Alzar la voz en un mundo de hombres: así es ser mujer en una cooperativa agrícola en Cádiz

Estas son las experiencias de varias mujeres que forman parte de los consejos rectores de distintas cooperativas, el relato de cómo se han ido abriendo camino y el futuro que auguran para el sector

Concepción Cruces y Caridad Miranda en una parte del Museo del Moscatel, de la Cooperativa Católico Agrícola de Chipiona, donde se ejemplifica la visión tradicional del hombre en el campo y la mujer en la casa.
Concepción Cruces y Caridad Miranda en una parte del Museo del Moscatel, de la Cooperativa Católico Agrícola de Chipiona, donde se ejemplifica la visión tradicional del hombre en el campo y la mujer en la casa. JUAN CARLOS TORO

El campo ha sido tradicionalmente un mundo masculinizado. Pese a que muchas de las tareas las desempeñan habitualmente mujeres, la voz mayoritaria que se ha alzado del mundo cooperativista y que ha llegado a los espacios donde se toman las decisiones ha sido masculina. La reclusión de las mujeres al ámbito privado durante generaciones ha influido en gran medida. Los espacios de poder han sido ocupados por hombres, en casi todos los ámbitos y también en el sector del campo.

Pero una generación de mujeres cooperativistas intenta dar la vuelta poco a poco a esta realidad. Francisca Álvarez es presidenta de la Sociedad Cooperativa Agrícola Andaluza Europeos, en Alcalá del Valle. Fue la primera mujer en formar parte de su consejo rector, primero como tesorera y posteriormente como vicepresidenta, hasta llegar a la presidencia. "Empezamos a ver que la cooperativa podía funcionar de otra manera. El consejo era mayor, no avanzábamos, y queríamos darle otro enfoque más juvenil, otras ideas, otro empuje", explica. Ser mujer, y especialmente ser una mujer con voz y poder de decisión, en un mundo tan "de hombres" no ha sido fácil. "A día de hoy, después de cinco años como presidenta, tengo que estar demostrando que estoy capacitada y que hago bien mi trabajo", relata.

Francisca es además socia fundadora de la Asociación de Mujeres de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía (Amcae), que nació en 2018. Desde Amcae, apuntan que el cambio ha sido decisivo aproximadamente en los últimos diez años; un cambio que también ha experimentado el grueso de la sociedad gracias a los avances del feminismo.

Francisca Álvarez, presidenta de la SCA Europeos de Alcalá del Valle.
Francisca Álvarez, presidenta de la SCA Europeos de Alcalá del Valle.

 En 2010, se hizo un estudio a nivel nacional de participación de las mujeres en las cooperativas agrarias, y el dato de participación de las socias en los consejos rectores fue de alrededor de un 5% (4,70% en las cooperativas de primer grado y 5,74% en las de segundo grado). En 2022, año al que pertenecen los últimos datos completos que manejan desde Amcae, el porcentaje era del 7%. Una variación que puede parecer mínima, pero que detrás esconde mucho esfuerzo y trabajo por empoderar a las mujeres para fomentar su presencia en los órganos de gestión del mundo agrario. Esperan que el crecimiento sea exponencial y que el cambio sea más notable a medida que vayan pasando los años.

"En estos últimos años es cuando más cambios estamos viendo en el mundo del cooperativismo", apunta Amparo Martín, secretaria de Amcae Andalucía y técnica de Igualdad de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía. Fue a partir de 2010 y de ese estudio, cuenta, cuando, al ver la situación, comenzaron a trabajar en esa línea desde esta federación de cooperativas.

Ambas entidades trabajan conjuntamente y proporcionan formación a las mujeres para que den el paso a los consejos rectores de sus cooperativas. También imparten formaciones técnicas para que tengan un mayor conocimiento de su explotación y que así se sientan más seguras a la hora de participar en las asambleas o en los órganos de gestión. 

Las mujeres en la casa y los hombres en el campo: una realidad que todavía colea

Concepción Cruces fue la primera mujer que entró en el consejo rector de una cooperativa en el Marco de Jerez, en concreto en la Cooperativa Católico Agrícola de Chipiona. Permaneció en él durante ocho años, y no descarta volver a presentarse en otra ocasión. Cuenta que "el mundo de la viña es muy machista", y que no fue fácil cuando ella asumió el cargo. "No estaban acostumbrados a ver a una mujer en la directiva", y ha tenido que demostrar "que sirve", más de lo que hubiera tenido que demostrar un hombre. 

Sin embargo, sí explica que ha habido un cambio en los últimos años y que cada vez hay más mujeres en puestos relevantes, aunque "vamos a pasos muy lentos". Para ella, que pertenece también a la Asociación de Mujeres Progresistas de Chipiona y que lidera un programa de radio, la igualdad es todavía "una utopía".

Recuerda que antes, cuando los matrimonios trabajaban juntos el campo, solo se pagaba el seguro del hombre. Mientras, las mujeres hacían las tareas más invisibilizadas: el sostén de la casa, del hogar. "Hay muchísimas mujeres que han trabajado toda su vida y ahora no tienen jubilación; y se habla mucho de la igualdad, pero luego los que tienen que implantar medidas reales no lo hacen", señala.

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Concepción Cruces en el Museo del Moscatel de Chipiona.   JUAN CARLOS TORO

Así lo expresa también Francisca: "Mi abuela siempre ha estado en el campo, tiraba de siete hijos para adelante… Pero la voz era de los hombres, y sigue siendo a día de hoy un poco de los hombres". Sin embargo, señala que "las mujeres cada vez nos escuchamos más y nos hacemos ver más".

