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Rommelpot es un nombre descriptivo, que dice exactamente lo que es una zambomba:  "una maceta que produce un zumbido”.

Tal vez la zambomba, tan jerezana y tan flamenca, viajó en las maletas de algún miembro de la Casa de Austria y zumbó en Flandes cuando este territorio era español, en los siglos dieciséis y diecisiete, y así, pudo ser inmortalizada por uno de los principales artistas del siglo de oro flamenco, Frans Hals, en su célebre pintura titulada El tañedor de rommelpot.

Rommelpot es un nombre descriptivo, que dice exactamente lo que es una zambomba:  "una maceta que produce un zumbido”.

En efecto, la zambomba, derivada del nombre latino bombus que significa “zumbido”, es ante todo ese ronroneo, ese sonido sordo que hace la vida cuando avanza y cuando retrocede, cuando baila y cuando muere, como dijo aquél.

Esta pintura de Frans Hals fue una de sus obras más célebres a juzgar por el gran número de copias y de versiones que se hicieron. Sin duda, la clave de tal éxito fue la manera en que el artista supo captar la esencia del sonido de la zambomba en la expresión de felicidad y admiración del grupo de niños que rodean al músico.

La zambomba es el zumbido de la infancia en nuestra memoria individual y también en la colectiva, como grupo cultural y en fin como especie. Dejemos espacio a los niños alrededor de la zambomba.

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