La quietud en La Algaba, ecoturismo que sufre en Ronda: "La Serranía no está muy bien aprovechada"

María Sánchez fundó hace casi 20 años esta iniciativa liderada por mujeres en plena Serranía de Ronda para poner en valor el mundo rural, el patrimonio natural y generar empleo. La pandemia se ha llevado por delante sus talleres y programas

El poblado prehistórico de La Algaba.   CEDIDA
El poblado prehistórico de La Algaba. CEDIDA

Una chova piquirroja sobrevuela sobre una superficie de 50 hectáreas a pocos kilómetros de la ciudad del Tajo. En la carretera dirección a Algeciras, se alza La Algaba de Ronda, un enclave en el corazón de una de las nueve comarcas de la provincia de Málaga. El sosiego se descubre entre alcornoques, encinas y romeros que arropan a un antiguo cortijo andaluz transformado en complejo cultural, educativo y turístico desde 2002. “Era una de las tantas fincas abandonadas que existen en la Serranía de Ronda, la restauramos como centro de formación profesional, restaurante y alojamiento rural y un espacio para eventos”, cuenta María Sánchez, directora del proyecto.

A la rondeña de 55 años se le ocurrió aprovechar el paraje y extraer todo lo bueno que aporta la naturaleza. Así, hace casi 20 años fundó una cooperativa y puso en marcha esta iniciativa liderada por mujeres. “Surgió con el objetivo de generar nuestro propio empleo y a la par gestionar la finca Algaba desde una visión integral, generando todas aquellas líneas de trabajo que pueden existir en torno al monte mediterráneo como pueden ser la ganadería, la educación ambiental o el ecoturismo”, explica la licenciada en Sociología, especialidad Psicología Social y Antropología, y doctora en Ecología Humana y Población por la Universidad Complutense de Madrid.

Antiguo cortijo andaluz restaurado.   CEDIDA
Antiguo cortijo andaluz restaurado.   CEDIDA

Sus estudios se basan en la relación existente entre el medio ambiente y las personas y, en La Algaba puso en práctica esa sintonía. Desde 2001, la finca está declarada en régimen ecológico por el Comité Andaluz de Agricultura y está gestionada siguiendo un “modelo de gestión integral”. Para dar vida y actividad al espacio, María y sus socias crearon una red de economía social con universidades, asociaciones y empresas en función de sus programas. “Esto genera muchas sinergias positivas tanto en el ámbito del desarrollo como en el de la investigación o el de la conservación”, añade.

“El mundo rural es fundamental en la sociedad de hoy"

El movimiento de las jaras y los acebuches al compás de la brisa se percibe desde las ventanas de este cortijo que lleva dos décadas generando empleo, fomentando la cultura y dando a conocer la flora y fauna que le rodea. Para la gerente, “el mundo rural es fundamental en la sociedad de hoy, por esa capacidad de producir alimentos de calidad y por la conservación del ecosistema”. Una concepción que desarrolla en La Algaba, vista con buenos ojos desde su comienzo.

María Sánchez, directora de La Algaba.   CEDIDA
María Sánchez, directora de La Algaba.   CEDIDA

Esta idea innovadora perdura ofreciendo dos líneas de trabajo “exclusivas” que María destaca con orgullo porque “no existen ahora mismo en otros lugares, ni siquiera en Andalucía”. Por un lado, la recuperación de razas ganaderas andaluzas en peligro de extinción, en concreto, las gallinas, las vacas cardenas, las ovejas merina grazalemeña y el burro andaluz. “Aquí se encuentra un núcleo zoológico único del ibérico dorado”, dice. En este sentido, se produce carne y miel ecológica. Y por otro, la construcción de un poblado prehistórico con 16 cabañas.

En una extensión de 4.000 metros cuadrados acotados con una muralla de piedra, se divisa una reproducción arqueoexperimental de un asentamiento neolítico repleto de utensilios domésticos. Punto de encuentro de muchos talleres que se remontan a la forma de vida de nuestros antepasados.

La ocurrencia ha sido reconocida con premios europeos, nacionales o locales como el galardón Europa Nostra otorgado por la Unión Europea en 2008 o el Premio a la Innovación a las Mujeres Rurales, otorgado por el Ministerio de Medio Ambiente, en 2011. Sin duda, el proyecto sigue llamando la atención y da sus frutos persiguiendo “la conservación de un patrimonio natural en el monte mediterráneo y la investigación en temas ambientales, históricos y agroecológicos para generar empleo”. Son los objetivos que motivan a María Sánchez a seguir al frente de la cooperativa gestionando el complejo donde, según la época del año trabajan desde tres o cuatro personas a un máximo de doce.

Jóvenes realizando una actividad.   CEDIDA
Jóvenes realizando una actividad.   CEDIDA

En la finca se organizan un sinfín de actividades, talleres y programas vinculados al conocimiento de la geodiversidad, el patrimonio natural del monte mediterráneo, la excavación arqueológica o las pinturas rupestres. También es habitual la divulgación de la molienda y la cerámica y otros quehaceres domésticos. Las visitas interpretadas y los encuentros para descubrir la arqueología son otra opción.

Las palabras “ecoturismo”, “turismo ornitológico”, “agroecológico” y “científico” salen de la boca de María con entusiasmo. La rondeña explica que muchos profesionales se acercan al observatorio del complejo para hacer fotografías o apreciar el canto de las aves al ser un lugar estratégico para esta actividad. Multitud de familias, turistas, profesionales y estudiantes de centros educativos, “de todos los niveles, desde infantil hasta universitario”, ya han disfrutado de esta escapara rural al aire libre. “También hemos hecho programas específicos para la tercera edad o para personas con discapacidad”, recuerda la directora.

Varios niños en uno de los talleres de La Algaba.   CEDIDA
Varios niños en uno de los talleres de La Algaba.   CEDIDA

Después de tantos años perdiéndose por los senderos del bosque, a María le sigue encantando “sin duda su riqueza natural, la Serranía de Ronda es extraordinaria por su patrimonio natural y por su potencial agroecológico. Digo potencial porque no está muy bien aprovechada, creo que hay muchas cosas que se pueden hacer”. Pero, tanto para las iniciativas futuras como para La Algaba, no es un buen momento. Todo está paralizado desde hace un año cuando la pandemia hizo de las suyas en este rincón andaluz de gran valor.

"La única actividad que mantenemos es la que desarrollamos online"

“Se ha notado totalmente porque al trabajar con personas…”, lamenta María al otro lado del auricular. El complejo no tuvo más remedio que cesar su actividad y cancelar todas las actividades relacionadas con la visita de grupos. Según expone la gerente, “hasta que no se abra el municipio no nos permiten actividad. La única actividad que mantenemos es la que desarrollamos online de asesoramiento y de formación”. En estos momentos 16 personas participan desde sus casas en un programa para el fomento del emprendimiento colectivo y la creación de cooperativas organizado en colaboración con la Fundación Biodiversidad. Un gorrión chillón se posa en los rosales silvestres, contempla la tranquilidad, el mutismo que hace un año estaba lleno de conversaciones y preguntas.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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