticaron que el dúo gaditano enseñara una camiseta con fotos de jóvenes asesinados, secuestrados o desaparecidos, entre ellos Gabriel Cruz El Pescaíto, algo que no sentó nada bien a la madre del pequeño, que se lo recriminó al grupo. Lucas respondió con un vídeo en el que aseguró que no eran “ni de derechas ni de izquierdas” porque “vivimos de los ayuntamientos”, mostrando con una naturalidad asombrosa por dónde se mueve la industria cultural, al menos para grupos de este tipo, con mensajes inocuos. De hecho, por el concierto de Órgiva cobraron 15.000 euros.

¿La polémica como estrategia? Puede ser. Aunque tampoco hay que descartar que todo sea fruto de la naturalidad —y la inconsciencia— de un dúo que lucha por mantenerse en el circuito musical que tanto ha cambiado desde su primigenio Son de amores. En cualquier caso, los últimos hechos muestran la decadencia de un grupo que, si bien enganchó a sus fans durante sus inicios, parece que no ha sabido adaptarse a los tiempos, ni ha sabido tocar con la sensibilidad que merece temas sociales como las desapariciones de menores. Esperemos que hayan aprendido la lección.

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