El ‘dedazo’ de Carlos Pérez, la última gota que colmó el vaso en Ciudadanos en Cádiz

El nombramiento por Arrimadas del ex senador y concejal en el Ayuntamiento de Jerez como coordinador provincial del partido abre un nuevo cisma entre cargos electos y militancia

Marín, Arrimadas y Pérez, en la Feria del Caballo de 2019. Autor: Manu García

El feeling con Inés Arrimadas, cuya boda ofició como concejal de Ciudadanos en el mandato anterior, le ha valido para retornar a la arena política. Ha sido la nueva presidenta del partido naranja la que, por sorpresa para propios y extraños, ha designado a Carlos Pérez (Sevilla, 1980) como coordinador y portavoz provincial del partido en Cádiz, un movimiento que no solo no han entendido buena parte de la militancia, sino que ha desplazado abruptamente al hasta entonces responsable gaditano del partido, el parlamentario y portavoz andaluz Sergio Romero.

Que a nivel general y andaluz las puñaladas crecen en Cs conforme mengua el peso y la proyección del proyecto político es un hecho. Que la decisión de nombrar a Pérez, ya más en clave provincial, ha sido “la última gota que ha colmado el vaso de la paciencia de muchos cargos electos y militantes en la provincia”, también. Según relatan fuentes de la formación naranja, con 37 concejales emanados de las últimas municipales de 2019, una diputada provincial (la jerezana Estefanía Brazo) y varios cogobiernos locales (San Fernando y El Puerto, entre ellos), “gran parte de la militancia no ve con buenos ojos la designación de Pérez” porque “todo parte del amiguismo con Arrimadas, y eso lo ha dejado claro Pérez desde el principio, que habla de su nuevo cargo como una apuesta personal de la nueva presidenta del partido”.

Estas mismas fuentes, que admiten sin ambages que “la militancia de Cs nunca ha sido una balsa de aceite”, insisten en denunciar en que la estrategia de Inés Arrimadas en Cádiz pasa por “nombrar a dedo a amigos suyos para cargos orgánicos que le controlen el partido”, después incluso de haber dejado inicialmente fuera de la ejecutiva nacional (luego lo ha integrado) al vicepresidente y líder andaluz, Juan Marín, con el que hay una relación “ambigua”. Tan mal ha sentado la vuelta de Pérez, que regresó a su puesto en la banca y “no aparece por los plenos de Jerez desde febrero”, que muchos en el partido consideran su nombramiento orgánico “dictatorial”, ya que esta apuesta personal de la jerezana “no goza de consenso a nivel provincial y pone en riesgo claramente el futuro de la formación en Cádiz”.

Pérez, hay que recordar, no gozó del favor interno en las eleciones de compromisarios en las que quedó relegado a los últimos puestos en el número de votos. Concejal en Jerez desde 2015 y senador fugazmente en 2019, cuando también repitió como candidato a la Alcaldía en Jerez —tras un amplio proceso interno para ser descabalgado, sin éxito finalmente— Pérez articuló la construcción del partido en la ciudad más poblada de la provincia. Finalmente, tras optar nuevamente a encabezar la candidatura al Senado en noviembre del año pasado, se quedó fuera de todo cargo público tras la debacle naranja en las últimas generales. “Ahora debe estar buscando algún hueco en Diputación, no tiene mucho más margen”, aseguran diferentes fuentes del partido consultadas por este medio.

Estos críticos con las nuevas directrices que marca Madrid entienden que “el proyecto de regeneración democrática que empezó a crear Albert Rivera, y por el que ellos se sumaron a la causa como Cs, está acabado”. “Fue bonito mientras duró”, dicen algunos, mientras como se publicaba este verano el 60% de la candidatura que concurrió a las pasadas elecciones municipales en Jerez, sin ir más lejos, ya no pertenece al partido naranja. “Los movimientos que están realizándose por parte de la ejecutiva nacional hacen que este sector desencantado en la provincia estime que, a partir de ahora, lo que se pretende por parte de la nueva presidenta es un encorsetamiento que anule la capacidad de decisión del partido a nivel provincial, menguando la democracia interna y la participación de los afiliados de base”.

Con los malos augurios en forma de encuestas y el cada vez nicho electoral más mermado, “esta renovación no para de abrir frentes entre los propios afiliados. El caso de Cádiz no es el único que ahora está candente y el número de afiliados que se están dando de baja no para de aumentar”, advierten estas mismas fuentes.