En el futuro sobre el liderazgo del PSOE andaluz hay, al menos, tres escenarios posibles. Primero, que Juan Espadas se mantenga como secretario general y candidato a la Junta en 2026; segundo, que otro nombre surja con el respaldo de Pedro Sánchez; y un tercero, que los críticos se reagrupen en un pulso al 'nuevo oficialismo' y venza el 'antiguo oficialismo' del entorno de Susana Díaz.
La primera opción no es la descabellada e improbable. Juan Espadas, a pesar de sumar varias derrotas electorales en territorio andaluz -la última, en las europeas-, sigue siendo el secretario general y ha dicho, por activa y por pasiva, públicamente y en privado, que volverá a optar a la secretaría general y a ser el candidato de la Junta para 2026. A Espadas se le han marchado varios trenes que pasaron cerca de él para ser ministro. No quiere y hay quien asegura que se le ha ofrecido. Si Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, finalmente lograra ser comisaria europea, se abriría de nuevo esa posibilidad. Ribera renunció a tomar el acta de eurodiputada a pesar de ser la candidata del PSOE, prefiriendo seguir en el Ministerio. Espadas da el perfil.
Pero, por lo pronto, Espadas continúa. Hay nervios en esta travesía del desierto de la oposición en la que lleva un lustro el socialismo andaluz, que apenas logra acostumbrarse a haber dejado la Junta y a verla lejos, según las encuestas. Lo cierto es que Moreno, como dicen internamente en el PSOE, "ni se despeina" a pesar de las críticas que recibe su gestión en Sanidad y, en menor medida también, en Educación. Si Espadas es la persona o no para darle la vuelta a las perspectivas es lo que debatirá, en parte, el socialismo andaluz cuando, pasados como mucho 90 días del congreso federal -que es un órgano a nivel estatal y se celebrará en Sevilla para que Pedro Sánchez repita como líder del PSOE-, haya que celebrar el congreso regional. Apunta a principios de 2025. Si Espadas lograse vencer y repetir como líder socialista andaluz, tocaría aún un proceso de primarias para elegir al candidato a la Junta.
Todo apunta a que Montero no quiere volver a Andalucía, lo que la descartaría
Si bien no hay perspectivas de cambio de ciclo en la Junta en base a la situación actual, sí queda por delante tiempo. Y Espadas ha demostrado ser tenaz. Ya logró la Alcaldía de Sevilla después de ser barrido con una mayoría absoluta de Zoido en 2011. En 2015 aprovechó que el péndulo en España viraba a la izquierda y tejer una mayoría de izquierdas en el pleno para ser regidor, y revalidarse en 2019. Si hay alguien que pueda encajar una derrota es quien no tiene nada que perder. Es el caso de Espadas.
Pero está la opción de que le busquen una salida, un Ministerio, o simplemente la portavocía en el Senado que ya ostenta. La segunda posibilidad es que, antes del congreso regional, o antes de que el PSOE elija a su candidato a la Junta en primarias, surja un nombre que ahora está fuera de la mesa. Si Ferraz elige un presidenciable andaluz, un nuevo nombre, el poder de Sánchez en Andalucía parece suficientemente consolidado como para que sea respaldado al instante por varios pesos pesados del socialismo andaluz.
La ministra María Jesús Montero ha sonado muchas veces porque parece una opción realista. Pero el último debate sobre la financiación tras el acuerdo del concierto catalán no ayudaría. Juanma Moreno está muy cómodo en ese discurso, como no podría ser de otra forma. Pone, de hecho, buena parte de la música en el PP para que otros barones la bailen. Este martes, acudía a Onda Cero a una entrevista a nivel nacional, donde se ha visto cómodo en sus explicaciones. Si Montero bajase a Sevilla, Moreno tendría argumento del que tirar durante años.
Además, varias voces señalan que ella misma no quiere. Ostenta muchísimo poder en Madrid y hasta parece más ansiable, tras una futura retirada de la política nacional, algún cargo en Europa. Volver al Parlamento para intentar derrotar a Juanma Moreno sería, a estas alturas, una tarea difícil, agotadora.
Por más que se ponen nombres encima de la mesa, no parece que Pedro Sánchez esté por la labor, por el momento, de reforzar a nadie para declararle candidatable ni a dirigir el partido en Andalucía ni a ser el cabeza de cartel para reconquistar la Junta. La prueba es sencilla: a nadie se promociona, nada se desliza, el árbol no se agita. Pasan los meses y por más que se oye el runrún de que Espadas podría tener los días contados, se mantiene y nada cambia.
La tercera opción es la más rocambolesca. Pero en la política española, echando un vistazo atrás a la última década, hay una larga crónica de historias rocambolescas. La historia de Pedro Sánchez, su resurgir tras ser apeado por los suyos, es una de ellas. Y esta posibilidad es la de que resurgiera el susanismo, con la expresidenta o sin ella. Como tertuliana televisiva, Susana Díaz ha seguido en el candelero y hasta ha tenido alguna gresca interna en el verano. Por ejemplo, cuando se defendió públicamente de las acusaciones de que no había respaldado a sus consejeros y a los expresidentes Chaves y Griñán. También, cuando aceptó el reconocimiento del Ayuntamiento de Sevilla durante la Velá de Triana.
La sevillana sigue teniendo apoyos en los que hoy son 'los críticos', de los cuales muchos ayer eran 'los oficialistas'. Asaltar el poder de los actuales 'oficialistas' parece imposible. Directamente, improbable que presenten candidatura para enfrentarse a Espadas -o a un candidato de Sánchez, quien sea- tanto para la elección de secretario general como para presidir la papeleta en las elecciones andaluzas. Este lunes, el líder de los socialistas sevillanos -y a la sazón, uno de los poderes más importantes y respetados dentro del partido-, Javier Fernández, llamaba a dar "el paso adelante desde la legitimidad y los estatutos del PSOE" a quienes quisieran presentarse frente a Espadas: "Sería hasta sano que alguien se presentase si considera que tiene proyecto alternativo y liderazgo, en el gran objetivo que es volver a la Junta de Andalucía".
Pasan las semanas, se inicia un nuevo tiempo político tras el verano, y Juan Espadas continúa al frente. La especulación no se apaga, pero se acerca la hora en que los estatutos obligan a elegir líder y todo sigue igual. El río suena, pero, por ahora, parece que no lleva agua. Y nadie se moja
