Elegantes, baten sus alas por los recovecos de los pueblos del Campo de Gibraltar. Revoltosas, llaman la atención de los vecinos de Jimena y Castellar de la Frontera donde es habitual cruzarse con ellas. Las mariposas monarca forman parte de la idiosincrasia de aquellos municipios arropados por el parque natural del Estrecho. Sus habitantes están acostumbrados a convivir con este insecto que evoca recuerdos a los chapasrreros y jimenatos.
“Entraban en casa y se posaban en las cortinas durante días”, dice uno de ellos. “Las recuerdo en la esparraguera que tenía mi abuela y me daban mucho miedo”, comenta otra. Algunos niños las llamaban “palomitas” y se quedaban embobados con su vuelo. “Yo las veía enormes”.
Son escenas que las familias guardan en su mente con cariño. Para ellos, “es una vecina más” al que sabe diferenciar perfectamente de otras especies. “Cuanto paseas por estos pueblos en octubre y en primavera las ves en los árboles posadas. Crees que es una hoja, pero cuando te acercas sale volando”, comenta Alejandro Pulido, hijo adoptivo de Jimena que quedó embelesado por este pequeño habitante asentado en Cádiz desde hace 36 años.
Este guía de senderismo conoce a las mariposas, tanto las monarca como las africanas y las tigre -las tres especies que se observan en esta zona- como la palma de su mano. De hecho, muchas se han llegado a posar en ella. Alejandro asegura que el mejor lugar para verlas es Castellar Viejo, cerca de las casas colindantes a la imponente fortaleza. Sus árboles están repletos de mariposas en esta época del año.
“Es una vecina más”
Con una envergadura de 10,2 centímetros, estos insectos presentan alas naranjas con franjas negras y lunares blancos. “Ha venido hasta vestida de flamenca para quedarse en Andalucía”, bromea este miembro de la asociación Senderistas del Castillo de Jimena que se dispone a detallar las características de este bello animal.
“Su color llamativo está diciendo que tiene un amargo sabor por eso no tiene depredadores”, explica. La mariposa monarca fue descubierta en la provincia de Cádiz en 1986, cuando se creía que era un visitante esporádico. Sin embargo, en 1997 se determinó como especie autóctona gracias a su entorno.
La aventura de este insecto comenzó en Norteamérica, donde se extendía desde México hasta Alaska. Pero, ¿cómo llegó a una zona situada a casi 9.000 kilómetros de su hogar? Normalmente, la mariposa monarca vuela a bastante altura en busca de comida. “Allí se queda sin alimento debido a la tala de árboles y los pesticidas y tiene que estar migrando de un sitio a otro. Ha sabido adaptarse”, explica Alejandro.
En sus viajes, su rumbo cambia bruscamente y esta “buscavidas” termina sobrevolando el Atlántico. “Se podría entender que esta especie a migrado desde América a España, pero no es así. Cuando esta mariposa vuela hacia México en busca de alimento, los fuertes vientos de la zona desvían a muchas de ellas y acaban aquí por accidente”, detalla el guía.
La mariposa encontró en el sur del país y en las Islas Canarias el ecosistema que necesitaba para sobrevivir y se quedó, de forma que cada año se reproduce en las zonas húmedas como arroyos o charcas. “Aquí están las plantas que ellas necesitan para alimentarse y poner sus huevos”, dice desde Jimena.
Sus crías solo se alimentan de las asclepias - un género de plantas perennes con más de 200 especies-, concretamente de Lantana cámara o españolita y asclepias curassavica, conocida popularmente como algondoncillo. Especies que no son autóctonas pero se introdujo por sus distintas aplicaciones.
“Esta mariposa ha vuelto a sus orígenes"
“Las trajeron de América central y esta mariposa ha podido sobrevivir gracias a esto”. Por casualidad, se encontraron con el clima y la vegetación idóneas. “Esta mariposa ha vuelto a sus orígenes, es decir, a un lugar apropiado para poder dejar de emigrar”, explica Alejandro que suele dar a conocer a los visitantes la historia de esta inquilina.
En Castellar existe el Sendero de la mariposa Monarca, de unos 6 kilómetros, en el que muchas personas se adentran atraídas por esta especie. En un tramo de la ribera del río Guadarranque, entre fresnos y quejigos, se divisa la población de mariposa Monarca más importante de Europa. “Hay carteles que indican que hay que seguir el sendero, si te sales puedes dañar a los gusanos y sus huevos”, comenta el guía.
Desde la asociación Senderistas del Castillo de Jimena organizan rutas en primavera y octubre desde hace seis años. Además, se adentran en los bosques de Málaga y otras provincias y llevan a cabo batidas de limpieza.
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