Melones "aromáticos" de Sanlúcar, un cultivo centenario único en España

La cooperativa Virgen del Rocío pone a la venta los últimos ejemplares de la temporada de esta variedad que cautiva por su aroma y su sabor gracias al entorno, La Algaida, y al trabajo “laborioso” de los agricultores

Daniel Rodríguez entre las cajas de melones de Júcar en la cooperativa Virgen del Rocío en Sanlúcar.
Daniel Rodríguez entre las cajas de melones de Júcar en la cooperativa Virgen del Rocío en Sanlúcar. MANU GARCÍA

Un olor dulzón embriaga las narices de los presentes en la subasta de la cooperativa Virgen del Rocío en La Algaida. El aroma de los últimos melones de la temporada acapara toda la nave donde esta fruta refrescante cargada de vitaminas se hace notar ante el resto.

Amarillos y redondos reposan sobre las cajas. En su piel llevan arrugas, señales que marcan su forma. Indican el cambio de estación y tienen el poder de transportar en cada bocado a esos ansiados días de vacaciones. “Son muy aromáticos”, reafirma Daniel Rodríguez García, encargado de esta fruta de temporada en la cooperativa sanluqueña desde hace seis años.

El melón, es el primero en llegar a las fruterías. En un simple vistazo se puede saber si han sido cultivados en Sanlúcar o vienen de fuera. El chivato es el rabillo largo que les identifica. No esta siendo una época fácil para muchos agricultores debido a sequía que hace agonizar a los cultivos. En cambio, el melón se ha librado de sus garras. Según explica Daniel, “afortunadamente, aunque tenemos una reducción de la dotación de agua para regadío, nos ha permitido cultivar en el primer semestre, en el segundo ya se verá”.

Los compradores observan los melones de Júcar.
Los compradores observan los melones de Júcar.   MANU GARCÍA

A estos melones no les afecta porque son regados con agua del río Guadalete, si fuera de la cuenca del Guadalquivir, otro gallo cantaría. Por las manos de este ingeniero técnico agrícola, sanluqueño de 43 años, han pasado muchos ejemplares —también de boniato, tomate y pepino— desde que arrancó la temporada, a punto de finalizar. “En la cooperativa, dependiendo de la campaña, producimos entre dos y tres millones de kilos”, sostiene el técnico, que comenzó su carrera en el mundo agrícola y terminó en el sector industrial, que abandonó en 2017.

Él conoce al dedillo las características de esta fruta estacional que suele desaparecer a finales de junio. Ni piel de sapo, ni blanco portugués, ni cantalupo. En Sanlúcar desde hace más de 20 años se cultiva la tipología galia, y, dentro de sus variedades —que pueden ser mistral, estelar o ancestral, entre otras muchas— Júcar.

“Es muy sabroso y pequeño, en torno a un kilo y medio, tiene la carne entre blanca y amarilla”, dice rodeado de ellos, que han sido cultivados en la colonia Monte Algaida, en una superficie de una hectárea aproximadamente.

Estos melones son tan populares, en parte, gracias a al terreno donde maduran. Suelos de origen sedimentario que contienen sales, sodio y yodo. Brotan de la arena de una duna de unas 400 hectáreas donde comenzaron a plantar los primeros colonos a principios del siglo XX. Con el tiempo, el Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA) concedió otras mil hectáreas en la zona de marisma, que hubo que arenar para poder cultivar en ella.

Detalle de un melón de Júcar.
Detalle de un melón de Júcar.  MANU GARCÍA

“Estos suelos potencian el sabor de nuestras hortalizas, las plantas no son capaces de evitar que la sal entre dentro de su sistema, penetran en su sistema y van a la fruta”, explica Daniel que señala que, además del entorno, otra de las claves del éxito es el conocimiento de los agricultores. Un legado que se ha ido transmitiendo de generación en generación. Según Daniel, “son capaces de sacar la máxima producción, pero también la máxima calidad. Todo el mundo no es capaz de cultivar en suelos tan complicados”.

"Todo el mundo no es capaz de cultivar en suelos tan complicados"

Los mayoristas merodean entre las cajas dejándose llevar por sus aromas mientras el técnico se dispone a detallar el proceso necesario para que los melones estén frente a sus ojos. En primer lugar, se realiza el encargo de plantas a los semilleros con una antelación de un mes y medio aproximadamente. “Hacemos trasplantes temprano, en la segunda quincena de diciembre. Desde que trasplantamos en campo hasta que se recolecta pasan entre 100 y 110 días, así en la primera quincena de abril ya entran los primeros melones en el mercado”, explica.

Estos melones son únicos en España por la forma en la que han sido cultivados, un sistema que se suele descartar por los altos costes de producción que conlleva. “Generalmente, es un cultivo de porte rastrero, más económico, extendido en el suelo, pero nosotros hacemos una conducción un poco forzada, lo entutoramos, es decir, las plantas las conducimos a través de un hilo con una cuerda que está amarrada a los alambres del invernadero para que crezca en vertical, en vez de en horizontal”, detalla.

Subasta de melones en la cooperativa sanluqueña.
Subasta de melones en la cooperativa sanluqueña.   MANU GARCÍA

Esta forma permite a los agricultores pasear por los pasillos y controlar los puntos de madurez con más precisión. “Hacemos muchas podas y es muy laborioso, pero el resultado es muy bueno”, comenta.

Gracias a esta peculiaridad, los melones de Júcar de Sanlúcar son tan elogiados por los amantes de este postre que también se mezcla con salado en los fogones de la restauración. “El hecho de que un melón se cultive rastrero no quiere decir que sea peor, pero no tiene esa calidad premium, aquí todos están cosechados con el mismo punto de madurez”, añade Daniel.

"Es un trabajo muy laborioso pero el resultado es muy bueno"

Pronto, los melones de su alrededor acabarán en las fruterías de Sanlúcar para su venta directa, o en una gran superficie donde otros mayoristas compran. Al tratarse de una variedad tradicional con poscosecha corta, alcanzan el mercado local y de cercanía, es decir, toda Andalucía, aunque también llegan a Madrid, Barcelona o Portugal, donde un cliente se interesa cada año por ellos.

“Principalmente nos movemos en la Penísula, no soportan un transporte largo”, señala cogiendo otro melón por ese rabillo, seña de identidad. Pero más allá de su aspecto visual, triunfan por su sabor. La boca se hace agua.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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