La izquierda y el campo, una pérdida social y electoral que sigue sin reacción

Las protestas de las últimas semanas han mostrado la disputa entre PP y Vox por intentar capitalizar el descontento del campo andaluz ante la tibieza y el miedo de la izquierda de entrar en el debate

Imagen de las últimas protestas del campo en Sevilla.
Imagen de las últimas protestas del campo en Sevilla. MAURI BUHIGAS

En el último pleno celebrado en el Parlamento de Andalucía, Juanma Moreno se enfrentó a Vox en relación a las protestas del campo. El presidente de la Junta de Andalucía le preguntó a Manuel Gavira, portavoz de dicha formación, por el número de concejales que había logrado en las recientes elecciones municipales en los municipios de menos de 5.000 habitantes, lo que se considera el entorno rural. Dicha pregunta no sólo daba muestras de una disputa entre las derechas para capitalizar el descontento que estaba cortando las carreteras, sino también que en dicha disputa la izquierda está lejos de tener posibilidades.

No es casualidad que el propio Juanma Moreno cerrase su discurso ante la Ejecutiva del PP afirmando que el Partido Popular era el partido del pueblo y que, por lo tanto, la militancia debía estar "sufriendo" al lado de agricultores y ganaderos. Acto seguido, el presidente de la Junta lamentaba que el PSOE hubiera perdido esa cercanía a la tierra que tanto había caracterizado a los socialistas desde la transición.

El mapa andaluz ha cambiado y eso es indiscutible. El resultado de las últimas municipales muestra azul casi todo lo que antes era rojo. Y la realidad es que mientras los populares han mostrado apoyo directo a los manifestantes, en las filas socialistas el argumento está enfocado a pedir al Gobierno de Moreno ayudas directas para frenar el descontento.

Lo cierto es que en las primeras protestas hubo mucho desconocimiento sobre su organización. Fue a través de las redes y mediante una plataforma llamada 6F. Detrás había una ex miembro de Vox y mediáticamente estaban aupadas por medios y canales de extrema derecha que también habían participado en las protestas de Ferraz.

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El pasado 14 de febrero se produjo la concentración más multitudinaria.    MAURI BUHIGAS
Las protestas de los agricultores que han cerrado Sevilla este 14 de febrero, en imágenes.
Una de las reivindicaciones es que se cumpla la cadena de valor.    MAURI BUHIGAS

Lógicamente las manifestaciones agrarias se vincularon de inmediato con este movimiento. De nuevo, todo volvía a estar contaminado por la imagen que se proyectaba desde Madrid. Pero la realidad no era del todo así. Recientemente, además, también han participado las organizaciones agrarias tradicionales. José Manuel Gómez Jurado es diputado de Podemos en el Parlamento de Andalucía, pero antes de llegar a un cargo público trabajó como agricultor en el campo. Durante estos días ha sido de los pocos políticos del espacio progresista que ha entrado de lleno en el debate a través de sus redes. Él mismo reconoce que ha discutido con gente de izquierdas tanto en público como en privado sobre la situación.

"El tema es muy complejo y tiene demasiadas aristas como para categorizar. En las protestas hay gente de extrema derecha y están capitalizando parte del discurso, pero no son todos", señala. Gómez Jurado no niega que los principales valedores de las protestas sean de la patronal, pero al mismo tiempo reconoce que algunos de estos empresarios tienen razón en sus revindicaciones. "Es fácil simplificarlo todo diciendo que son fachas".

En cualquier caso, los manifestantes tienen claro que el objetivo de las protestas es Pedro Sánchez, seguramente porque la normativa reguladora proviene de Europa y, por lo tanto, es el presidente del Gobierno el que puede ejercer algún tipo de influencia. No obstante, la Junta de Andalucía tiene competencias para hacer que se cumpla la cadena de valor, una de las principales reivindicaciones de los agricultores y ganaderos.

Mientras tanto y a pesar de que la situación es insostenible, Sumar apenas ha entrado en el debate. El secretario general del PCE, Enrique Santiago, hacía hace unos días unas declaraciones contra las cadenas de supermercados y acusando a PP y Vox de engañar a los trabajadores del campo. Sin embargo, a diferencia de lo que han hecho estas formaciones, apenas ha habido apoyo a las protestas. Tampoco un intento de resignificar el debate que actualmente se centra en la eliminación de controles fitosanitarios y en la Agenda 2030.

