Sin cuidados, no hay vida

El cuidado no es una cuestión material, es una actitud que implica pensar en las necesidades de los demás

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Una mujer dedicada a las tareas del hogar.
Una mujer dedicada a las tareas del hogar.

Cuidar es una necesidad que requiere respuestas de toda la sociedad. No se puede  seguir cuidando a partir del sobreesfuerzo de las mujeres en la familia y la precariedad laboral del cuidado, con unas políticas públicas que son sin duda alguna, insuficientes y un tanto insatisfactorias. 

Cuidar a las personas mayores, a niños y niñas pequeños o a pacientes o personas en situación de dependencia debe tener una dimensión social y política. Necesitamos sociedades cuidadoras, ciudades y pueblos que cuiden, esa es la clave, ese es el cambio. 

El cuidado de las personas mayores se fundamenta en fuertes desigualdades de género, de clase y de origen. Necesitamos que el cuidado de mayores y dependientes: avance hacia la igualdad de género y la justicia social.

Sabemos que la pobreza es femenina y por tanto, cuidar, que es femenino, empobrece. El cuidado din duda pero, es revolucionario. Tenemos que reconocer el valor del cuidado y darle centralidad, porque sin él no hay vida. Sin el cuidado, no hay vida.

El cuidado no es una cuestión material, es una actitud que implica pensar en las necesidades de los demás. Y con ello, hay decir lo que dice una encuesta europea: el 44 % de la población europea considera que el cometido más importante de una mujer es cuidar del hogar y la familia, mientras que el 43% piensa que el cometido más importante del hombre es ganar dinero. Y eso es necesario cambiarlo, con implicación, como decíamos, de toda la sociedad, porque el rol de cuidadora es asumido por las mujeres de manera naturalizada (“es su papel”), mientras que para los hombres el cuidado es un rol “prestado”, que no les es propio. 

Todo este discurso es fruto de una conversación con tres entrevistas con María Ángeles Durán, catedrática de sociología, María del Mar García Calvente, profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública y Dolors Comas, catedrática de antropología de la Universitat Rovira i Virgili en mi Salud A Todo Twitch teniendo claro que la Comisión Europea ha explicado que existe una brecha de género no solo en Salud , sino en empleo del 11% en la UE, un 15% de brecha salarial y un 30% de brecha en pensiones.

En los tiempos de pandemia se dijo que se pusieron los cuidados en el centro, con un universo de los cuidados poblado por mujeres, aunque lo cierto es que durante este periodo aumentaron las desigualdades de género en los cuidados. Durante el primer año de la pandemia por COVID-19 la igualdad de género retrocedió en el mundo 35 años. Lo afirmaba el Foro Económico Mundial, en su informe Global Gender Gap Report 2021, y concluía que “otra generación de mujeres tendrá que esperar a alcanzar la paridad de género”. Asimismo, un artículo publicado en la revista The Lancet afirmaba que en el primer año de pandemia las mujeres tuvieron más probabilidades de perder su empleo y de renunciar al trabajo remunerado para cuidar a otras personas que los hombres.

Cuidados, desigualdad y salud de las mujeres, donde se necesita un cambio en la Ley de Dependencia para que empodere y proteja a la mujer cuidadora. La ONU, por otro lado, reconoce la desproporcionada carga de cuidados que asumen las mujeres y las repercusiones en su salud. Y dice que el trabajo de cuidados no remunerado sigue siendo invisible y está infravalorado y que “las mujeres y las niñas, incluidas las adolescentes, asumen una parte desproporcionada del trabajo del cuidado y cuidado doméstico no remunerado de generación en generación. 

Una realidad que nos dice que estas brechas hunden sus raíces en profundas desigualdades en los cuidados: las mujeres europeas invierten 22 horas semanales en tareas domésticas y de cuidados, mientras que los hombres dedican solo 9, y el 75% de las personas cuidadoras informales son mujeres Y ante ello, es necesario adoptar medidas para reducir, redistribuir y valorar ese tipo de trabajo promoviendo el reparto equitativo de las responsabilidades entre mujeres y hombres en el hogar.

En definitiva, los cuidados no remunerados, fuertemente feminizados, invisibilizados y no reconocidos, constituyen el “núcleo duro” de las desigualdades de género en diferentes ámbitos, también en la salud. Además, los cuidados actúan como un estresor crónico y constituyen un factor de riesgo para la salud. Y todo ello, en un entorno donde los cuidados informales, desempeñados en más del 75 por ciento de los casos por mujeres todos o casi todos los días de la semana durante 8 horas o más, juegan un papel clave en las desigualdades de género y de salud, y son un paradigma de la invisibilidad de la contribución de las mujeres a la sociedad.

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