A golpe de feminismo: defensa personal contra las agresiones sexuales

Un grupo de madres e hijas adolescentes recibe un curso de defensa personal gracias al proyecto Grita, que busca erradicar la violencia sexual a través de la sensibilización y la formación

Las chicas aprenden nociones básicas de defensa personal acompañadas de profesionales.
Las chicas aprenden nociones básicas de defensa personal acompañadas de profesionales. MAURI BUHIGAS

Existe un silencio cómplice especialmente peligroso para las mujeres. Es el silencio contra la violencia machista en todas sus manifestaciones: física, psicológica, económica o sexual. Los (auto)cuidados y la educación son esenciales para combatirla, por eso un grupo de madres e hijas adolescentes comparten en Sevilla espacios de encuentro para colectivizar sus vivencias e inquietudes y trabajar juntas el empoderamiento.

El Proyecto Grita facilita estas dinámicas con el fin de erradicar la violencia sexual, a través de diferentes áreas de actuación centradas en el fomento de un pensamiento crítico entre la población joven sobre los modelos de masculinidad y feminidad sexistas, el análisis de las formas de violencia dentro de las relaciones y la activación de la conciencia y respuesta ciudadana contra estas agresiones. En este caso, un grupo intergeneracional de mujeres participan en unas jornadas gratuitas de sensibilización sobre el acoso sexual, especialmente en zonas deportivas y de ocio, con una parte práctica de recursos en defensa personal en el Centro Deportivo San Luis.

“Con este grupo hemos tratado el ciberacoso para conocer cómo se comportan los depredadores sexuales, que no siempre son mayores y pueden ser chicos de su entorno, cuya concepción del sexo no es afectiva, sino agresiva, influenciados por la pornografía”, explica Carmen Macías, técnica de Igualdad en el proyecto, que está financiado por el Área de la Mujer del Ayuntamiento de Sevilla y desarrollado por segundo año consecutivo por la Fundación Doña María. 

Una de las participantes pone en práctica lo aprendido.
Una de las participantes pone en práctica lo aprendido. MAURI BUHIGAS
Las adolescentes aprenden a utilizar las manos y los codos para defenderse.
 

Tras una charla de sensibilización, las participantes comienzan con el taller de defensa personal impartido por los monitores del centro Yuanfen Kung fu. Se respira un ambiente distendido a pesar de los golpes, donde madres, tías e hijas ríen, juegan y comparten sensaciones. Esta es otra clave del proyecto: “buscamos que se hable, que se grite, que se ponga en común y se evite el silencio, de ahí su nombre”, apunta la técnica. A Lola, que ha venido con su madre, la charla de sensibilización le ha parecido “muy bien” porque considera “importante que la gente se mentalice sobre estos temas”. Al hilo cuenta que tiene “una amiga feminista en el instituto que cuando defiende algo que tiene que ver con la igualdad en su clase, la llaman feminazi y le sienta fatal”.

La distancia entre adultez y adolescencia es una de las grandes preocupaciones entres las madres. “Estoy disfrutando mucho de este taller porque sobre todo busco hacer actividades que nos unan, ya que empiezan a haber cosas que nos separan”, explica durante las jornadas Mónica, la madre de Lola. La tecnología se presenta como la gran brecha: “Mi hija todavía no hace mucho uso del móvil, ni muchos de sus compañeros de clase tienen uno, y los que lo tienen lo utilizan solo lo hacen los fines de semana, pero es un tema complejo porque, a veces, cuando la leo, ni siquiera la reconozco, utilizan otro lenguaje”, continúa esta madre que conoció el proyecto gracias al punto morado del barrio.

Lola advierte que en su entorno todavía no conoce casos de ciberacoso, pero cree que deberían darse más charlas en colegios e institutos. “A mi clase solo vino una vez un hombre a darnos un taller sobre sexting y ciberacoso”, cuenta. Por su parte, Mónica manifiesta su preocupación por la polarización de la juventud, sobre todo por pertenecer a un grupo: “O eres de las feminazis o eres de Vox”. Para ella es muy importante visibilizar esta realidad “aunque mi hija la vea muy obvia”. No obstante, cree que las charlas en los institutos “no están sirviendo de mucho” y aboga por acciones paralelas que se acerquen a la juventud de otra manera.

“Recomendaría a mis amigas venir a estos espacios con sus madres porque entre nosotras hablamos de estos temas, pero aquí es diferente”, acierta Lola, que todavía no siente que los hombres tengan actitudes machistas hacia ella, aunque “cada vez escucho que le ha pasado a más mujeres, que no es algo que ocurra lejos de aquí”, concluye.

Lola y Mónica
Lola y Mónica en el centro deportivo de San Luis. MAURI BUHIGAS

El objetivo del proyecto, además de sensibilizar y visibilizar la agresión y la cosificación en todos los entornos, es llegar a las mujeres que difícilmente acceden a este tipo de información. En este sentido, Macías identifica dos tipos de mujeres en Sevilla: “las que utilizan las redes sociales, leen prensa y se mueven en ambientes de igualdad y las que no”, y precisamente “a nosotras nos dolía ese último”. En este caso, el tejido asociativo de Sevilla que trabaja con mujeres de orígenes culturales diversos permite ese alcance. “Intentamos trabajar con mujeres jóvenes, en situación de riesgo o que se muevan en ambientes hostiles donde la violencia esté normalizada”, continúa Macías, que aprovecha para recordar que el próximo taller lo tendrán con mujeres de pisos tutelados.

El trabajo con codos y piernas es fundamental para una buena defensa.
 

