Cada día, la Junta de Andalucía desgrana los datos de coronavirus por cada localidad, lo que genera un dibujo casi completo de la situación. Sí es cierto que hay datos dudosos, como la imputación de casos a empadronados y no a residentes reales, lo que genera, por ejemplo, que se anuncien muertes en localidades donde no se han producido realmente. Pero, con ese margen de alguna cuestión burocrática que es asimilable, sí es más o menos fiel a lo que ocurre para lo que importa, y es saber si de verdad hay coronavirus en el entorno cercano de una persona. Torre Alháquime es, de esa forma, el único pueblo donde de verdad no hay casos. Porque ni los refleja la Junta ni se han dado en el pueblo, indica su alcalde, Pedro Barroso.
Torre Alháquime está en la esquina al noreste de la provincia, muy cerca de Málaga y de Sevilla, sin llegar al millar de vecinos. Muy cercana también a Olvera, lo que ha preocupado a la zona en los pasados meses ha sido la presencia de un importante brote en la primea ola que tuvo lugar en Alcalá del Valle. El municipio no termina de dejar atrás el coronavirus después de perder a muchos vecinos de su residencia de ancianos. Hace unos días, su alcalde, Rafael Aguilera, aquel hombre al que se le saltaron las lágrimas en la televisión a nivel nacional pidiendo ayuda poco después del inicio de la alarma, ha dado positivo. Y en esas, Torre Alháquime, con cero casos desde el inicio de la crisis, entró el domingo en estado de alarma.
"Hay que tomarse esto como lo que es, una pandemia, y hay que proteger", dice Barroso. "La residencia está muy cerca, a 12 kilómetros. En aquellos momentos se desconocían muchas cosas. Tenemos mucho contacto con Alcalá, repartidores de productos, comercios aquí...". Por eso, hubo miedo. Quizás, algo fundamental para cumplir con las medidas. "Hasta ahora lo más es que se han hecho pruebas rutinarias de PCR, pero no ha llegado a haber contactos ni ninguna alarma. Los rumores siempre existen en los pueblos, pero pedimos que no se diga lo que no sabe siempre".
La clave está en que se ha seguido cumpliendo sin haber casos, quizás por ese temor a lo ocurrido en Alcalá. "Hay factores que pueden derivar en que no haya casos. Pero el factor es la suerte. Somos un pueblo muy cerca de Olvera, tenemos muchos trabajadores fuera, hay gente que viene los fines de semana, o trabajadores como el médico, la ATS, también de fuera.. Son muchos condicionantes, pero el más importante es la suerte".
¿Cómo viven aquí tener que encerrarse con un toque de queda sin la acuciante presencia del virus en sus calles? "La gente tiene que entender que no es un tema de b, sino de un país entero. Vivimos en un mundo globalizado, y vivimos en la Sierra. Todo lo que pase nos afecta, y lo acatamos con responsabilidad".
A pesar de que subraya el cumplimiento de las medidas, el alcalde de Torre Alháquime no pone un sobresaliente. "Casi nada en esta vida se puede calificar como sobresaliente. Ha habido mucho respeto, pero la Guardia Civil, aunque es un tema de ellos, seguramente haya puesto alguna sanción. En general Torre Alháquime es una población tranquila, e insistimos en cumplir con lo que se indica". Igual que se cumplió durante el estado de alarma.
Muchas cosas no dependerán de lo que pueda hacer un pueblo o su ayuntamiento. "Veo preocupante lo que está pasando en la Sierra, la llegada de tanta gente- Es muy problemático aunque se ha hecho más acuciante en Setenil y El Bosque", dice sobre las imágenes de calles hasta arriba de visitantes. "No tenemos cuartel de la Guardia Civil, y esta problemática tendría que mirarse desde arriba ahora que viene otro puente". De hecho, el turismo ha aumentado. "Viene muchísima gente, porque los pueblos se han puesto en valor. Se ve los fines de semana y en días normales. No venían tanto. Vienen a la muralla. Al ser espacios en los que se puede cumplir la distancia, hay más afluencia".
Si llegara el día en el que hubiera un positivo, "tendríamos que reaccionar con tranquilidad, con responsabilidad". La realidad es que en estos momentos la pregunta no es si ocurrirá, sino cuándo. Porque un pueblo sin casos, a pesar de que sea una localidad que no llegue al millar de casos, es un mirlo blanco, o una excepción. "Responderíamos de forma positiva a las autoridades con todo lo que nos pidan. Hay que llevarlo con empatía, porque es una situación de España y del mundo. Se harían los rastreos y haremos lo que haga falta hacer".
Los ayuntamientos, especialmente los de pocos vecinos, están limitados. Estos días se repartirán 3.000 mascarillas quirúrgicas, dos para cada vecino y diez para niños. "Los agricultores desde el principio desinfectan todas las semanas a partir de las diez, eso ha sido muy importante. Hemos desinfectado colegios, biblioteca, guardería, gimnasio, e incluso al principio comercios, farmacia, kioskos... Hemos puesto lo que se puede para que no llegue el virus, pero no hay ningún milagro".
La receta de Barroso la da en forma de agradecimiento. "La gente cumple, pero hay que seguir pidiendo responsabilidad, disciplina, porque esto no ha terminado y tenemos que seguir con los brazos levantados, en guardia, como si fuera un combate de boxeo", remacha.
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