Manual para una Navidad ecológica

Hay mercados justos, ecológicos y sostenibles, no sólo existen las grandes superficies.

Sacos con especias, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA
Sacos con especias, en una imagen reciente. FOTO: MANU GARCÍA

Este artículo debe ser leído con mente amplia, aquella que reflexiona sobre las relaciones causa efecto, intenta aprovechar algo de su lectura, pero nunca como catecismo de obligado cumplimiento. Al fin y al cabo para ser un buen ecologista debemos tener algunas contradicciones, de lo contrario nos convertiríamos en “talibanes” de la ecología, y los extremos nunca son buena opción.

Se acercan unas fechas en las que las tradiciones nos pasan por encima. A veces sin quererlo o simplemente sin darnos cuenta, los hábitos adquiridos como norma, se imponen a cualquier acto diferente y diferenciado. Vamos a reflexionar al respecto del consumo, dieta y regalos en navidades y sus diferentes impactos. No queda muy lejos la COP25 celebrada en Madrid, y en ella se ha debatido ampliamente sobre los cambios en el paradigma de nuestra sociedad a los que debemos hacer frente si queremos no colapsar.

Impactos en el clima y el medio ambiente

Nuestra alimentación es una parte fundamental en dicho cambio, y la ingesta copiosa de estos días, uno de los posibles hábitos a cambiar. Elegir productos de temporada, cercanos, de producción ecológica puede disminuir enormemente nuestro impacto en el clima.

La ganadería es, según la Organización Mundial de la Alimentación y Agricultura (FAO),el sector con más impacto, responsable del 14,5% de los gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas a nivel planetario. Suponen el 5% de las emisiones mundiales de CO2, el 44% de las de metano (más que las explotaciones mineras, petróleo y gas natural) y el 53% de las de N2O, teniendo estos últimos dos gases un efecto invernadero más elevado que el CO2.Por tanto disminuir la ingesta de carne sería de gran ayuda.

Asimismo mirar en el etiquetado el lugar de procedencia de pescados y mariscos, tan demandados estos días, ayuda disminuyendo las emisiones si su lugar de origen coincide o es cercano al lugar de celebración. Sí, el precio del marisco o pescado proveniente del Pacífico o del Índico, quizás sea menor que el de nuestras costas atlánticas, pero su coste sin duda es menor, y además contribuiremos a distribuir la riqueza entre nuestros vecinos, en vez de empobrecer aún más a quienes al otro lado del mundo se ven obligados a esquilmar sus caladeros por sueldos míseros, en condiciones laborales penosas.

También el flujo de regalos de todo tipo es una cuestión cultural ligada a esta época del año, y al igual que con la alimentación, elegir leyendo el etiquetado se antoja relevante. Productos baratos de importaciones lejanas aumentan la huella ecológica, así como el envasado con numerosas capas de plásticos, y el consabido envoltorio de papel, cuya vida útil apenas dura los escasos 30 segundos en que se mantiene la sorpresa hasta descubrir el regalo y desecharlo. Tener en cuenta que el papel tarda un año en descomponerse y la bolsa de plástico para entregar el regalo entre 10 y 20 años.

Impactos en la salud

No sólo lo anterior queda en el debe del planeta, también en el de nuestra salud. Retomando los tiempos de descomposición de cada material, y sabiendo que sólo entre un 10 y un 20 % se recicla y poco se reutiliza, nuestra salud se verá afectada durante décadas por todos los desechos que se producirán en las próximas semanas, dado que los plásticos no desaparecen sino que se convierten en microplástico que llega a nuestro cuerpo a través de la ingesta de animales como los peces que se han alimentado de ellos, e incluso según los últimos estudios, a través del agua, ya sea embotellada o de grifo.

Además, el sobreconsumo de carne, no sólo en estas fechas, es nocivo para la salud, y es responsable de enfermedades como la diabetes y la obesidad, entrañando cada vez más riesgos sanitarios por el uso masivo de antibióticos en animales por la industria ganadera, siendo el límite recomendado según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 25 kg por persona y año.

