El pasado sábado, el pequeño Émile, de dos años y medio, desapareció en una pequeña aldea de Francia de 25 habitantes. Estaba con sus abuelos, fue visto en la calle y ya más nada se supo sobre el paradero de un niño que tiene en vilo al país galo.
Cientos de voluntarios llevan desde entonces buscando, junto a helicópteros, drones, gendarmes y perros rastreadores, alguna pista sobre el pequeño. De momento, no hay rastro de Émile.
No hay ninguna pista ni indicio del que puedan tirar los investigadores. Los responsables de la búsqueda no descartan ninguna hipótesis y están trabajando en varias posibilidades. El pequeño tal vez se desorientó y se perdió o incluso se ha barajado la posibilidad de un secuestro.
Por ahora, no hay indicios de que haya un hecho delictivo tras esta misteriosa desaparición que tiene en tensión a muchos ciudadanos del país vecino. Algunos medios franceses apuntan que se están investigando los antecedentes políticos de extrema derecha de los padres del niño.
Tras una semana de investigación sobre el terreno, se han visitado las 30 casas de la aldea y los agentes se han entrevistado con todos los habitantes. Se han inspeccionado todos los vehículos y rastreado 97 hectáreas de campos y bosques.
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