El mar brinda opciones laborales para las nuevas generaciones. El día de mañana habrá quien sea conservacionista marino y proteja ecosistemas y especies en peligro, o quien se convierta en planificador costero, en economista de recursos marinos o en gerente de ecoturismo marino. Desde este curso, en la Universidad de Cádiz (UCA) se imparte una nueva titulación pensada para formar a estos perfiles cada vez más necesarios. Acaba de nacer el Grado Conjunto en Economía Azul Sostenible (SeaBluE), título pionero en Europa fruto de la Alianza SEA-EU, que trata de poner sobre la mesa desafíos como el cambio climático o la sobrepesca.
Una especialización con vista sostenible que, de momento, solo aprenden quince estudiantes. De ellos, algunos acabarán desarrollando planes de conservación ambiental y otros, creando proyectos innovadores como los que emergen en Incubazul, que acaba de estrenar instalaciones en la Zona Franca de Cádiz.
La primera promoción, repartida entre Cádiz y la Universidad de Nápoles Parthenope, está formada por alumnos y alumnas de países muy diversos como Pakistán, India, Bangladesh, Brasil, Uzbekistán, Turquía, Marruecos, Argelia, Hungría, Polonia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Italia y España.

“Es mi sueño desde niño, ser biólogo marino. Estaba muy interesado en el programa. Parece muy prometedor”. Son las razones por las que Julius Nunnendorf, de 19 años y natural de Alemania, decidió matricularse en este grado. El joven descubrió esta opción formativa de casualidad, explorando por internet.
“Estaba buscando clases de biología marina o algo asociado. Como no hay biología marina como doctorado en Alemania, busqué otras oportunidades y me encontré con esta”, detalla Julius a lavozdelsur.es. No es su primera vez en España, ya había estado de vacaciones en autocaravana, pero hacía años que no volvía. Cádiz no lo conoce. “Es mi primera vez aquí”, dice mientras observa un USV otter en el Instituto Universitario de Investigación Marina (Inmar) de la UCA. Un vehículo autónomo no tripulado que los investigadores usan para rastrear el fondo marino.
Le queda mucho por aprender aún de este ámbito que sigue siendo desconocido para la gran mayoría de la población. Él tiene claro que la economía azul, ese término que aparece en grande en la portada de la web del grado, está asociado a la sostenibilidad. “Para mí es el uso sostenible del océano, usarlo como fuente de recursos. Se relaciona con crear una relación entre el océano y la humanidad”, explica.

El alemán desconoce lo que le deparará la vida, pero, de momento, a él le gustaría trabajar en el área de investigación. “Para ampliar mi horizonte. Me gusta seguir aprendiendo nuevas cosas”, comenta este alumno, que está convencido de que este grado le facilitará el camino.
“Hay muchas oportunidades para elegir el país donde quiero hacer mi doctorado, hay siete universidades participantes. Puedo obtener muchos contactos gracias a la conexión de todas ellas”, expresa.
Para Teresa Giralde, la movilidad entre universidades es uno de los atractivos de este grado. “Puedes estar tres años en tres países diferentes. El año que viene nos toca en Faro, en Portugal”, dice esta gaditana de 18 años que es una de las pocas estudiantes españolas del grado. Eligió esta carrera, además de porque le pareció muy interesante, por perfeccionar el inglés, idioma en el que se imparten todas las clases.


