Hace años, Inmaculada Espinosa Quintana, profesora de Pedagogía Terapéutica (PT) en el colegio Amor de Dios en Cádiz desde 2002, se enfrentó a su primer caso de niño con Altas Capacidades (AACC). "Desgraciadamente, las altas capacidades se detectan cuando hay un problema", indica. Recuerda que aquel alumno, que a día de hoy todavía se encuentra en el mismo centro estudiando, era un niño que no paraba, muy inquieto, con un grado de impulsividad muy agudo, incapaz de estar en el aula, de trabajar en cooperativo y que siempre quería que todo se hiciese a su manera. "Pero no por maldad o egoísmo, sino porque él creía que era lo mejor", matiza. Cada niño con AACC es diferente y tiene su propia personalidad. No obstante, llevan a cabo conductas y problemas similares, como por ejemplo: que no quieran ir al colegio —por aburrimiento— o que tengan conductas disruptivas en clase —que interrumpan, que sean desobedientes—, como era el caso de este estudiante.

¿Qué hizo Inmaculada para conseguir que el niño le prestara atención? Ella, profesional de la Educación Especial desde hace 15 años y miembro de la Asociación de Superdotados de Cádiz (ASUC), supo que lo mejor era ponerse en su lugar, escuchar y empatizar. "Los diagnósticos me interesan para saber cómo adaptarme durante el curso, pero lo que más funciona es conocer al niño. Conocerlo y empatizar. Que el niño note que tú estás teniendo empatía con él. Y que él se dé cuenta", expone la profesora que hoy trabaja con alumnos con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), trastorno de autismo, síndrome de asperger, Down, altas capacidades y alumnos de compensatoria (con graves dificultades socioeconómicas).

"Igual que hay personas con capacidades inferiores, hay personas con capacidades superiores"

"Una de las primeras preguntas que le hago a los padres en tutoría es qué le gusta a su hijo. Y por ahí, conoces a otro niño en el aula". En el caso de este niño —llamémosle Juan—, conoció que era un apasionado de los dinosaurios, por lo que la docente para poder explicar los sustantivos a toda la clase, partía del glosario de los dinosaurios y así lograba captar la atención de Juan. "En mis clases no me he encontrado ningún niño igual". Sí, cada uno es diferente, pero en el caso de las AACC ellos desarrollan su mente a pasos agigantados. Si bien el cerebro de los niños suele desarrollarse hasta los 8 años, el de los AACC puede crecer hasta los 12. Sus conexiones son diferentes e incluso más numerosas.

En la actualidad se considera que el 2% de la población tiene AACC y que solo se detecta el 0,24%. Si bien la sociedad los conoce y los engloba bajo el paraguas de los "superdotados", la Ley ha escogido el término Altas Capacidades para denominar a todos aquellos niños que tienen capacidades superiores en su desarrollo cognitivo. Dentro de las altas capacidades está la superdotación —que debe cumplir una serie de requisitos como tener un coeficiente intelectual de más de 130—, y luego están los talentos simples, múltiples o complejos —que dependen de si el niño o adolescente resulta sobresaliente en una, varias, o todas las posibles formas de inteligencia—. Los últimos estudios científicos indican que esta superdotación es innata, incluso por causas genéticas, ya que se suelen dar casos de hermanos que tienen el mismo o parecido desarrollo cognitivo.

Inmaculada Espinosa Quintana durante la entrevista concedida a lavozdelsur.es. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.

Inmaculada narra que Juan, con tan solo cinco años, no comprendía por qué ninguno de sus compañeros disfrutaban tanto como él de un libro de arte del Museo Thyssen que le había regalado su abuela. Un día se lo llevó al colegio y se lo mostró a Inmaculada, su confidente y aquella que siempre estaba dispuesta a escucharle. Recuerda que cuando ella le dijo que le encantó el libro, Juan, por primera vez, sintió alivio porque encontró a alguien que comprendía su gusto por las obras pictóricas. "Este niño, era tal su hiperactividad mental, que no le daba importancia a nada. Solía venir a clase con el pantalón o con la camiseta del revés, y me decía que eso no era importante. Entonces yo me paraba con él y le decía: Tienes razón, qué más da cómo tengamos puesta la camiseta mientras la llevemos puesta. A ti no te importa y a mí tampoco. Pero seguro que ya te lo han dicho más de una vez por los pasillos los niños de la clase. Sí, sí que es verdad, me dijo. Yo le invité a que se pusiera bien la prenda en el cuarto de baño, y que volviera y me contara lo que él quisiera. Él se cambió y cuando volvió se explayó con las cosas que me quería contar de sus libros. Tú primero lo escuchas y luego trabajas a partir de lo que él te cuente", expone.

El principal objetivo de la Asociación de superdotados de Cádiz, formada por unas 70 familias, es que sus hijos sean felices

Por aquel entonces, de todos los niños con trastornos o síndromes que ella atendía en su clase de PT, Juan, el chiquillo con AACC, era el que más le preocupaba. ¿Por qué? Porque nadie le entendía. "¿No hablaban de que Einstein era totalmente despreocupado, que no se acordaba de donde vivía…? Pues ese era este niño. Bohemio hasta más no poder. Le daba igual todo. Él solo quería saber, eso era lo que a él le importaba". Como dijimos al principio, en la actualidad Juan sigue estudiando y ahora es cuando ha encontrado a algunos amigos y cuando está intentando encontrar su sitio. "Pero a él no le ha importado tener amigos, él ha ido siempre a su bola".