Caridad Miranda es otra de estas mujeres. Actualmente, es secretaria en el consejo rector de la Cooperativa Católico Agrícola de Chipiona, una de las dos mujeres que están en este órgano. Lleva casi diez años en el consejo y casi seis como secretaria. Junto a Concepción, amiga y compañera durante años, se reafirma: "Este es un mundo de hombres". Cuenta que la presencia de mujeres ha renovado mucho la cooperativa, y que sus compañeros hombres han reaccionado muy bien a los cambios, especialmente teniendo en cuenta su edad: el miembro más joven del consejo tiene 70 años.

Ella no se ha encontrado con rechazo, pero también es cierto, apuntan ambas, que proceden de familias vinícolas, de toda la vida. Caridad es ya la tercera generación, y sus compañeros conocen a sus familiares. Ambas coinciden en que quizá llegar "de nuevas" al mundo del vino hubiera sido más difícil. "Pero ya es distinto: nosotras hemos partido la pana", expresa Concepción. 

Caridad Miranda en el museo de la cooperativa a la que pertenece.  JUAN CARLOS TORO
Caridad Miranda en el museo de la cooperativa a la que pertenece.  JUAN CARLOS TORO 

Marina de Alba tiene una opinión similar. Ella es gerente de la Sociedad Cooperativa Agrícola Cerealistas de Conil. Si bien no es agricultora, como en los casos anteriores, sí es hija de familia agricultora y ganadera. Ha trabajado en otros sectores, y precisamente ha sido en el mundo del campo donde se ha encontrado con menos machismo y una mayor aceptación, pero es cierto, cuenta, que ya había mujeres en la cooperativa cuando ella llegó. "Creo que a veces somos nosotras mismas quienes nos ponemos trabas con la idea de un mundo de hombres", expresa. Apunta que, en ocasiones, ese sentimiento de soledad, o de sentirse "rodeada", puede jugar en contra de las mujeres en estos espacios.

Francisca Álvarez aporta un testimonio esclarecedor en este sentido: al principio, cuando era tesorera, pasaba más desapercibida. "Cuando ya llegué a la presidencia, ya cambió la cosa", apunta. Quizá es el hecho de ver a una mujer en una posición de poder como es una presidencia lo que aún chirría.

Precios justos y facilidades para mujeres y jóvenes, claves para el relevo generacional

En gran medida, influye la situación actual en el campo. Todas las entrevistadas hablan de rentabilidad y de precios justos para los productos. "Si no se facilita el camino, no se va a conseguir ese relevo generacional", señala Francisca.

"Si no hay rentabilidad en las explotaciones, no va a haber relevo en el campo, y si no hay relevo no habrá ni mujeres ni hombres. Lo primero que tiene que conseguirse es que la rentabilidad de explotaciones sea real y que así se animen más personas a continuar con la actividad. En el momento en que se trabaje para que la actividad agrícola y ganadera sea atractiva y rentable, seguro que tendremos muchos más casos de mujeres titulares de explotaciones", explica Amparo Martín, de Amcae.

Mujeres titulares que, además, se encuentran con más dificultades para acceder a las ayudas. Según denunciaban la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y la Confederación de Asociaciones de Mujeres del Mundo Rural (Ceres) en un comunicado reciente, el porcentaje de las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) y de Desarrollo Rural que reciben las explotaciones lideradas por mujeres no llega al 30 por ciento. Como consecuencia, estas tierras apenas reciben tres de cada diez euros de dichas ayudas.

"Lo principal es que, si no hay un cambio generacional, nos quedamos a cero", apunta Concepción en la misma línea. Y, para eso, es imprescindible que el campo sea rentable, poder asegurar las explotaciones y, en definitiva, hacer que el campo sea atractivo para las próximas generaciones, ofreciéndoles más facilidades.

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Concepción y Caridad son dos de las primeras mujeres en consejos rectores de cooperativas agrícolas de la provincia.  JUAN CARLOS TORO

En ese sentido, en la escasez de mujeres en los consejos de cooperativas intervienen muchos factores. "Se sigue repitiendo ese rol muy masculino en decidir quién tiene que estar en las asambleas", señala Amparo Martín. Por otro lado, el hecho de que se trate de cargos que se ejercen de forma voluntaria tampoco ayuda, ya que las mujeres son habitualmente quienes tienen la mayor carga de cuidados en la familia aún hoy, y con ello, la falta de tiempo para dedicar a otros asuntos. 

Tanto Caridad como Concepción lo han vivido, aunque la primera señala que su padre era "republicano, muy liberal" y la animó siempre en ese sentido. Pero "mi abuela no pisaba el campo, siempre en la casa". Preguntada por su experiencia, dice que ha sido "muy buena", pero que "no ha sido fácil; es una lucha continua".

Todas coinciden en la importancia de los referentes, de que haya mujeres en los órganos de gestión para que otras se animen a dar el paso hacia una mayor participación. Y, en esa línea, también es importante el asociacionismo, la educación y la visibilización. Y, por supuesto, medidas y políticas desde las instituciones. "Hace unos meses fuimos a unas convivencias a Granada, escuchamos a compañeras de allí, de Málaga... Y cuando terminaron les dije: 'Me ha pasado lo mismo'. Tenemos los mismos problemas", explica Francisca Álvarez. 

De ahí la importancia de tejer redes de mujeres, compartir experiencias y sentar referentes, para demostrar que el campo ya no es (solo) de los hombres.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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