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En este tipo de esparraguera africana que vemos en la foto, muy común en los patios andaluces, las púas son las verdaderas hojas, mientras que lo que parecen hojas son en realidad tallos aplastados.

En botánica, las hojas modificadas en forma de púas se llaman espinas y los tallos con apariencia de hojas se llaman cladodios. A algunos puede impresionarles descubrir esta faceta mentirosa de las plantas, pero en realidad, las apariencias no engañan, pues las espinas, aunque sean hojas, defienden efectivamente a la planta frente a los depredadores, y los cladodios hacen la fotosíntesis como las hojas,  aunque sean tallos.

Somos nosotros los que nos dejamos engañar al creer, por simple ignorancia,  que una cosa con el aspecto de hoja es necesariamente una hoja. Somos nosotros los que nos engañamos a nosotros mismos cuando pensamos que dos realidades con la misma apariencia son la misma cosa, o cuando nos negamos a aceptar que dos cosas con apariencias distintas puedan ser iguales y ejercer una misma función con una eficacia semejante.

Las apariencias, más que las realidades, determinan nuestra comprensión del mundo; por eso es importante conocer las cosas por su apariencia tanto como conocerlas realmente. Como dijo Gandhi, las verdades diferentes en apariencia son como las innombrables hojas que parecen diferentes y que están en un mismo árbol”.

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