"Era un ejemplo a seguir. Me enseñó muchísimo y era un chico con valores, que creía en la paz", dice un primo de Yacov Pinto, el joven español de 25 años asesinado por Hamás en Jerusalén.
Este familiar, que prefiere mantener el anonimato, es una de las centenares de personas, entre familiares, amigos, compañeros de estudios y grupos de judíos ultraortodoxos, que han querido dar este martes el último adiós a Yacov Pinto, el joven español de 25 años asesinado a tiros en un atentado en Jerusalén.
El sepelio tiene lugar en el cementerio de Har Hamenuchot, conocido como el Monte del Descanso, donde es enterrado tras una ceremonia marcada por el dolor y la indignación. “Gente inocente tiene que pagar por una maldad sin fondo”, se queja uno de los presentes.
Al funeral asisten también miembros de la comunidad judía de Melilla que residen en Jerusalén, unas 400 personas, así como compañeros de la yeshivá (escuela talmúdica) donde Pinto estudia para convertirse en rabino.
Una vida entre Melilla e Israel
Hijo de padre español y madre venezolana, Pinto se muda a Israel con solo 16 años para continuar su formación religiosa. Según explica María Rollo, de la Federación de Comunidades Judías de España, el entierro se retrasa un día para que los padres del joven puedan viajar desde Melilla y estar presentes en la despedida. Pinto se ha casado recientemente y es considerado un joven muy querido en su comunidad.
El ataque en el que muere Pinto ocurre el lunes por la mañana, en torno a las 10.00 horas locales, cuando dos palestinos abren fuego con armas automáticas contra una parada de autobús en la zona norte de Jerusalén, en la calle Yigal Yadin, cerca de los asentamientos de Ramot.
Seis personas fallecen y al menos diez resultan heridas. Los dos atacantes son abatidos en el lugar por un soldado israelí y dos civiles armados. Este martes, el brazo armado de Hamás reivindica la autoría del atentado, uno de los más sangrientos registrados en Jerusalén en los últimos meses.
El entierro de Pinto es precedido por un funeral celebrado en la localidad de Lot, donde el joven inicia sus estudios rabínicos. Allí, allegados y líderes religiosos destacan su compromiso con los valores de paz y convivencia.
“Hoy nos despedimos de un hijo de Melilla, de un joven lleno de vida y de fe que se convierte en víctima de la violencia sin sentido”, resume uno de los rabinos presentes.
