Un problema que afecta a cada vez más gente y que tiene que ver con nuestro ritmo de vida, con nuestras rutinas... ¿Tienes hinchazón, por ejemplo? Quizás sea disbiosis intestinal. Aquí te explicamos qué es y cómo te afecta.
La disbiosis intestinal es una alteración del equilibrio de la microbiota, ese conjunto de microorganismos “buenos” y “malos” que habitan principalmente en el intestino grueso. Entre los efectos más frecuentes están la hinchazón abdominal, gases, ruidos, fatiga crónica, diarrea o estreñimiento, dificultad para perder peso, ansiedad, problemas de concentración, migrañas, incluso dolores articulares o alteraciones neurológicas. También pueden surgir trastornos cutáneos como acné o eccema, mal aliento, malestar general e inflamación.
Esto ocurre porque, al alterarse la microbiota, la mucosa intestinal deja pasar sustancias no deseadas a la sangre, que circulan por todo el organismo, provocando molestias en distintas zonas del cuerpo. Y es que la microbiota no solo se encarga de funciones digestivas: participa en la recuperación de energía y nutrientes (aportando hasta el 10% de las calorías que necesitamos), en la protección frente a organismos extraños y en la especialización del sistema inmunitario.
Causas y soluciones de la disbiosis intestinal
Las causas están en nuestra forma de vida. Una dieta inadecuada, rica en ultraprocesados, azúcares refinados, edulcorantes y baja en fibra, así como el abuso de alcohol, el estrés crónico, la falta de descanso, el uso de antibióticos o ciertos fármacos. Incluso un exceso de fibra puede resultar, paradójicamente, ser la causa si provoca un crecimiento descontrolado de microorganismos.
No hay soluciones mágicas porque no estamos ante una enfermedad como tal. Estamos ante un trastorno, una afección, un desequilbrio. Los especialistas recomiendan fomentar frutas, verduras, legumbres, cereales, semillas o pescados, aumentar la fibra de forma progresiva y evitar en lo posible ultraprocesados y azúcares. También es clave incorporar alimentos ricos en probióticos, como yogur, kéfir, chucrut o encurtidos fermentados, y prebióticos como avena, legumbres, plátano. Pero según la persona, hay alimentos, como las legumbres, que pueden resultar contraproducentes.
En los casos más graves, cuando hay sobrecrecimiento bacteriano o afectación del intestino delgado, puede ser necesario restringir temporalmente ciertos alimentos bajo supervisión médica. Diagnosticar la disbiosis es posible mediante pruebas específicas con muestras de heces, capaces incluso de identificar géneros y especies bacterianas.
Fuentes: Sociedad Andaluza de Patología Digestiva; ACADEMIA DE FARMACIA DE LA COMUNITAT VALENCIANA
