Mendizábal especuló en Jerez

A pesar del exacerbado sentimiento católico de la burguesía liberal asentada en Jerez, los comerciantes de la zona especularon y se enriquecieron con la compra de los bienes desamortizados de la Iglesia

Jesús Caballero Ragel

Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y doctor en Artes Humanidades por la Universidad de Cádiz 

Mendizábal en un grabado de José Gómez.
Mendizábal en un grabado de José Gómez.

El gaditano Juan Álvarez Mendizábal fue ministro de Hacienda (1835) y presidente del gobierno (1835-1836) durante el reinado de Isabel II. Llevó a cabo los decretos de desamortización de 1836 que conllevaron una importante financiación vital para la victoria de los liberales isabelinos en la I Guerra carlista, la amortización de parte de la deuda pública del estado y una gran transformación económica que enriqueció a la burguesía liberal española.

La cultura del pelotazo no se inventó durante el socialismo de Felipe González, como creen algunos. En realidad ha existido siempre, aprovechando la explotación de un recurso que se convierte en motor económico y especulando con ese recurso. Este hecho fue muy evidente durante la Desamortización de Mendizábal. Se sabe que Mendizábal, que aparte de político liberal atendía también sus negocios y finanzas, compró tierras durante la Desamortización, aunque no fueron muy significativas. En realidad, las revendió pronto más caras, especulando con el bien que había adquirido. 

Por un documento existente en el Archivo Municipal de Jerez (AMJF, legajo 251, expediente 7.618) sabemos que Mendizábal especuló en Jerez. El 29 de agosto de 1840, el comisario administrador de desamortización para la zona de Jerez, Luis  Sánchez Panadero,  solicitaba la apertura de 4 ventanas en el desamortizado colegio jesuita de Santa Ana de los Mártires, en nombre de su dueño, Juan Álvarez Mendizábal. La transformación de los vanos corría bajo la dirección del maestro de obras de Cádiz, Juan de Arduña. Los jesuitas habían sido expulsados en 1767 por Carlos III, pero se les permitió su vuelta en 1814. Se sabe que el colegio ocupaba un gran espacio por detrás de la iglesia y del claustro, extendiéndose entre la actual calle Padre Rego y la actual Plaza Salvador Allende. 

Álvarez Mendizábal lo tuvo poco tiempo vendiéndolo posteriormente. Sabemos que en 1843, el colegio pertenecía al hacendado D. José Antonio de Agreda, que lo había adquirido mediante compra y también solicitaba abrir más huecos (AMJF, Legajo 251, expediente 7.679). Probablemente, lo utilizó como almacén. Hoy día, la zona del colegio lo ocupa un conjunto de pisos modernos.

A pesar del exacerbado sentimiento católico de la burguesía liberal asentada en Jerez, los comerciantes de la zona especularon y se enriquecieron con la compra de los bienes desamortizados de la Iglesia. Fundamentalmente con la adquisición de tierras, que al subastarse en Andalucía en grandes lotes, solo permitió su compra a la burguesía adinerada, creándose amplios latifundios. Pero también se enriquecieron con la compra de los propios conventos y de sus inmuebles urbanos, que eran muchos, y aún más tras redimirse los censos con los que estaban grabados a partir de 1855. En muchos casos permitieron la continuación del culto en los templos, incluso fomentaron la cultura y la educación con algunos de  los bienes adquiridos,  pero especularon con sus propiedades.

La especulación fue un hecho constatable en todas las desamortizaciones decimonónicas. Sabemos que en 1820, durante el Trienio Liberal, los Hermanos Azpitarte, comerciantes de Cádiz, compraron la huerta y el molino del Convento de la Merced de Jerez, que se había desamortizado. Allí establecieron bodegas y una fábrica de aguardientes. Dichas bodegas fueron después de Bobadilla y hoy día pertenecen al Ayuntamiento, encontrándose en ruinas. 

El convento de los Descalzos fue comprado por el hacendado Juan García Pérez en 1854. Este derribó el claustro, cedió parte del mismo para ampliarse la calle Medina y construyó casas y bodegas delante del convento, a espaldas de la estación de trenes y por el callejón de los frailes (actual calle Descalzos).

El convento de Santo Domingo fue comprado primeramente por D. Julián López García, comerciante de Cádiz que construyó bodegas en la huerta, aunque el grueso de sus bodegas las edificó entre las calles Zaragoza y Pajarete, enfrente de la plaza de toros y a través del callejón de Pajarete que llevaba al recreo del vicecónsul Perrin (después Recreo de Terry, actualmente Colegio Gloria Fuertes) hasta la viña de Peleyron (actual Barriada España). 

En 1864, Manuel María González Peña, dueño de las Bodegas González Byass, compró parte del ex convento a Julián López. Edificó en 1865 en parte de la huerta la magnífica casa del edificio de Unicaja, que se concibió como centro cultural para el Casino Jerezano y fue realizado por José Esteve en arquitectura ecléctica. El casino renunció finalmente a establecerse allí por el alto coste que le suponía. Posteriormente, el edificio acabaría en 1902 en manos de la Compañía Jerezana de Electricidad, que estableció una central eléctrica (se llamaban así por establecerse en el centro de las ciudades) en la parte posterior, en los terrenos de la antigua huerta. No fue la primera central eléctrica en Jerez, pues ya existió la de Callejón y Bonete en 1899 en los terrenos de la Alameda Vieja, donde estuvo posteriormente el Teatro Eslava. 

Julián López y González Peña arrendaron al estado una gran bodega del ex convento para cuartel, arrendamiento que finalizó en 1869. También hay que decir que unos graneros del convento fueron cedidos altruistamente por González Peña en 1878 para la creación de la Escuela de Bellas Artes de Santo Domingo y que en 1902 el convento albergó un museo-almoneda, con una colección de arte excepcional, que perteneció a Manuel Críspulo González Soto.

El convento de la Vera Cruz fue comprado por el comerciante gaditano José Paúl en 1844. Lo utilizó como almacén. Posteriormente, sus descendientes vendieron el convento al Ayuntamiento jerezano que pretendió realizar un jardín público, aunque el solar finalmente se convirtió en 1933 en la oficina de correos.  El convento de la Santísima Trinidad fue adquirido en 1856 por D. Julián Pemartín Laborde durante la desamortización de Madoz. En la zona de la portería edificó un excelente edificio, cuyas obras fueron dirigidas por Agustín García Ruiz, que hoy día es el hotel Itaca. 

Parte del convento de San Agustín fue adquirido por el comerciante Antonio Martín y Cembrano. Sus descendientes lo vendieron al Ayuntamiento en 1889, que pretendía establecer allí el Instituto local, aunque al final el espacio se cedió para cuartel y finalmente se estableció en su antiguo claustro la Guardia Civil. D. Luis Pernía y Terán adquirió el Convento de la Victoria en 1844. Al parecer, lo utilizó también de almacén. Sus descendientes lo cedieron en 1910 para que se instalase la Escuela de Artes e Industrias, luego de Artes y Oficios. En parte del convento se estableció la Escuela de Comercio desde 1940 y posteriormente la Facultad de Empresariales.

Hemos expuesto aquí algunos ejemplos del enriquecimiento extra que produjo la desamortización de los bienes urbanos de la Iglesia en la burguesía liberal decimonónica jerezana. Algo que estaba bien visto en la mentalidad liberal de la época, donde el éxito económico era señal de valía personal e inteligencia. Mendizábal, legislador de una de las grandes desamortizaciones, no se privó de hacer negocios en Jerez con los bienes desamortizados a los jesuitas.

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