Moreno Bonilla, 'papafritismo' político y casi 30 años de cargo en cargo

El candidato del PP andaluz el próximo 2D es el prototipo de servidor de partido que asciende desde la cantera sin hacer ruido. No deseado por su líder nacional, a quien no apoyó en las primarias, y con escasas opciones de tocar poder andaluz, el malagueño nacido en Barcelona cuenta con un currículo menguante y se enamoró de la política después de oír a Aznar en un mitin

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

FOTO ILUSTRACIÓN: MANU GARCÍA.
FOTO ILUSTRACIÓN: MANU GARCÍA.

Con cierta dosis de condescendencia y hasta de cariño, uno de los peores no-insultos (si no el peor) que pueden espetarte en la Baja Andalucía es ese directo y a la yugular que, aunque a priori parece light, te profieren sin paliativos y duele: “Ereh un papa frita…”. Es difícil hallar la definición exacta, pero digamos que el papa frita podría ser un compendio proverbial de loser, de alguien de poca talla, que no se impone, sin criterio, con poco o nulo carisma, con escasa personalidad… un enorme insulto integral, vaya. ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Alguna vez han gritado a la televisión, mientras salía Juanma Moreno Bonilla y como si este nos oyera, “¡papa frita, que eres un papa frita…!”? Quien podría resistirse ante un apellido, Bonilla, que nos recuerda siempre a las excelencias de las tradicionales patatas fritas andaluzas. O cómo no acordarse de ese apelativo tan andaluz después de ver fotografías como las del susodicho comiendo un paquete de patatas fritas de McDonald’s en compañía de su familia y de la de su líder nacional, Pablo Casado.

La historia política de Moreno Bonilla se resume fácil: casi 30 años trepando en su partido de cargo en cargo. De la cantera al primer equipo, sin hacer ruido, sin despeinarse. Ya fuese como parlamentario o como concejal en el Ayuntamiento de Málaga. O como diputado, o como otra vez parlamentario. Lo que hiciera falta. El prototipo clásico de hombre de partido, fiel y pegado a la rueda que más conviene. Eso sí, todo eso mientras su currículo vitae menguaba. Y mientras también lo han ido haciendo sus opciones de seguir teniendo peso en su partido de toda la vida, en el que conoció a su mujer y con el que se ha ganado las papas, de cargo en cargo, durante todas estas décadas. Pero vayamos por partes.

Este domingo, en una excelente crónica en El Confidencial del día 3 de campaña para el próximo 2D, mi colega, y sin embargo amiga, Ángeles Caballero aludía al chaleco de los mítines de Moreno Bonilla equiparándolo a una suerte de Marty McFly, el protagonista de la mítica Regreso al futuro. Siguiendo el hilo de su genialidad, la de Ángeles, claro, retrocederemos en el Delorean para repasar la vida y obra del candidato del PP andaluz, el único que se sabe más o menos perdedor en las próximas elecciones autonómicas del 2D, el que se sabe no querido (no apoyó a Casado en las primarias del partido y, por ende, está sentenciado), y el que sabe en su fuero interno que están esperando que se estrelle para relevarle. El PP, sea como fuere, es incapaz de articular una alternativa seria y al pie de la calle (no valen fotos de postureo de campaña) que haga que los andaluces mayoritariamente lo vean como un regreso al pasado de señoritos y latifundistas que vienen a hacernos aún más pobres de lo que somos.

Juan Manuel Moreno Bonilla, nacido en Barcelona en 1970, hijo de inmigrantes andaluces a Cataluña que regresó a los tres años a su tierra malagueña, ha pasado por todos los escalafones del partido (ha presidido Nuevas Generaciones en Málaga, Andalucía y a nivel nacional) hasta llegar a presidir en la actualidad, de la mano del antiguo factótum Javier Arenas, el Partido Popular andaluz. Ese partido que es incapaz de derrotar al PSOE-A y sacarlo del Palacio de San Telmo desde hace más de tres décadas. Tampoco parece que vaya a ser esta vez. El periodista Iñaki Gabilondo aseguraba en su espacio matinal en la SER que el gran misterio político de Andalucía no es tanto cómo puede preservar el PSOE su hegemonía tras casi cuarenta años, sino cómo puede haber un PP tan malo para no ser nunca alternativa. Consciente del poco punch de su candidato autonómico, Casado anda hiperactivo: en cuatro días de campaña ha protagonizado una quincena de actos en las provincias de Málaga, Sevilla, Córdoba y Cádiz.

Pero sigamos en el viaje en el tiempo de la mano de Marty Moreno Bonilla McFly, adalid del papafritismo político que pasó de ser Licenciado en ADE, en 2000, a tener estudios de ADE en 2004 y a no tener siquiera estudios superiores en 2008. Según las biografías oficiales presentadas al Congreso de los Diputados, y como ya publicó eldiario.es, el dos veces candidato del PP a presidir la Junta de Andalucía presenta en su currículo en la página del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, donde fue secretario de Estado bajo el Gobierno de Rajoy, presentaba estudios de Master, un premio privado y un programa de liderazgo de 40 almuerzos y tardes de trabajo. Visto el currículo, el hombre que se ha propuesto desbancar al PSOE andaluz del Gobierno de la Junta de Andalucía es, como ya se ha dicho, lo que se conoce como un hombre de partido, pero, claro, quién iba a suponer que lo mejor del aznarismo, Pablo Casado (al que no apoyó, pues él iba con Soraya Sáenz de Santamaría) iba a hacerse con las riendas de un partido hasta entonces de centro derecha. Él, que se enamoró de la política después de oír a Aznar en un mitin en la plaza de toros de La Malagueta a finales de los 90.

“Hey, Doc. No tenemos suficiente carretera para ir a 140 km. -¿Carretera? A donde vamos, no necesitaremos carreteras”. Pues no. Al igual que en uno de los diálogos más emblemáticos de Regreso al futuro, al sitio al que parecen dirigir irremisiblemente las encuestas a Moreno Bonilla, con permiso de Ciudadanos, es al vacío político. A la nada.  Y es que la sombra del campeón de las derrotas es alargada en Andalucía. Solo Arenas estuvo a punto de desalojar al PSOE de San Telmo. Pero ahora bien, que nadie subestime del todo al bueno de Moreno Bonilla. ¿Imaginan que, in extremis y junto a Cs, suma mayoría simple en el Parlamento Andaluz? Si no es así, al PP andaluz siempre le quedarán activos tan interesantes para el recambio como Teresa Ruiz-Sillero, infatigable política gaditana que, como suele ocurrir en todos los partidos, no ha visto recompensado su esfuerzo y dedicación después de muchos años de trabajo sordo.

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