Otro problema añadido en la alimentación típica navideña es la contaminación por metales pesados en nuestros océanos, como por ejemplo el cadmio, presente en las cabezas de mariscos tan usuales en estas fechas como gambas, langostinos, carabineros, cigalas, etc.

Tal es la magnitud del problema que la Dirección General de Sanidad y Protección de los Consumidores (DGSANCO) de la Comisión Europea ha enviado esta misma semana una recomendación a los países que tienen, tenemos, la costumbre de chupar las cabezas de los mariscos, para dejar de lado dicha costumbre por nuestra propia salud.

Impacto en los animales

El impacto de la industria ganadera sobre los animales es intorelable. Cada año a nivel mundial se sacrifican de 60.000 millones de animales terrestres para el consumo humano. Solo en España, se sacrifican tantos cerdos como habitantes hay en nuestro país y tantas aves de corral como habitantes tiene la Unión Europea. En este modelo dominado por las grandes corporaciones, los animales son desde la cuna hasta el plato meras cosas y mercancías al servicio de una máquina económica voraz. La desvalorización y desensibilización de los animales, así como la negación social de que esto ocurre a gran escala prevalecen frente al bienestar y los derechos de los animales.

Asimismo, más de un billón de animales marinos se pescan y muchos de ellos se desechan antes de llegar a las lonjas, por no tener salida comercial a pesar de tener cualidades proteínicas que nos alimentarían. Todo ello aumenta a diario, y más en estas fechas, el fin de la pesca tal y como la ha conocido el ser humano durante siglos, quedando a la producción intensiva en vez de en acuicultura, muchas de las piezas que llegan a nuestros platos, y como pasa con la carne, con antibióticos en su interior dadas las reducidas dimensiones en los lugares de cría, como muchos de los ejemplares de langostinos que llegarán a nuestra mesa desde el sureste asiático, contribuyendo a la destrucción de ecosistemas como los manglares, donde se crían para nuestra satisfacción al paladar.

Hay alternativa

Como consumidores, tenemos en nuestras manos la posibilidad y responsabilidad de abrazar una dieta con menos carne y sustituir de forma gradual las proteínas de origen animal por las de origen vegetal. Para ello, es fundamental incentivar social y económicamente el consumo de legumbres, fomentando los huertos urbanos y escolares, los grupos de consumo, el etiquetado de proteínas vegetales y el trabajo conjunto con los especialistas en nutrición.

Debemos poner en marcha una transición hacia un nuevo modelo agrícola que privilegie la producción ecológica de proteínas vegetales y, la ganadería y acuicultura extensiva, ecológica y local. Esto supone reorientar la Política Agrícola Común hacia una política agrícola y de alimentación que incluya el incentivo hacia la producción y el consumo de alimentos saludables y sostenibles de origen vegetal.

A nivel local, debemos fomentar políticas para que desde un punto de vista nutricional, nuestra dieta contenga “menos animal, más vegetal”, a través de los comedores escolares, los catering colectivos y públicos, contar con guías municipales de restaurantes con opciones vegetarianas, influir en la “compra verde” e impulsar los mercadillos municipales, dando apoyo a la ganadería ecológica de pequeña escala.

Todo ello nos ayudará a cambiar nuestros hábitos de alimentación, no sólo en esta época, sino durante todo el año. Y sí, los regalos son una estupenda manera de tejer redes de amistad, pero recuerda siempre que hay mercados justos, ecológicos y sostenibles, no sólo existen las grandes superficies, y al fin y al cabo, el envoltorio es lo de menos, lo más importante es el cariño que demuestras ante la persona a la que regalas cualquier presente.

Deseo a todos los lectores de lavozdelsur.es que pasen unas felices fiestas y que 2020 nos traiga una sociedad más verde, por el bien de la salud y el empleo en el presente, así como ofrecer una opción vital a las siguientes generaciones.

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