Esta tibieza de los dirigentes nacionales, eso sí, contrasta con los alcaldes que están sobre el terreno. La provincia de Cádiz ha sido un buen ejemplo de ello. Los regidores de Izquierda Unida en los pueblos de la sierra mostraron su apoyo esta misma semana a los agricultores y ganaderos y lo hicieron sin eludir el debate. "Queremos apoyar las manifestaciones porque las causas son más que justas". Estos mismos alcaldes fueron tajantes en su defensa del campo. "Les pedimos que no fallen el tiro, hace muchos años que los enemigos del campo son las políticas neoliberales de la Unión Europea, los grandes latifundistas que usan las ayudas para mantener espacios improductivos y los intermediarios que hacen que el dinero no se quede ni en los agricultores, ni en los jornaleros". Otro ejemplo en esta línea lo protagonizó Adelante Andalucía mostrando su apoyo a las protestas cuando se desarrollaron a las puertas del Mercadona de Antequera.

La firmeza de estos alcaldes no se ha reproducido a otros niveles del espacio político. Gómez Jurado señala que en las protestas se muestran los problemas propios del campo desde los años 80. "Se ha atomizado el sindicalismo de clase en el campo", explica. Es por ello que falta ese componente jornalero en las manifestaciones. Un ejemplo que aunque pueda parece anecdótico no lo es se puede observar con las banderas. El campo andaluz en la transición se manifestaba con la bandera de Andalucía, ahora predominan las españolas.

"Esta atomización del trabajo dificulta la entrada de la izquierda, aunque también ha habido un proceso de urbanificación de la propia izquierda", explica el diputado de Podemos. Las cuadrillas actualmente son muy inestables, trabajan una parte del año mientras que en la otra reciben el PER o realizan campañas en otros lugares, un hecho que dificulta la continuidad e impide el asociacionismo con algunas excepciones como la provincia de Jaén. En lugares como Huelva y Almería muchos de los trabajadores del campo son inmigrantes en situación irregular.

Esta falta de articulación sindical entre pequeños y medianos agricultores ha impedido a la izquierda tener capacidad de entrar en la discusión e impugnar el marco de la derecha. "El problema no son las políticas ecologistas. Si no hay vida, no hay suelo. Y si no hay políticas ecológicas no hay campo que valga", defiende Gómez Jurado, quien denuncia el aumento del cultivo intensivo que deja la tierra inservible.

Reconoce que "estamos fallando al no ser capaces de entrar en el debate", pero al mismo tiempo tiene claro que los que están defendiendo al campo son los que lo han condenado, "la derecha, la extrema derecha europea y el PSOE defendiendo la liberalización de un mercado injusto con reglas de juego distintas. El agricultor español compite en desigualdad con uno de fuera que no cumple las leyes fitosanitarias o laborales", en referencia al TTIP.

De fondo está la polémica de Doñana, que no dista mucho de la situación actual. Aunque no fue el único factor que influyó en los resultados, tampoco se puede negar que la postura del Partido Popular ayudó al giro de la provincia de Huelva para que el PP lograra por primera vez la subvención. El diputado de Por Andalucía huye de estas recetas. "Hay que adaptar la agricultura al clima y no al revés. Hay que hacérselo entender a los empresarios. Es complejo y requiere hablar seriamente. Hay que aportar soluciones que no sean simples porque vamos camino de convertir España y Andalucía en un desierto".

Las protestas de los agricultores que han cerrado Sevilla este 14 de febrero, en imágenes.
A diferencia de lo que ocurría hace algunas décadas, ahora predominan las banderas de España.    MAURI BUHIGAS
Las protestas de los agricultores que han cerrado Sevilla este 14 de febrero, en imágenes.
El perfil de los asistentes, no obstante, es variado.    MAURI BUHIGAS

Las reivindicaciones de los manifestantes han ido por el terreno de la desregularción e incluso, la Unión Europea ha retrocedido en el tema de los controles fitosanitarios después de varias protestas en Bruselas. Hay dos caminos, o desregular para que las condiciones sanitarias y laborales estén al mismo nivel que las de Marruecos, o aumentar la regulación para impedir que los productos del norte de África puedan venderse como españoles sin cumplir los mismos requisitos.

"La clave es adentrarse en los sindicatos del campo", señala Gómez Jurado, quien también recomienda a los políticos de su espacio acudir a asambleas para escuchar a la gente que trabaja en el campo y que quiere hacer las cosas bien. "Hay que dejar la ciudad para entender al campo".

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

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