"Por su seguridad, ya no entra nadie más". Faltaba casi media hora para que comenzara el mitin de Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla en Cádiz cuando cargos y militantes del PP ya habían llenado el Palacio de Congresos de la capital. A las seis y media de la tarde faltaba media hora para que empezara un mitin que estaba previsto para las seis. Es decir, una hora tarde llegaron el presidenciable del PP a La Moncloa y el presidente andaluz a la 'Tacita de Oro', como diría luego en un lapsus el gallego -manos a la cabeza de algún militante como quien ve un gol en propia puerta-.
Antes de su llegada tardía -cosas de campaña-, un miembro de avanzadilla del equipo de Feijóo contestaba así: "Yo qué sé por dónde van a entrar, si yo soy de Madrid". Una gran expectación como si quienes estuvieran por llegar fueran Alejandro Sanz y Manuel Carrasco. Esperaban en las puertas del Palacio el alcalde de Cádiz, Bruno García, y la que será desde este miércoles presidenta de Diputación, Almudena Martínez del Junco. Fueron los primeros en saludar y abrazarse con presidente y presidenciable.
Luego, una marabunta de gentes. Un día después del esperado cara a cara con Pedro Sánchez, Feijóo entró en la gran sala como si fuera un torero y un rockero, todo en uno. Muchísimos gritos de muchos populares gaditanos, muchos de los cuales venían de ganar en sus localidades. Muchos que habían visto cómo su ayuntamiento, Diputación, Junta y Gobierno central fueron socialistas, hoy huelen una victoria total para el 23 de julio.
Comenzó el acto Pedro Gallardo, candidato del PP por Cádiz al Congreso. Subiría luego Moreno. Daba igual lo que dijeran. El público estaba entregado. El expresidente de Asaja habló del campo, de las potencialidades del sector primario. Moreno habló de centros de salud, ciudades de la Justicia, conexiones de tren. Pero mucha gente estaba a otra cosa. Porque ya desde antes de que se subiera Feijóo al escenario, el calor había empezado a hacer mella. Desde un candidato del PP al Congreso derritiéndose debajo de una guayabera, dando vueltas en busca de un aparato de aire acondicionado, hasta concejales flamantes que gestionan millones de presupuesto con cara descompuesta apoyados en una columna o una pared.
Y así llegó el único cisma popular, lo único que podía dividir a un partido que se veía ganador. La última planta del Palacio de Congresos era un hervidero, pero literal. Con un gallego al frente y en Cádiz, más que un hervidero era un freidor. Había una parte principal de la sala, donde estaba el escenario y una larga disposición de sillas, y una pequeña estancia separada por columnas en paralelo, con techos más bajos y habilitada con televisores y aires acondicionados para seguir el evento.
Sujeto popular 1 se coloca en una silla frente a un televisor. Le llega el aire acondicionado, uno de esos gr