Elena García Armada en 'su' instituto de Jerez: "Hay que quitar a las mujeres el miedo a la ingeniería"

La ingeniera industrial García Armada, experta en robótica, es la 'madre' de un exoesqueleto que ayuda a caminar a menores con problemas de movilidad y visita cada año el centro educativo para participar en las Jornadas Steam

Elena García Armada, en el IES de Jerez que lleva su nombre, con un robot.
Elena García Armada, en el IES de Jerez que lleva su nombre, con un robot. JUAN CARLOS TORO
30 de mayo de 2025 a las 19:14h

Elena García Armada (Valladolid, 1971) visita una vez al año su instituto. El IES Elena García Armada de Jerez, situado en El Membrillar, tiene apenas cuatro años de vida, los que hace que conoce la ciudad. Y los que hace que cruza sus puertas para participar en las Jornadas Steam, que son las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas.

"Este día al año es un premio, una maravilla, siento el orgullo de tener mi nombre en un instituto y un orgullo especial también por su proyecto educativo, que es una referencia", dice García Armada, en conversación con lavozdelsur.es, asegurando que "me sorprenden los avances de los proyectos" y está convencida de que "de aquí pueden salir promesas científicas".

El nombre del centro lo eligió el propio alumnado, tras bucear entre opciones de científicas destacadas en sus campos, que luego votaron. Cuando se lo comunicaron, confiesa que se quedó "bloqueada". Pero rápidamente añade que es "una auténtica privilegiada, porque normalmente los institutos llevan nombres de científicos o artistas que no son contemporáneos. Esto no lo ha vivido nadie. Es el premio más bonito y más grande que he podido tener".

Elena García Armada
Elena García Armada, durante una de sus intervenciones ante el alumnado.  JUAN CARLOS TORO

El resultado ganador fue el de esta doctora en Ingeniería Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, científica titular en el Centro de Automática y Robótica (CAR) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC-UPM) y madre de un exoesqueleto que está cambiando la vida de pequeños que padecen tetraplejia o atrofia muscular espinal. 

Elena García Armada, comandando un equipo de investigadores del CSIC, creó hace una década a Atlas, el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal. Ahora está deseando obtener el marcador CE para que se pueda comercializar en la Unión Europea el exoesqueleto Explorer, de uso doméstico, desarrollado por su empresa, Marsi Bionics. Porque entendieron que había que sacar estas tecnologías de los hospitales y llevarlas a las casas. 

En su instituto, García Armada participa en las IV Jornadas Steam, en las que también intervienen Alba Gutiérrez Ayala, ingeniera de Diseño Industrial y Desarrollo de Productos, con un máster en Ingeniería Biomédica; Sonia Pérez López, ingeniera en Tecnologías Industriales, Automática y Electrónica; y Marta Ojeda Velázquez, ingeniera biomédica.

La importancia de la mujer en la ingeniería 

"Son muy importantes estas jornadas", dice García Armada, "porque hay un problema con las vocaciones en torno a la ingeniería, sobre todo en las tradicionales, como pueden ser la mecánica, la electrónica, la informática...". Algo que para esta científica es necesario "para el progreso de la sociedad". "Detrás de cada avance está la ingeniería". 

Ya sea en quirófanos, en el campo de las telecomunicaciones, en el hogar (electrodomésticos o robots domésticos)... "Todo es ingeniería", sostiene Elena García Armada, para la que es clave también atraer a las mujeres a estos campos. 

"Quedarnos sin ingenieras nos conduciría a una brecha tecnológica, es decir, el progreso tecnológico de la sociedad estaría sesgado. Probablemente, estaríamos más enfocándonos en el espacio, en la defensa, en telecomunicaciones... pero hay muchas aplicaciones relacionadas con la salud o con la discapacidad en los que se puede aportar muchísimo", cuenta. Ahí es donde cree que es fundamental la mirada femenina.

Elena García Armada
Elena García Armada, con el resto de ponente de las jornadas, Alba Gutiérrez, Sonia Pérez y Marta Ojeda.  JUAN CARLOS TORO

"En casos menos voluminosos cuantitativamente, como pueden ser personas que han sufrido una amputación, en niños con problemas, colectivos más vulnerables, tener la implicación de los perfiles femeninos en el diseño de las tecnologías nos puede asegurar que cubramos con tecnología el progreso y no nos quede sesgado ese progreso tecnológico", señala García Armada, quien es un ejemplo de ello.

