Un equipo científico del Centro Oceanográfico de Málaga, perteneciente al Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), ha documentado una transformación significativa en la composición de especies marinas en aguas del sur de España. Según un nuevo estudio, los cambios afectan principalmente a la demarcación del Estrecho de Gibraltar y el mar de Alborán, regiones que están experimentando un proceso de “tropicalización” acelerado, impulsado por el calentamiento global.
El análisis se basa en 25 nuevos registros de peces en el Mediterráneo español, de los cuales 23 no habían sido documentados previamente en la zona. A través del estudio de las preferencias térmicas de estas especies y su comparación con la fauna ya asentada, los investigadores han identificado un aumento notable de más de 6 grados centígrados en la temperatura media preferida por los nuevos ejemplares.
“Los resultados muestran que el mar de Alborán y el Estrecho de Gibraltar están siendo especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático”, explica José Carlos Báez, coautor del estudio. Este fenómeno, sin embargo, no se presenta con la misma intensidad en otras regiones como la demarcación Levantino-Balear, lo que pone de manifiesto una distribución geográfica desigual del impacto climático en el Mediterráneo.
El informe señala que la tropicalización observada en el mar de Alborán podría estar siendo acelerada por varios factores concurrentes: el aumento de la temperatura del agua, las conexiones directas con el Atlántico, la presencia de especies exóticas y la presión humana intensa, especialmente en áreas con alto tráfico marítimo y turismo.
Riesgos ecológicos en un ecosistema en transformación
Este fenómeno de sustitución de especies no es inocuo. “El desplazamiento de especies nativas por especies tropicales podría alterar las interacciones tróficas y comprometer la estabilidad de los ecosistemas marinos”, advierte Davinia Torreblanca, otra de las autoras del estudio. La entrada de nuevas especies puede modificar redes alimentarias y poner en riesgo la biodiversidad de estos entornos.
Ante este escenario, los autores subrayan la necesidad de seguir monitorizando los cambios en la biodiversidad marina del Mediterráneo. El objetivo: anticipar las posibles consecuencias ecológicas y gestionar de forma adecuada los recursos naturales y la conservación de los hábitats marinos más vulnerables.
Finalmente, el estudio propone integrar en futuras investigaciones tanto variables ambientales como factores antrópicos, como el tráfico marítimo o la presión pesquera. Esta perspectiva más amplia permitiría entender mejor las dinámicas ecológicas en curso y desarrollar políticas de conservación más eficaces y adaptativas frente a los desafíos que plantea el cambio climático en los ecosistemas marinos.
