Ni se puede gobernar contra Cataluña ni se puede ganar sin Andalucía

Sánchez y Díaz, irreconciliables, se necesitan más que nunca.

Pedro Sánchez y Susana Díaz. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Pedro Sánchez y Susana Díaz. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Con el éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez, la tercera y cuarta economía de la eurozona, Italia y España, que sumadas tienen un PIB ligeramente inferior al de Alemania y superior al de Francia, van a formar gobiernos que tienen en la política monetaria que promulga el BCE, dirigido por el capitalismo alemán, una limitación fáctica a sus compromisos electorales. Son gobiernos que no son del agrado de Merkel.

Los diferenciará una cuestión fundamental, uno es europeista, el español, y el otro euroescéptico, el italiano. Si Merkel no afloja la cuerda del límite de deuda y el Banco Central Europeo no facilita políticas que reduzcan la desigualdad, la confrontación con Alemania desde el sur se hará inevitable y será poderosa, poniendo en cuestión al mismísimo euro y debilitando la economía alemana a extremos imprevisibles en un momento en que Donald Trump recupera políticas proteccionistas poniendo por delante su potencia militar en el mundo.

En este contexto europeo y mundial llega a España un gobierno al que lo más feroz de la derecha española (representada por PP y Ciudadanos) ha llamado Frankestein, por nacer del apoyo parlamentario a la moción de censura de Pedro Sánchez de siete fuerzas políticas con representación parlamentaria: PSOE, UP —que a su vez lo componen Podemos, IU, En marea y En común Podem—, Compromís, ERC, PDCAT, PNV y Bildu.

Lejos de ser una debilidad que los 84 diputados del PSOE puedan gobernar en un hemiciclo de 350 escaños, la fortaleza está en lo que une a estos diputados con los otros que han apoyado la moción de censura, que no es otra cosa que la necesidad imperiosa de superar la etapa de Mariano Rajoy, demandada por el electorado del PSOE, Unidos Podemos y Compromís por motivos más sociales que territoriales, y por el electorado del resto de partidos nacionalistas catalanes y vascos por motivos más territoriales que sociales.

La fortaleza de un gobierno en solitario de Sánchez se mantendrá mientras vaya olvidando, con acción política y Boletín Oficial del Estado (BOE), su pasado de flirteo con Ciudadanos, con el artículo 155 y con la modificación del 135 de la Constitución Española. Puede hacerlo porque ganó las primarias contra Susana Díaz prometiendo todo esto. Si esto ocurre, Pedro Sánchez podrá mantener el Gobierno, agotar lo que queda de legislatura resistiendo la agresividad implacable con la que van actuar el Partido Popular y Ciudadanos.

Lo más difícil no será agotar la legislatura, sino mantener al menos el espacio electoral con que ahora cuenta en unas elecciones generales en 2020. Y es que, desde este punto de vista, su principal problema está en Andalucía. Su victoria ha debilitado a la presidenta andaluza Susana Díaz, más de lo que ya estaba.

Su victoria ha liquidado la estrategia de Susana Díaz de ganar en Andalucía amarrada de un lado a la bandera de España contra Cataluña, para limitar el crecimiento de Ciudadanos; y de otro, a la bandera de Andalucía contra el Gobierno de Rajoy para mantener en mínimos al PP andaluz y evitar que nuestra bandera andaluza, cuya propiedad se atribuye, sea enarbolada por Unidos Podemos.

Sánchez y Díaz, irreconciliables, se necesitan más que nunca

Sánchez y Díaz, irreconciliables, se necesitan más que nunca. El primero para tener una mínima posibilidad de mantener resultados electorales, dado que el crecimiento en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana se torna complicado. La segunda porque la política que Sánchez está obligado a hacer para aguantar el gobierno con la actual configuración del Congreso va contra todo el relato del “a por ellos”, que la presidenta andaluza ha construido desde Andalucía, al igual que Ciudadanos, el socio preferente de Susana Díaz.

En esa contradicción entre el pasado de Díaz y el futuro de Sánchez intentarán ahondar de manera muy beligerante quienes ven en ese hueco la posibilidad de tomar el gobierno andaluz tras las elecciones autonómicas de marzo de 2019, PP y Ciudadanos. Tras la moción de censura perdida por Mariano Rajoy, decía Enric Juliana en un artículo en La Vanguardia que no se puede gobernar España contra Cataluña, a lo que añado que no se pueden ser fuerza electoral en España sin Andalucía.

Con estas premisas, Sánchez y Díaz van a vivir, sin más remedio, un periodo dulce de no agresión. Si Díaz decidiese arrastrar a Sánchez al vacío obstaculizando sus obligados acuerdos con el Frankestein parlamentario, esta vez caerían los dos a la vez llevándose por delante al Partido Socialista Obrero Español. No creo que lo haga, su rápido tuit de felicitación y oferta de apoyo y lealtad a Pedro Sánchez indicó que interiorizaba el cambio de guión. Resulta curioso que las principales alianzas de Sánchez para no dinamitar al PSOE puedan ser Merkel en Alemania y Díaz en España en un juego de equilibrio de intereses. Veremos.

Sobre el autor:

Mario Ortega

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

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