Y también es un referente para las alumnas que estén pensando optar por una ingeniería. Así lo siente también. "Tengo la responsabilidad de atender y de tratar de facilitar el entendimiento, de quitarles el miedo a la ingeniería a las alumnas", señala, en unas edades en las que "se tiende a la infravaloración de una misma".

Es una forma también, agrega, de romper estereotipos. "Mostramos que las ingenieras somos normales", explica García Armada, quien durante su trayectoria profesional ha experimentado que "hay ciertos hechos de cristal, ciertos sesgos y prejuicios por ser mujer. He tenido que estar demostrando constantemente que la capacidad cerebral de una persona no tiene nada que ver con el físico ni con la estética".

La "revolución" de los exoesqueletos

A Elena García Armada le dejan huella todos los casos de pequeños que prueban su exoesqueleto, que muestran avances en su desarrollo, pero no se le olvida el de un niño de 7 años con parálisis cerebral y ceguera que en apenas un año pasó de no comunicarse a desplazarse con un andador y a "despertar sus sentidos". 

El pequeño, con parálisis cerebral, mantenía la cabeza agachada durante prácticamente todo el día. Ningún estímulo le hacía reaccionar, apenas la música que su madre le ponía en el móvil. Pero comenzó a usar el exoesqueleto dos veces por semana y empezó a sonreír. Luego a jugar con una pelota, que hacía rebotar en una caja, lo que le provocaba carcajadas que en su familia no habían visto nunca.

"A los siete meses, la madre nos mandó un vídeo en el patio de su casa en el que se le veía caminando con sus propias piernas, sin el exoesqueleto, y diciendo: mamá, te quiero", cuenta García Armada. Al año, ya se comunicaba con sus hermanos y era "un niño feliz", sin los problemas digestivos o circulatorios que le provocaban estar postrado en una silla de ruedas.

Elena García Armada
Elena García Armada, con el robot que acompaña a sus explicaciones.  JUAN CARLOS TORO

Con caso como este, no es extraño que la científica diga que recibir el abrazo de los familiares de estos menores "es una inyección de energía". "No hay premio ni retribución económica que se pueda comparar con eso", asegura. Porque "para una mente científica, ver el resultado de tu trabajo creativo en una aplicación real, que cambia vidas, es lo más gratificante". 

Y abunda: "Ver a niños que no han caminado nunca, teniendo la posibilidad de desarrollarse como personas, desde el punto de vista fisiológico y cognitivo, es lo máximo. Los padres hablan de un despertar cognitivo, social...".

Primero nació el exoesqueleto Atlas, de aplicación en centros hospitalarios, y ahora están a la espera de que la Agencia Europea de Medicamentos autorice la comercialización de Explorer, que llegará a las casas, otro dispositivo con la misma tecnología, pensado para el día a día. 

La Inteligencia Artificial y sus "riesgos"

En sus intervenciones en las Jornadas Steam del IES que lleva su nombre, Elena García Armada le habla del alumnado de las aplicaciones de la robótica, del presente y también del posible futuro. Y, cómo no, de Inteligencia Artificial. 

"Todos los progresos técnicos y científicos, todos los que han venido de la mano de una revolución industrial, y ahora mismo estamos en esa cuarta revolución industrial que ha generado la Inteligencia Artificial, conllevan un riesgo", dice la científica. 

"El riesgo —abunda— es que la tecnología te permite una capacidad inmensa de evolucionar, pero el uso que hagamos de ella tiene que estar regulado desde la ética y la moral, lógicamente". Para García Armada, "se están intentando establecer unas normas y una regulación ética para el avance de la Inteligencia Artificial, pero evoluciona más rápido".

Pero, eso sí, matiza: "Yo no soy partidaria de cortarle las alas al progreso científico, pero es verdad que tenemos que ser conscientes de lo que hacemos y de las consecuencias que esto pueda llegar a tener".

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Francisco Romero

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