Desde el año 2006 el semanario británico The Economist —uno de los referentes periodísticos contemporáneos— viene realizando un ranking del nivel de democracia (Democracy Index) presente en 165 estados miembros de las Naciones Unidas. Junto con los procesos electorales, la participación política real o las libertades civiles, el otro de los factores que sirve para delimitar el estado de salud de las democracias nacionales es el pluralismo mediático, es decir, la variedad de opiniones, posiciones o doctrinas trasladadas a la opinión pública a través de los medios de comunicación de un país. De este criterio establecido por el periódico liberal inglés se desprende que la capacidad que tienen los ciudadanos para estar informados libremente condiciona el sistema democrático en el que viven, y es a su vez condición sine qua non de este.

En el año 2012, España aparecía en el ranking como el último de los países calificados como 'democracia plena', justo antes de comenzar el bloque de las 'democracias defectuosas' encabezado por Cabo Verde y Portugal. Sin embargo, los elevados índices de concentración mediática presentes en el estado español están muy lejos de representar un panorama plural. Una televisión privada comandada por dos grandes grupos empresariales (Mediaset-Prisa y Atresmedia-Planeta) que son dueños directos de más de la mitad de las cadenas que tenemos a nuestra disposición en la TDT y participan indirectamente en otros tantos canales, es un buen ejemplo de ello.

Si además tenemos en cuenta que detrás de estos grupos se encuentran accionistas que provienen del mundo de la banca, la construcción o la aeronáutica, las posibilidades de libertad informativa en la práctica se recortan más aún. En medio de este enrarecido clima, los medios públicos tampoco son bastiones libertarios. Valga como ejemplo un episodio vivido en el año 2007 que no por distante ya en el tiempo ha perdido vigencia en lo estructural. El 21 de febrero de 2007 Televisión Española debería haber emitido una entrevista realizada por Jesús Quintero al periodista José María García que fue censurada por la corporación pública de televisión. En dicha entrevista grabada, el veterano periodista relataba los entresijos de la profesión periodística y hablaba alto y claro sobre las maniobras del poder político en el entorno de los medios de comunicación, la creación de Telefónica como emporio mediático de la derecha para contrarrestar la influencia del grupo Prisa o el dudoso proceder al respecto del ex-presidente José María Aznar.

En el ecuador de la entrevista —que posteriormente fue filtrada en medios digitales— García confesaba con cierto tono escéptico: “una prueba de libertad [real de los medios de comunicación] es que esto salga, lo que estoy diciendo…”. Paradójicamente, esta frase se convirtió en un símbolo manifiesto de la censura del siglo XXI y en un doloroso reflejo de la debilidad democrática que en muchas ocasiones acecha a nuestros periódicos, emisoras y canales. He querido rescatar este episodio y esta cita en mi primera colaboración con lavozdelsur.es para hacerla mía y convertirla en una firme declaración de intenciones. Una prueba de libertad será que esto se publique, así como que cada viernes pueda ejercer mi derecho, tristemente inusual hoy en día, a pensar críticamente y proyectar esos pensamientos con una tinta sin censuras. En ello confío y espero que me acompañen.

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