Hoy día de elecciones para la Comunidad Económica Europea tenemos una oportunidad para desahogar la tensión acumulada contra la gestión política, los políticos o contra el mismo sistema democrático por los asuntos de desempleo, corrupción, recortes sociales, o la falta de esperanza en que el mundo vaya a continuar desarrollándose por un camino más justo.

Esa falta de expectativas o de ilusión puede quitarnos las ganas de ejercer un derecho conquistado a lo largo de la historia no sin represión, no sin sangre, no sin esfuerzo contra las fuerzas opresoras o dominantes, que variadas y poderosas han sido y lo siguen siendo, a la espera del mejor momento para volver a imponer su salvación.

No debemos desentendernos de toda esa gente que luchó por nuestros derechos. El esfuerzo que nos legaron es inapreciable: sólo tenemos que perder unos minutos, de un día de descanso, para ir al colegio electoral y depositar un papel con tu opción dentro de una urna.

Hubo un tiempo en el que queríamos ser europeos. Lo conseguimos y nos hemos desarrollamos positivamente no sin nuestro esfuerzo, pero también con los recursos que los países de la comunidad han aportado para conseguirlo; y tampoco debemos desentendernos de eso ahora que las circunstancias son difíciles.

Es comprensible el disgusto, pero no lo paguemos contra las urnas. No lo paguemos contra la democracia ni contra nosotros mismos.

SALUD

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