Las entradas al Real Alcázar de Sevilla empiezan a levantar polémica: la protección de datos está llevando a que visitantes incluso con 40 grados de fiebre accedan al recinto ya que, según los guías turísticos de la capital andaluza, debido a esta norma no se les puede impedir la entrada. De este modo, el debate entre protección de datos personales y salud pública está servido.
Para los guías locales además provoca un problema añadido, ya que deben unir en grupos a los viajeros, con el consiguiente peligro de contagio de covid cuando entre ellos se encuentren algunos con fiebres altas. Según revela el diario ABC, se han dado casos de turistas que han dado temperaturas de 37,5 debido a a las altas temperaturas estivales en Sevilla, lo que ha llevado a los vigilantes de la entrada a pedirles que permanezcan unos minutos en la sombra para ver si les bajaba.
Desde el Consistorio sevillano se agarran a que la normativa es laxa en este aspecto y consideran que es un problema de todos los monumentos, no solo del Real Alcázar. Señalan que la entrada por fiebre no se le puede impedir a ningún visitante, y apelan a la responsabilidad individual de cada uno. Incluso aclaran que consultaron si es posible la prohibición de la entrada por este motivo y la respuesta obtenida fue no, con el citado argumento de la protección de datos individuales.
El Real Alcázar abría el pasado 15 de junio y exige este control de temperatura de forma obligatoria, al igual que hacen la Catedral o el Museo de Bellas Artes. El Ayuntamiento ha implantado recientemente un sistema de entradas nominales para que en posibles casos de contagio, las personas estén identificadas perfectamente por grupo en el que acudieron y hora, siendo más fácil su identificación en un rastreo.