Jerónimo, responsable del centro Yuanfen Kung fu de Triana, empezó hace ocho años con estos cursos tras identificar cierta dificultad en la incorporación de las mujeres a las artes marciales. "Son poquitas en el ámbito de la defensa personal y el hecho de hacer un curso solo para mujeres daba pie a un entorno más confiable, sin estar pendiente al que hace el chistecillo detrás, de que no puedan estirar porque hay uno que las está mirando...". En los cursos intentan cambiar la actitud defensiva basándose en técnicas muy básicas y centrándonos en entender que "defenderse es un derecho". La base es "trabajar la actitud y cambiar el miedo", explica Jerónimo. "Damos conceptos mínimos de cómo mantener una base en las piernas o enraizarnos al suelo, y quitar mitos de la defensa personal como que una llave mágica puede contra un tío de 100 kilos", prosigue. "Queremos conseguir expandirnos en vez de hacernos una bolita: separar las piernas y las manos como cualquier animal que se siente amenazado y se prepara para sacar los dientes", ejemplifica.

La energía grupal sube conforme avanza la clase y hay total atención entre las chicas. "Pasamos a la práctica con un par de herramientas y golpes básicos utilizando los codos y las rodillas, para luego ir con los ataques continuos con protecciones", comenta Jero, que avisa que "este curso no permite que una persona pueda defenderse perfectamente, sobre todo busca que la persona conecte con todo lo que es capaz de hacer y sacar todo de dentro: es un ejercicio de empoderamiento". En este sentido, añade que es fundamental "entender nuestras capacidades para defendernos y sobre todo, nuestro derecho a hacerlo".

Jerónimo y Salva muestran algunos golpes básicos.
Jerónimo y Salva muestran algunos golpes básicos. MAURI BUHIGAS
Durante la clase las muestras de cariño y afecto son continuas.
Las muestras de cariño y afecto son continuas durante el taller. MAURI BUHIGAS

A Mara le está gustando mucho participar en este curso con su madre. Se considera una persona que "cree en la igualdad" y lamenta que todavía haya quien piense que el feminismo es la superioridad de la mujer sobre el hombre. "En mi clase no paro de explicarlo y me llaman feminazi por ello", cuenta esta adolescente, que comparte la misma realidad que el resto de jóvenes del encuentro. "Hemos recibido algunos talleres sobre violencia de género, pero sigue habiendo mucho machismo en las aulas –lamenta– los niños son los que acusan de feminazis a las niñas y es muy difícil hablar con ellos". Sin ir más lejos, en la clase de Mara ha habido un caso de ciberacoso a través de fotos mal usadas por un chico que ha sido expulsado varias veces. "En un primer momento nos agobiamos mucho por la chica afectada, aunque hubo gente que también le echó la culpa a ella por haber enviado las fotos, pero yo dije que había que apoyarla  en vez de señalarla", relata esta joven con fuerte compromiso feminista.

Luisa, su madre, fue quien le propuso realizar este curso. "Tenía muchas ganas de probar este taller con ella, ya que existe mucha distancia entre madres e hijas adolescentes, sobre todo por las redes sociales", expresa. "Creo las madres y los padres estamos muy alejados de la realidad de nuestros hijos, y espacios como este son un punto importante de acercamiento y conocimiento para seguir luchando y aportando al feminismo y a la lucha contra la violencia de género", continúa Luisa que tiene preocupaciones comunes al resto de madres. De igual modo, sostiene que haría falta "muchísima más visibilidad en las escuelas sobre este tema porque la problemática está ahí". En el caso de Mara se congratula porque tiene una asignatura de Cambios sociales y de género, aunque no deja de reconocer que es algo testimonial dentro de la educación.  

El curso consta de una parte teórica y otra práctica.
El curso consta de una parte teórica y otra práctica. MAURI BUHIGAS
Las participantes entran en acción de dos en dos.
Las participantes entran en acción por parejas. MAURI BUHIGAS

El proyecto también ha querido apoyar el emprendimiento artesano femenino y cuenta con un merchandising de riñoneras y guarda mascarillas elaborados por Vanesa, a través de La Hierbabuena, una tienda que pone en valor la artesanía local de Sevilla.

La riñonera que forma parte del merchandising del proyecto Grita.
La riñonera que forma parte del merchandising del proyecto Grita. MAURI BUHIGAS
También hay momentos para compartir sensaciones.
También hay momentos para compartir sensaciones. MAURI BUHIGAS

 

Pedro Vázquez, director de la Fundación Doña María, asegura a lavozdelsur.es que "para nosotros es un orgullo poner nuestro granito de arena trabajando para la igualdad, mas aun cuando se trata de proyectos como estos, cofinanciados y avalados por el área de igualdad del Ayuntamiento de Sevilla y que tiene un impacto directo sobre la población". Esta fundación trabaja principalmente con personas mayores y proyectos de inserción socio-laboral formando a personas desempleadas para trabajar en el ámbito sociosanitario. "Y es precisamente durante ese trabajo cuando nos damos cuenta de que hay mucho camino por recorrer, ya que principalmente trabajamos con mujeres mayores y formamos a mujeres desempleadas, ya que los cuidados están totalmente feminizados y en su gran mayoría son mujeres que cuidan a otras mujeres", añade Vázquez.

"Como sociedad nos queda mucho por trabajar para alcanzar la igualdad de pleno derecho ", reconoce el director de la fundación, que concluye con un mensaje de optimismo: "Llevamos diez años trabajando con proyectos de género y afortunadamente vemos grandes avances, sobre todo en las más mayores, aunque quede todo por hacer –por ejemplo en los más jóvenes– y seamos conscientes de que estos derechos no son territorio conquistado, sino que debemos seguir trabajando porque son frágiles y hay que cuidarlos día a día para no dar pasos atrás".

 

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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