45 años de La Zaranda, manual de supervivencia: "Necesitamos el teatro para sentirnos vivos"

Atrás quedaron cuatro meses de clausura casi monacal en su nave de Jerez. Cuatro meses de ensayos y adversidades a las que han ido, como acostumbran, sobreponiéndose con fe ciega en su trabajo y abnegada entrega al oficio.

Enfermedad, muerte y hasta una catástrofe natural —un tornado arrancó de cuajo, en diciembre pasado, parte del techo de ese antiguo granero donde ensayan en Jerez—.  Un proceso de gestación creativa y artística de alto riesgo que ahora ve la luz este 15 de abril en el Teatro de Rojas de Toledo. 

Un antiguo corral de comedias dedicado al dramaturgo toledano Francisco de Rojas Zorrilla donde poner en pie por primera vez a nivel nacional un “milagro; un nuevo comienzo”. La Zaranda, además, misterios del teatro, se pone frente al espejo de un camerino para bucear en el Siglo de Oro y en las fosas del teatro clásico.

“En las Cuevas de Hércules, que están aquí al lado, y en los subterráneos de un teatro donde está aquella maquinaria intacta”, ejemplifica Paco de La Zaranda, director y actor de la compañía teatral sobre el nexo que une a este nuevo espectáculo con Toledo, su teatro y toda la tradición de Cervantes, Lope, Calderón y Tirso.

Junto a Gaspar Campuzano y Enrique Bustos, los andaluces de La Zaranda, Premio Nacional de Teatro, cumplen 45 años como compañía estable sobre los escenarios este 2023 y estrenan su vigésima tercera obra, Manual para armar un sueño.

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De nuevo, Eusebio Calonge firma la dramaturgia, una oda a la esperanza, al reencuentro, una escenificación del mito de la caverna, o una bajada dantesca a los infiernos. Una definitiva demostración de que la vida imita al arte. “¿Y si volviéramos a la vida?”, se pregunta en la sinopsis del trabajo. Y como en el monólogo de Segismundo, ¿qué es la vida? Un frenesí, una ilusión, una sombra (…) toda la vida es sueño, los integrantes de este longevo grupo, más cascados, más cansados, más golpeados, renuevan sus votos con el teatro y la ilusión por volver a vivir cada función “como si fuera la última”, como confiesan sus intérpretes. 

Cuenta Paco de La Zaranda, director y actor de la compañía, que este trabajo “es un salto de todo lo que venimos haciendo y es muy difícil hablar de él por la manera en la que se ha ido construyendo. Sin todas las dificultades, sin todo lo que nos ha sucedido estos meses, que han sido muchísimas cosas, incluyendo la pérdida de gente muy querida para nosotros, este trabajo no habría sido posible. Hubo un momento en que pensamos que teníamos que abandonar, pero es un nuevo regalo que nos hace el teatro”.

“Parece que era imposible y aquí está. Hoy nace ante un público muy especial, muy heterogéneo, por aquí vienen espectadores de muchos otros puntos, no solo de Toledo”, explica al otro lado del teléfono, en las horas previas al estreno.

Comedia española del Siglo de Oro

“Este trabajo es una carta abierta a la gente joven que quiere seguir con el espíritu del teatro”, expresa Calonge, velando armas en la víspera del estreno toledano. El autor andaluz, 30 años vinculado a la compañía jerezana, señala el trasfondo autobiográfico y autoparódico que encierra una obra donde “hay mucho de la comedia española del Siglo de Oro: desde Segismundo hasta El Quijote; muchos de los mitos que España aporta al teatro”. En todo caso, sentencia, “más que una nueva obra, ha sido como cumplir un destino porque más vicisitudes y más sucesos que nos han pasado en tan poco tiempo era difícil”. 

Sobre ese frenesí del paso del tiempo, Calonge, que no aporta simplemente un texto a la compañía, sino que una vez más desescombra y pica piedra en la construcción de la obra junto al resto del colectivo, ve en este nuevo trabajo a los actores, “veo a Gaspar, a Quique y a Paco, con mucha fuerza, con muchas ganas, y pese a que se cumple una edad, no han perdido esa vitalidad de soñar, que al fin y al cabo, es de lo que habla la obra”.

Como tampoco han perdido esa ironía, esos monólogos y réplicas más cáusticas e incluso cínicas que, como siempre, hablan del teatro con ADN Zaranda, hablan, dice Paco, “del espíritu del ser humano, de quitarnos esa máscara y recuperar el espíritu que nos hace libres”.

“Si hablas del peligro de la vanidad lo mejor es ponerte a ti mismo como ejemplo…”, asegura Calonge, quien también entiende este Manual como un trabajo desde el que “enseñar, humildemente, los caminos que para nosotros fueron una pérdida de tiempo o fueron equivocados… de quién mejor reírse que de uno mismo, o qué peor ejemplo que uno mismo”.

En todo caso, zanja, “en el teatro uno siempre es un aprendiz de todo, pero por la experiencia y el bagaje, se te acerca gente joven en los cursos a la que siempre le contamos, no tanto lo que nos ha pasado o hemos hecho, como lo que hemos querido siempre evitar. Es decir, las malas tentaciones, y por eso nos llevamos este texto al mundo clásico, las puertas cerradas de cada época”.

El resto, es realmente tener un lenguaje propio y querer hacer teatro “de verdad, fuera de todo ese mundo del espectáculo, del marketing y de todas las alfombras rojas que nos pueden derivar a caminos que para nosotros no son lícitos”.

El teatro decidirá si hay más Zaranda. “El cansancio es mucho, pero la ilusión, intacta. Pararemos cuando el teatro no nos diga qué tenemos que hacer…”, remachan. La Zaranda tras cuarenta y cinco años de existencia, “con poco que celebrar y mucho que agradecerle a la vida”, sigue en busca de una luz, de un sentido, de un desbroce en el camino. "En un principio, pudimos elegir si hacíamos teatro, ahora no, ahora necesitamos el teatro para seguir sintiéndonos vivos", defiende Paco de La Zaranda. Y siguen: armando sueños sobre una borriqueta, o poniendo puntales ante el riesgo de colapso de eso que en las instancias oficiales llaman cultura.