Una imagen del antiguo tren en Jerez. FOTO: EDUARDO ARBOLEDA.
Una imagen del antiguo tren en Jerez. FOTO: EDUARDO ARBOLEDA.

Los primeros trenes se valían de la fuerza animal para moverse. Se usaban caballos para arrastrar carros sobre rieles. Eran los inicios del tren, fue hasta 1812 cuando Matthew Murray diseña y construye la locomotora Salamanca en los talleres Feton, Murray and Wood.

El primer tren español, se construyó en Cuba, perteneciente a la corona Española, para transporte de caña de azúcar al puerto de La Habana. Esta línea se construyó entre 1835 y 1837 cubriendo el trayecto entre La Habana y Bejucal. En la península no fue hasta el año 1848 cuando se levantó la primera línea que cubría el trayecto entre Barcelona y Mataró. Conforme más se extendía el uso del ferrocarril más miedos aparecían en torno a la población. En 1872 llegó el primer tren urbano a Jerez de la Frontera para transportar vino.

El desconocimiento de entonces hizo pensar que el humo que liberaba la locomotora podía ocasionar daños irreversibles en los campos y mataría a los pájaros. El miedo y la ignorancia a lo desconocido, a lo nuevo, hicieron que muchos jerezanos temieran a esta enorme máquina metálica infernal, y estuvieran especialmente deseosos de prohibirla. En general, las preocupaciones se basan en tres pilares: Peligros ambientales (las únicas razones medianamente justificadas), sociales y médicos.

Imagen el antiguo tren de Jerez.

Entre las muchas cosas que se dijeron, encontramos afirmaciones como que era algo antinatural, que corrompía la moral de Jerez y que el humo que expulsaba el tren asolaba los campos y mata a los pájaros. Los médicos no se quedaron, ni mucho menos, atrás en esa histeria colectiva en contra del tren. Estas son algunas de las afirmaciones que expusieron los médicos del siglo XIX alertando de los riesgos para la salud que ofrecía este diabólico invento:

  • La gente podría morir asfixiada si viajaba a velocidades superiores a 32 kilómetros por hora.
  • El ser humano no estaba físicamente preparado para soportar las velocidades del ferrocarril, pues sufría un trauma físico por la aceleración y deceleración causado por este medio de transporte.
  • El paso excesivamente rápido produce un efecto mortal sobre las vías respiratorias. El movimiento de trepidación suscita enfermedades nerviosas, mientras que la rápida sucesión de imágenes provoca inflamaciones de retina. El polvo y el humo ocasionan bronquitis. Además, el temor a los peligros mantiene a las personas en una ansiedad perpetua que es origen de enfermedades cerebrales. Para una mujer embarazada, puede producirle un aborto prematuro.

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Eduardo Arboleda Ballén

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