Nos curaban las rodillas cuando nos caíamos, nos abrían la puerta cuando llegábamos tarde y llamaban a nuestros padres cuando nos sentíamos mal. No existe ningún adulto joven que haya pasado por un colegio público que no recuerde como el portero de su colegio le tomaba la fiebre con la mano para medírsela. Se han convertido figuras cruciales en la educación de los niños. Sin embargo, el Ayuntamiento de Córdoba, presidido por la coalición del Partido Popular y Ciudadanos, quiere borrarlos del mapa y privatizar el oficio colocando en su lugar a vigilantes de seguridad con la única función de abrir y cerrar las puertas.
El Colectivo de porteros de colegios de Córdoba, junto a la Plataforma de AMPAS Niñ@s del Sur, ha comenzado una recogida de firmas para pedir al ayuntamiento de la ciudad que pare esta situación. Además, han procedido a realizar una campaña de información tanto a los docentes como a los padres sobre lo que puede suceder si la figura del portero desaparece.
Antonio Casas, portero del colegio cordobés Antonio Gala y miembro del Colectivo, avisa sobre el problema que esto conllevaría a los centros educativos: “Se piensa equivocadamente que el portero tiene una tarea menor dentro del colegio. Nosotros somos el primer filtro que debes pasar para entrar”. "Durante nuestra jornada laboral atendemos una larga lista de atenciones para que el centro pueda funcionar con normalidad”, afirma Casas. No sabe quién se encargará de ello cuando no estén. “Lo único que cabe que pensar que la tarea que nosotros realizamos serán los propios docentes los que van a tener que hacerla. Serán quien tengan que estar levantándose de la silla para atender esa carga educativa que hacemos nosotros”.
Casas: "Los servicios municipales de Córdoba están bajo mínimos"
“Desvestir un santo para vestir a otro”, exclama casas. “Los servicios municipales de Córdoba están bajo mínimos, a nivel de supervivencia. Para cubrir ese gran agujero privatizan los servicios públicos. A nosotros, los porteros nos mandarían a otro sitio, supongo que a un centro cívico. Estos puestos son necesarios y hay que cubrirlos también, pero la solución para atenderlos sería crear más empleo público”, relata.
Sienten que el Ayuntamiento de Córdoba ha abandonado los centros públicos. “A ellos no les inquieta lo que pasaría en un colegio, tienen muy claro que quieren ir directamente a una forma de contratación externa”, cuenta el portero. Ya tienen la experiencia. Actualmente 12 colegios carecen de esta figura del portero y en cinco ya hay vigilantes de seguridad. “No creo que sean el mejor elemento para poner en un colegio”, afirma. “Ellos se incorporan 20 minutos antes de abrir la puerta y cuando suena el timbre de llamada a los alumnos, cierran las puertas y se van. Todo lo que sucede hasta que los alumnos vuelven a salir para irse a casa no lo hace nadie”, protesta.
Protestan desde el Colectivo, que creen no respetan la enseñanza pública. "Dicen pensarla como prioridad, aunque desconocen cómo se gestiona el día a día de un centro y la casuística de situaciones que se producen durante la jornada lectiva. Responsables públicos que pretenden una pieza del 'puzzle' de la educación, quizás, porque de igual forma, no entienden que lo que tienen entre manos no es un juego, sino algo más importante que, por supuesto, requiere seriedad, implicación y compromiso", reivindican desde su Facebook
Más que abrir y cerrar las puertas
Casas reivindica la larga lista de tarea que realmente tienen los porteros: “Nosotros ayudamos, por ejemplo, a la preparación de los materiales para las clases. El nivel de implicación es tan grande que yo, por ejemplo, me sé todos los nombres de los alumnos de mi colegio”. La conexión con los niños hace que sean uno más del colegio, que los recuerden como a cualquier profesor.
Casas: "me sé todos los nombres de los alumnos"
“Es una relación asentada en muchos años necesaria para la tranquilidad y el buen funcionamiento. Hemos apagado muchos fuegos también. Momentos de tensión en el que una madre o un padre viene enfadado porque ha recibido una información equivocada y nosotros ayudamos a calmar el asunto”, cuenta Casas.
Desde la plataformas de AMPAS Niñ@s del Sur, Antonio Bueno, cuenta desde la visión de un padre la importancia de los porteros para el bienestar y funcionamiento de los centros de sus hijos: “Son fundamentales. Tienen numerosas cosas que hacer al día a día. Está la relación que tienen el alumnado con el portero, pero más allá de lo emocional y lo sentimental, afecta a la calidad del servicio educativo”.
El pan de cada día en un centro educativo es que los niños salgan y entren a cada hora para ir, por ejemplo, a citas del médico. Sin portero, con un vigilante seguridad que solo está al principio y al final de la jornada, es difícil imaginar quién atenderá a esos padres y quién irá a buscar a los niños. “Afecta también a la calidad del servicio porque si nadie va a abrir la puerta, ese timbre va a estar sonando toda la mañana”.
"Un portero para un niño es un referente. Hay niños que vienen llorando y paran cuando los ven. No es por miedo, es porque sabe cómo tratarlos. Poner un servicio de seguridad lo cambia todo”, cuenta. Bueno, tampoco entiende el ‘modus operandi’ del Ayuntamiento: “Si hay cosas que ya funcionan, déjalas como están. Crea empleos públicos para cubrir esos huecos existentes. Igual hay que hacer un estudio y decir qué tipo de personal falta en concreto”.
Lucha por el empleo público
Desde la asociación, creen que hay un desprestigio a lo “público y a sus luchas”: “Solo se darán cuenta de lo importante que son cuando desaparezcan. El portero hace de todo, pequeñas cosas como subir las persianas todos los días, atender al cartero, curar a los niños… Pequeñas cosas que son muy importantes para el funcionamiento y que si no están ellos no se sabría quien lo tiene que hacer”.
Piden respuestas al Ayuntamiento: “Queremos que se aborte esta misión. Las familias no vamos a parar. Que se planteen seriamente volver a abrazar al sector de la escuela pública y que oferte todo lo que sea necesario para este a la altura para el sitio donde nuestros hijos van a pasar los nueve años de su infancia. Esto no es un gasto, es invertir. Al final de cuentas son las generaciones futuras”.
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