Massimo Pozzi comenzó a servir helado de torrijas el Viernes de Dolores de 2012. Desde entonces, solo ofrece esta variedad durante Semana Santa. Cuando Cristo resucita, adiós torrijas. Este heladero italiano de 38 años, originario de Monza, llegó a la Bahía de Cádiz a finales de 2009. Poco tiempo esperó para abrir su negocio en el mismísimo casco histórico de El Puerto, en plena calle Luna. Ni la crisis le achantó, ya que el 30 de marzo de 2010 la heladería Da Massimo abrió sus puertas. Su apuesta por el helado artesanal y su habilidad a la hora de conseguir sabores únicos como Nutella blanca, salados impensables como el helado de queso payoyo o de gazpacho, hizo que este pequeño local se convirtiera en parada obligatoria para todos los ciudadanos que pasean por el corazón de El Puerto.

Ni serranitos, ni bocadillos de tortilla con lata de refresco. Los penitentes y costaleros portuenses recargan fuerzas a base de bolas de helado en Da Massimo. “En Semana Santa estamos desbordados, solemos tener 100 números en espera”, apunta Pozzi. Está inquieto. No es un buen día. Abre en una media hora y está organizando el establecimiento que está a dos pasos del primero que abrió. “La crepería de la esquina la inauguramos en julio de 2012”. Y ya cuentan con un tercer comercio. “Además de ser un local más grande, se trata de una heladería y gofrería en la que hacemos helado con nitrógeno”, incide con naturalidad.

¿De dónde le viene la vena heladera? “No hay un por qué”. Confiesa tener una pasión irracional por el dulce helado y que no le viene de familia. Estudió en la Escuela de Pastelería de Lecco, en Italia, y a partir de ahí se especializó en la cremosidad del gelato, en parte gracias a vivir en Italia, la cuna del helado. “El primer sabor que recuerdo de pequeño es el de fresa, pero mi favorito es el de pistacho, el más demandado en mi país”, comparte. “En Italia hay una guerra a ver quién tiene el mejor helado de pistacho. Aquí en Andalucía ocurre algo parecido con el helado de turrón”, agrega.

Pozzi ofrece más de 20 sabores diferentes en su heladería Da Massimo, además de yogurt con múltiples toppings, gofres en pinchos, crepes y tarrinas de un kilo o medio kilo. Este joven heladero también elabora los helados de diversos restaurantes de El Puerto, trabaja en catering de bodas, comuniones y tiene servicio a domicilio. “También hicimos una vez helado de plancton para unas jornadas sobre el estero y sal”. Tiene un equipo de 15 personas a su disposición y produce cerca de 400 kilos de helado a diario. Ha conseguido monopolizar la industria del helado en la localidad gaditana en menos de siete años y sin utilizar el concepto de producto industrial. Todo es artesanal y sin recetas familiares. Todas las mezclas salen de la mente de Massimo Pozzi.
“También hicimos una vez helado de plancton para unas jornadas sobre el estero y sal”

Para el helado de torrijas cuenta que rompe en trozos muy pequeños torrijas artesanas que compra en la cafetería La Ponderosa, de El Puerto. A la base de leche, nata y demás elementos necesarios para elaborar helado, le añade miel, canela y las torrijas ya troceadas. Nada de vino. A esta variedad especial de la semana de Pasión le acompaña el helado de azahar con naranja, otro postre típico de esta festividad. Justo enfrente de la primera heladería Da Massimo se encuentra la Iglesia de los Esclavos del Sagrado Corazón. Dice que desde allí no sale ninguna procesión y que tampoco vive la Semana Santa. Y es que este joven heladero no para de trabajar. Apenas sale de detrás del mostrador.

En su local, además de colocar un photocall en la entrada y asientos varios para sus clientes, tiene un cartel solidario de Marcos Carribero, otro que informa de diversas actividades culturales en la ciudad y un pequeño cartón con el que anuncia que está a la venta el disco de Ismael Carbayo, un cantautor portuense. Pozzi comparte que su heladería patrocina a equipos de fútbol, triatlón, rugby, natación y a la asociación La Gaviota, dedicada a las personas con movilidad reducida, entre otras organizaciones. “Me parece correcto ayudar a los demás. Hice voluntariados de pequeño y ahora no puedo con tanto trabajo”, cuenta con una sonrisa amarga. Pero en primavera Da Massimo endulza la Semana Santa con toques de canela, miel y azahar, y en invierno no cierra sus puertas porque quizá a alguien le apetezca un poco de manteca y vino servido en cucurucho o en tarrina. Sí, un helado de polvorón. Sus postres temáticos nunca faltan, nunca fallan.

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Claudia González Romero

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