"Él es feliz, somos los demás los que a lo mejor le hacemos infeliz diciéndole que a la fuerza tiene que tener un grupo de amigos, que tiene que tener buena caligrafía aunque no cometa ni una falta de ortografía, que tiene que llevar bien puesta la camiseta…”, defiende Inmaculada con rabia. "Yo cuando mucha gente dice que no creen en las altas capacidades, me parto de la risa", enlaza. En 2014 esta profesora gaditana ganó el primer Premio de Atención a los Niños de Altas Capacidades, y el título de su presentación fue: La excelencia existe. ¿Por qué? "Porque hay gente que no se lo cree. Pero igual que hay personas con capacidades inferiores, hay personas con capacidades superiores. Y no hablo de que sea mejor ni peor persona; simplemente que su cerebro funciona de manera diferente", responde.

En este sentido, Sergio Villalobos, profesor de Física en el colegio Amor de Dios en Cádiz, presidente de ASUC desde mayo de 2017 y padre de dos hijos diagnosticados con AACC, resalta que no hay unas características específicas para saber si un niño tiene altas capacidades o no. "Sobre ellos pesan el mito del superdotado y si no entras en ese perfil, en ese cuadro inventado, no eres superdotado. Es decir, si no tienes gafas y tocas el violín, no eres superdotado. A mi mujer, un compañero psicólogo le preguntó: Pero ¿toca algún instrumento musical tu hijo? No. Entonces no es superdotado, le dijo. Como si el violín fuese el paradigma del superdotado", rie.

Sergio Villalobos, actual presidente de ASUC, posando en la entrada del colegio Amor de Dios, en Cádiz. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.

Igual que hay profesores, familiares y académicos que niegan la existencia de las AACC, también hay un prejuicio hacia los padres con niños sobredotados. "Todo el mundo que no tiene un hijo de estas características mira con recelo a los padres. Es como si el niño supiese sumar, restar y leer porque los padres no hacen otra cosa que sobreestimularlo. Piensan que los padres han sobreestimulado al niño y que a nosotros nos hace feliz esto, que tú quieres que tu hijo sea superdotado", manifiesta Sergio y continúa: "Pero todos los padres prefieren que sus hijos sean felices. Y cuando tu tienes un hijo que no sabes por qué es infeliz porque ni tan siquiera él lo sabe… es cuando tú dices, oye aquí hay un problema". El principal objetivo de la Asociación de superdotados de Cádiz, formada por unas 70 familias, es que sus hijos sean felices. Ambos miembros de ASUC señalan que recientemente han recibido un email de una madre muy preocupada por su hijo de 20 años con AACC que dejó los estudios a los 16 y que acumula depresión. La falta de entendimiento, de incomprensión con iguales y el déficit de estimulación de sus capacidades dentro de las aulas pueden generar crisis de identidad, depresión y falta de autoestima. De hecho, a día de hoy este colectivo presenta un 40% de fracaso escolar.

"Piensan que los padres han sobreestimulado al niño y que a nosotros nos hace feliz esto"

Inmaculada expone un caso dentro de la asociación. Se trata de un niño que a los tres años ya empezó a cuestionarse temas de adulto o de la adolescencia como es el tema de Dios, de la muerte, de qué hay más allá, y que además habla con un amplio vocabulario y clarividencia. Hace menos de un año, este niño perdió a su bisabuela, cogió a su madre y le dijo: “Te voy a decir una cosa, no te vayas a enfadar. Mi corazón quiere creer y mi razón me dice que no. Porque si mi bisabuela se ha muerto, y yo no creo, se acabó. No hay más. Y eso me pone triste. Pero si yo creo, mi bisabuela estará en un mundo mejor, estará con mi abuelo, con las hijas que se le murieron… Entonces, yo quiero creer, que me hace más feliz, pero no puedo”. Tanto Inmaculada como Sergio destacan que estos niños buscan razonarlo todo y que "se mueven en el terreno de la literalidad y la memoria mucho mejor que cualquiera de nosotros". Tienen edad de ser niños, pero tienen conversación de adulto. "Un grave problema a los que se enfrentan estos niños, como mi hijo, que lo sufre y le causa un gran desasosiego, es que ellos se encuentran a gusto entre adultos. Y eso, en muchas facetas de su vida les conlleva a consecuencias negativas. Se encuentra tan a gusto entre adultos que en casa es complicado que él se sitúe en el plano de niño", apunta el presidente de ASUC.

Estos niños pueden incluso llegar a cuestionarse el porqué de su forma de ser y de pensar: "Él está diagnosticado desde los 10 años porque fue entonces cuando empezó a buscar las razones por las que era diferente viendo que no encajaba. ¿Por qué no me gusta el fútbol? ¿Por qué cuando hablo con mis amigos dicen tantas tonterías o no me interesa? ¿Por qué?, se preguntaba. Él estaba empezando a cuestionarse su identidad y a decir ¿qué hago yo? ¿qué hago aquí, qué pasa? Él ya se planteaba que tenía que ser diferente", indica Inmaculada. Desde ASUC reivindican que la atención para los alumnos con altas capacidades sea dentro del horario escolar y piden mayor sensibilización por parte del profesorado. "Hay que implantar una educación para todos dentro de las aulas, conseguir que el alumno quiera venir al cole y el tiempo que permanezca en él se le haga muy corto. Como escuché una vez: Procuren que vayan a casa con más curiosidad que deberes”, concluye la profesora de PT. Eso sí, no olviden que siguen siendo niños.

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Claudia González Romero

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