Las microalgas demandadas en todo el mundo que se cultivan en El Puerto: "Hay más de 800.000 especies"

El bilbaíno Carlos Unamunzaga dirige desde hace 20 años Fitoplancton Marino, una empresa pionera en el sector dedicada a la producción de estos organismos microscópicos por los que se interesó el chef Ángel León

El bilbaíno Carlos Unamunzaga sujeta un recipiente con cepas de microalgas.

A veces, toda la riqueza de la Bahía de Cádiz no reluce a simple vista. Un vasco natural de Bilbao se dio cuenta hace 20 años que los organismos microscópicos del mar también esconden un potencial que, en 2002 aún estaba por explorar.

Ese fue el año en el que Carlos Unamunzaga y su mujer Lalia Mantecón, fundaron en el muelle comercial de El Puerto una empresa que se ha convertido en referente mundial del sector de la producción de microalgas.  Todo surgió cuando estaba a punto de terminar su grado en Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz, motivo por el que se había mudado al sur.

“Fue por inspiración del profesor Luis Lubián, el nos abrió el mundo de las microalgas y su capacidad de producir un montón de compuestos”, recuerda el fundador desde las instalaciones de Fitoplancton Marino, nombre que eligió para el proyecto en honor a los seres vivos de origen vegetal que flotan en el agua.

Recipiente con cepas de microalgas. MANU GARCÍA

Montar una empresa de biotecnología desde cero no fue fácil. Pero a base de “mucha inversión” y las subvenciones europeas que le concedieron logró ponerla en pie. Fue una de las primeras de Europa, continente donde, actualmente, se registran más de 200 entidades dedicadas a este sector.

"Empezamos usándolas como alimento para las larvas de peces"

Así, Carlos comenzó a producir y comercializar productos derivados de las microalgas, esos organismos unicelulares que forman parte del fitoplancton marino y habitan tanto en aguas dulces como saladas. “Las especies marinas acumulan muchos más compuestos de interés”, aclara el licenciado.

En unas instalaciones de 10.500 metros cuadrados, se dedican a cultivarlas con el fin de utilizarlas para distintas aplicaciones. “Empezamos usándolas como alimento para las larvas de peces en acuicultura”, explica mientras observa a través de un microscopio estos vegetales. Pero con el tiempo, incorporó distintas vías de comercialización.

Carlos observa las microalgas a través de un microscopio. MANU GARCÍA
Suplementos alimenticos. MANU GARCÍA

Una de ellas es la venta a las farmacias que usan las microalgas para crear suplementos alimenticios como las vitaminas, además de otros productos como antinflamatorios o remedios para ojos secos o para reducir el colesterol. Todos ellos formulados con Tetra Sod, las enzimas antioxidantes desarrolladas en esta empresa.

También se usan en la cosmética y para la alimentación. De hecho, en 2014 se constituyó como la primera empresa europea autorizada para producir microalgas de uso alimentario para su consumo humano gracias a la iniciativa de Ángel León. El chef del mar fue pionero en añadir plancton a sus recetas y sacó a la luz un ingrediente que hoy en día usan miles de restaurantes de todo el mundo, en su mayoría de nivel medio-alto, con estrellas Michelín.

“Fue un proyecto que desarrollamos para él. Él lo dio a conocer y nosotros fuimos los responsables de fabricarlo”, señala Carlos que recuerda que tardaron cinco años en conseguir la autorización necesaria. Desde entonces, distribuidores del canal Horeca hacen llegar el plancton a las mesas de los establecimientos.

Colección de especies de microalgas en recipientes. MANU GARCÍA

El director abre las puertas de cada sala del edificio para adentrarse en el proceso que se lleva a cabo. Una cadena que se extiende a lo largo de cuatro meses antes de la cosecha. En primer lugar, se extrae el agua de un pozo propio y, a continuación, se filtra y se esteriliza.

“Después inyectamos CO2 para que hagan la fotosíntesis. Producen oxígeno que eliminamos porque les inhibe el crecimiento”, dice después de abrir una nevera repleta de recipientes donde, cada uno, contiene agua de distinto color según la especie que alberga.

"Comercializamos unas cinco especies"

Según explica Carlos, cuentan con una colección de más de 400 especies, de las cuales seleccionan unas cepas u otras en función de su aplicación. “Pero solo comercializamos unas cinco y según la estación del año cultivamos unas u otras”, sostiene el bilbaíno, que asegura que existen más de 800.000 especies microscópicas en un mundo aún por descubrir.

Agua verde tras ser tratada. MANU GARCÍA
Carlos en la explanada donde se ubica el tubo metacrilato de 37 kilómetros.  MANU GARCÍA

Tras la inyección de dióxido de carbono las cepas se multiplican hasta el punto en el que el agua se vuelve verde oscuro. Cuanta más densidad tenga, más pigmentada se verá. Finalmente, ese cultivo se centrifuga para eliminar toda el agua y extraer una pasta de células. “De 3.000 litros obtenemos dos kilos y cuando la deshidratamos se queda en medio”, detalla.

En el exterior, a pleno sol, Carlos pasea alrededor de un tubo metacrilato de 37 kilómetros. El líquido verde fluctúa por el interior del cilindro situado en una zona idónea para el cultivo.

“La producción diaria es más de 10 veces lo que puede haber de productividad en toda la Bahía de Cádiz”, comenta pisando un lugar que favorece la actividad. La cantidad de horas de luz y la temperatura son importantes. Por eso, en invierno, la productividad baja un 30%.

Una científica trabaja en el laboratorio.   MANU GARCÍA
Bote con el producto liofilizado listo para su comercialización.  MANU GARCÍA

En esta empresa, el cultivo sostenible -absorben 10 toneladas de CO2 y producen 10 de O- se realiza a través de biorreactores automatizados que controlan la temperatura o el PH. “Buscamos las condiciones ideales para que crezca el máximo posible”, dice señalando una pantalla que arroja toda la información.

Las científicas trabajan en el laboratorio donde se realizan los análisis y, posteriormente, se liofiliza sin perder sus características. El producto se vende en forma de polvo verde con el que rellenan los botes. “No tienen un proceso químico ni ningún aditivo. Siempre buscamos productos de etiqueta limpia, con ingredientes cuyo proceso sea lo más natural posible”, sostiene.

Finalmente, las microalgas liofilizadas se venden en más de 18 países, desde Italia o Reino Unido hasta Japón, Canadá o Estados Unidos. “En España tenemos más de 30 distribuidores, pero más del 80% de volumen de negocio es exportación”, cuenta a lavozdelsur.es. con la mirada clavada en ese líquido verde que mima como un agricultor a sus aguacates.