“Aunque venga de Sociales, podré aprender no solamente Economía, sino también Ciencias del Mar. Este grado está muy enfocado a la sostenibilidad”, comenta la joven, que ya ha echado un vistazo a las salidas laborales.
“Creo que este grado tiene futuro con respecto a otros, aunque es verdad que es nuevo y no se sabe nunca al cien por cien. Pero la economía azul está en crecimiento y se le va a dar importancia”, sostiene Teresa, que nota que en Cádiz, el sector está en auge. “He visto que han salido muchos premios últimamente”, añade.
A su lado se encuentra Zola Strang, holandesa de 18 años, afincada en España desde que tenía 3. Ha crecido en Tarifa, respirando mar y viento. Por eso, el idioma no es un problema para ella. “Mis padres querían otra vida y vinieron aquí”, comenta esta joven, que conoció la existencia del grado porque le llegó por Spam en su correo electrónico. “Menos mal que lo miré”, sonríe esta estudiante que se siente atraída por el océano y sus secretos.
“No sabemos mucho de él, así que quiero descubrir lo que hay bajo el agua”, dice tras una clase en un laboratorio donde han tenido un acercamiento al plancton y la fotosíntesis.
Los puestos de trabajo del futuro
SeaBluE es un programa de tres años que incluye un período de movilidad obligatorio de 12 meses, lo que garantiza que los estudiantes adquieran experiencia en diferentes instituciones y entornos laborales. Zola, Julius y Teresa estudiarán este primer año asignaturas como Introduction to Sustainable Blue Development, Impact of HumanActivities on the Ocean, Ecological Economics, Marine & Maritime Governance, Laws & Regulations.
“Todas las asignaturas están enfocadas a ofrecer una visión mucho más holística entre la economía y la ciencia marina”, explica Carmen López Valle, gestora del programa SeaBluE.

Según comparte con este medio, el equipo planteó la creación de este grado a partir de un estudio previo titulado Blue Jobs. En este documento, se hablaban de distintos puestos de trabajo que se van a requerir en el futuro debido a las nuevas políticas de la Unión Europea con respecto a la sostenibilidad.
“La Unión Europea está sometiendo a las empresas a tener recursos de sostenibilidad. Necesitan personas que tengan esos conocimientos, que no sea solo un ingeniero o un operario, y que les ayuden a implantar esas nuevas medidas que serán obligatorias en un momento determinado”, detalla Carmen, convencida de que “los mares van a ser un recurso muy importante en un futuro”.
El grado tiene como objetivo formar a profesionales más allá de los perfiles tradicionales a través de una propuesta “muy transversal” que une la rama de las ciencias con la economía. “Que las futuras catástrofes que están por venir no estén controladas desde dos perspectivas distintas, sino unidas”, añade.
El Grado Conjunto SeaBluE supone un hito para la UCA y para toda la Alianza SEA-EU, al convertirse en uno de los primeros programas de grado conjunto europeos acreditados en los países de las universidades del consorcio. De esta forma, se avanza hacia la consolidación de un verdadero Campus Europeo Costero, que forme a los jóvenes con una perspectiva global, sostenible e innovadora.
Una universidad con carácter internacional
Un total de 632 estudiantes internacionales han aterrizado este cuatrimestre en la Universidad de Cádiz (UCA) dentro de los programas de movilidad Erasmus+ y otras modalidades académicas. La mayoría se concentran en el Campus de Cádiz, que acoge a 412 alumnos, seguido del Campus de Puerto Real con 140, el de Jerez con 75 y el de Bahía de Algeciras con 5. La institución refuerza así su carácter global al recibir estudiantes de 41 países de Europa, América, África y Asia, lo que confirma el creciente interés que generan sus titulaciones y servicios en el panorama internacional. Entre las nacionalidades más numerosas figuran Italia (189), Alemania (127), Francia (76), México (60) y Polonia (53).
La diversidad también se refleja en la llegada de 49 estudiantes procedentes de universidades socias de la alianza SEA-EU, con mayor presencia de la Universidad de Bretaña Occidental (19) y la Universidad de Gdansk (17). Le siguen la Universidad de Kiel (8), la de Nápoles Parthenope y la de Split, ambas con 2, y la Universidad de Algarve, con 1 alumno. En cuanto a facultades, la de Filosofía y Letras vuelve a ser la que más estudiantes internacionales recibe (235), seguida por Ciencias Económicas y Empresariales (119) y Ciencias de la Educación (59). Estos datos evidencian no solo la proyección internacional de la UCA, sino también el dinamismo de los intercambios académicos europeos impulsados desde SEA-EU.


