Con dos huevos, chaval

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Ese gesto tan primitivo y tan macarra, tan de primate, esas caras tan complacidas y complacientes, no merecerían el menor comentario si no fuera porque hablamos de uno de los debates más corrosivos del panorama nacional.

Ese gesto tan primitivo y tan macarra, tan de primate, esas caras tan complacidas y complacientes, no merecerían el menor comentario si no fuera porque hablamos de uno de los debates más corrosivos del panorama nacional. Ese ruedo ibérico que se pirra por ese frentismo de barra de bar (ahora de redes sociales) y separa en bandos al menor despiste. Ese chavalote tan maqueado y de tan buen pelaje que hace ese gesto tan feo a quienes se manifiestan justo enfrente no representa ni ofende más que a su propia insolencia y su dudoso intelecto.

No representa por supuesto a quienes defienden a capote y espada la tauromaquia como “hermoso arte” que rindiera a Valle-Inclán, Hemingway, Ortega y Gasset, Bergamín y Boadella. Pero tampoco ofende (porque no puede) a quienes pacíficamente se oponen a lo que consideran una fiesta trasnochada, casposa y sangrante, preñada en ese morboso sadismo que en el fondo parece anidar en nosotros. Ese gesto tan soez es la burla de la sociedad que habitamos y padecemos: tan intolerante, tan egoísta y etnocéntrica, tan de peinetas y tus muertos mientras no sean los tuyos.

No se preocupen: ese chavalote no quita la razón (si la tienen) a quienes defienden a muerte las corridas de toros (con o sin muerte en directo). Pero sí rearma de argumentos a quienes pertrechados únicamente con su fuerza de la razón tienen la valentía de colocarse con su pancarta para reivindicarse frente a uno de los eventos sociales más relevantes de esa otra España de los eventos sociales relevantes. En este caso, coincidiendo con la reaparición de José Tomás en la plaza de toros de Jerez. 

El verdadero problema de este país no está en ninguna de las dos partes, en ninguno de esos dos eternos bandos. El verdadero problema de este país se llama educación, cultura y respeto. Y con ello, evolución, progreso y bienestar. O como dicen los franceses, libertad, igualdad y fraternidad. Porque, mejor dicho, el verdadero problema se encuentra en la ausencia tan extendida de esos conceptos o el poquísimo énfasis que ponen nuestros políticos en ellos, ya sea con sus actitudes o con sus decisiones presupuestarias (¿se hablará esta vez de Cultura en la campaña del 26J?). Un profundo cisma que no puede encontrar espejo más simbólico para este país que en las partes que se toca ese muchacho desde su privilegiada distancia. Con dos huevos, chaval.

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