La Federación de Organizaciones Andaluzas de Mayores ha alertado de un incremento notable de los brotes de escabiosis en residencias de Andalucía, al pasar de 17 casos registrados en 2018 a 56 en lo que va de 2025. La entidad considera que esta evolución confirma una tendencia al alza que afecta de manera sostenida al sistema residencial para personas mayores.
Según la federación, los datos proceden de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la Junta de Andalucía y muestran que el número de brotes se ha más que triplicado desde 2018. La organización señala que 2025 podría convertirse en el año con mayor incidencia de la serie histórica si se mantiene el ritmo actual.
La FOAM recuerda que 2024 fue el ejercicio con más brotes, un total de 67, cifra que casi cuadruplica la registrada en 2018. También destaca que Málaga concentra alrededor del 40 % de los episodios detectados desde entonces, seguida de Sevilla, con un 22 %, lo que refleja una distribución territorial desigual dentro de la comunidad autónoma.
La federación interpreta estos datos como un indicio de fallos en el funcionamiento de los centros residenciales que, a su juicio, podrían estar favoreciendo la propagación de la enfermedad. En este contexto, reclama explicaciones a las autoridades sanitarias sobre los factores que explicarían un incremento tan acusado en los últimos años.
Las consecuencias
La organización subraya que la escabiosis es una afección tratable, pero recuerda que provoca un picor intenso y un malestar considerable, lo que afecta de manera importante a la calidad de vida de las personas mayores que la padecen. Añade que la prolongación de la tendencia al alza apunta a problemas estructurales o sistémicos relacionados con los protocolos de prevención, la detección temprana o la disponibilidad de recursos.
Ante esta situación, la FOAM pide a la Junta una respuesta inmediata. Solicita una investigación exhaustiva de las causas que explican el aumento de brotes, con atención especial a Málaga y Sevilla, así como una comparación con otras comunidades para detectar buenas prácticas, la evaluación de los recursos destinados al control de infecciones y la revisión de los protocolos vigentes en residencias.
