Falsos tullidos, enfermedades inventadas y loterías inexistentes: cuando la picaresca raya el delito

¿Puede actuar la Policía sobre personas que ejercen la mendicidad mediante presuntos engaños?

La pedigüeña rumana del Gallo Azul. FOTO: MANU GARCÍA.
La pedigüeña rumana del Gallo Azul. FOTO: MANU GARCÍA.

La picaresca es algo tan español como la tortilla de patatas, el tinto de verano o la siesta. Ahí están obras eternas de la literatura española como el Lazarillo de Tormes o Rinconete y Cortadillo como claro ejemplo de que se ejerce desde hace siglos. Lo cierto es que en estos tiempos que corren la picaresca sigue más en boga que nunca. Ahí está el famoso caso de Nadia, una niña cuyos padres recaudaban dinero para tratar su enfermedad, si bien buena parte de esos ingresos lo destinaban a lujos personales. Pero no hay que irse tan lejos. A pie de calle hay veces que uno tiene la sensación de estar sometido también a la picaresca de unos cuantos. La pregunta es, ¿cuándo se traspasa esa línea para convertirse en delito?

De un lado, es conocido en algunos puntos de Jerez, como la zona de Madre de Dios y algún centro comercial, la presencia de dos jóvenes de 18 y 19 años que suelen pedir dinero para, dicen, ayudar a tratar la enfermedad de un familiar enfermo que unas veces resulta que es su madre y otras un hermano. Aun así, la tía de ambas señala a lavozdelsur.es que piden para ella, aquejada de un tumor y que necesita viajar cada tres meses a Córdoba para sus revisiones.

Bien es sabido igualmente el caso de una mujer que practica la mendicidad entre Cádiz y Jerez, aduciendo una gran cojera que la mantiene completamente agachada y andando a base de muletas. Lo cierto es que realmente puede caminar perfectamente erguida, simulando estar tullida para despertar la solidaridad de los que aún no la conocen, principalmente turistas extranjeros. En los últimos tiempos fue denunciada por algunos hosteleros de Jerez, ante la actitud violenta que mostraba al negársele pedir limosna entre sus clientes, lo que hizo que un juez decretara la prohibición de acercarse a estos establecimientos. Además, otras fuentes señalan que esta mujer pertenece a un clan formado por varias personas dedicadas a la mendicidad, que se sitúan en diferentes puntos para pedir dinero, en lo que sería su forma de vida.

Otro caso que despierta las sospechas ante lo que puede ser una presunta estafa es la de ciertas personas que venden boletos para una rifa que nunca toca. A simple vista el engaño es fácil de detectar, puesto que son meros papeles con un número y no hay ningún tipo de instrucción que indique dónde y cuándo se celebra el sorteo, ni mucho menos dónde reclamar el premio.

Consultadas fuentes policiales, señalan a este medio que el delito de estafa existe cuando se utiliza una argucia con el objetivo de conseguir dinero. Que alguien alegue una enfermedad inexistente puede entrar dentro de esa categoría, señalan estas fuentes, que indican que dentro de la estafa, se considera leve la que estuviera por debajo de los 400 euros.

Eso sí, mientras en el tema de las loterías falsas hay un indicio de delito más claro, otra cosa "más complicada" es actuar sobre las personas que practican la mendicidad utilizando presuntos engaños. En este caso, lo más que puede hacer la Policía es filiarlas, presentar un informe al juez de guardia y que éste lo valore. Las denuncias ciudadanas también pueden acabar llevando a estas personas ante un juez, pero es difícil que acaben condenadas. En estos casos, lo mejor es apelar al sentido común, no fiarse de todo lo que nos cuenten y si al final se nos reblandece el corazón, dar una pequeña limosna.

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Jorge Miró

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