El miércoles de Feria, día dedicado a la mujer, no decepcionó aunque estuvo marcado por el levante, gran protagonista de la jornada, y por un 'flashmob' municipal 'por la Igualdad' que apenas tuvo seguimiento.

Y el show continúa. La rutina diaria, madrugar, trabajar fuera, dentro de casa, la compra, la colada, las facturas… todo lo ordinario queda suspendido solo para aquellas que han cruzado los ladrillos amarillos, el etéreo muro que separa el mundo real de aquel en el que las mujeres por un día se convierten en las protagonistas, en reinas coronadas con flores y peinetas, cuyo himno son las sevillanas acompañadas de sonoras palmas. Superado el ecuador, las protagonistas de este gran espectáculo que es la Feria del Caballo vuelven a ser las mujeres.

Rifirrafes al margen, el alumbrado de Jerez era encendido con una amplia representación de mujeres en el templete porque a ellas se dedica esta edición, según muchas previsiones, probablemente la mejor Feria de la historia. Más de uno y de una con la resaca del alumbrado alzó su copa de jerez para brindar por el Día de la Madre en el gran escenario del González Hontoria.

Y el show continuó. Llegó la jornada que muchas jerezanas y vecinas de los pueblos del entorno esperan las 365 días restantes y no es una hipérbole. El miércoles, dedicado año tras año a la mujer, es anhelado, soñado por abuelas, hijas y madres. No para pocas es el día en el que se sueltan la melena, se colocan la flor, el vestido de gitana la mejor sonrisa y gozan de este inframundo del disfrute, de las sevillanas, la rumba y de las bulerías, ese palo capaz de sintetizar a los demás.

“Lo que pasa en la Feria, se queda en la Feria”, se oye decir a un señor. Y quién sabe lo que puede pasar del Real para adentro. Sí se puede rendir cuenta de que, a pesar de ser el día grande y de no faltar ni el apuntaor, la iniciativa estrella del Ayuntamiento para poner el broche a esta jornada quedó bastante lejos de cumplir las expectativas. Descartado el intento de batir el récord Guinness –dada la burocracia y el coste económico- se optó por realizar un flashmob, Quedada por la iguladad. Si la palabra –flashmob- ya es difícil encontrarla escrita de forma correcta, más complicado aún es ponerla en práctica sin total planificación. El resultado del vídeo que había previsto ya se verá, pero el éxito de convocatoria no ha sido tal. Tanto es así que la propia organización reconoce que debería haber sido más tarde, “cuando el recinto está a rebosar”. Pocas asistieron a la llamada municipal pero como en cada edición este día se vive especial en cada calle del Real. Las mujeres una vez más se hicieron notar. Risas, bailes, castañuelas y panderetas al son de “el vino, qué tiene el vino que alegra las penas mías”, “vámonos Jerez”…

Un grupo de amigas presumen de ser de La Plazuela. Aseguran que este día es especial para ellas aunque vienen de sábado a sábado, pese al hoyuelo que genere el monedero. No importa, estos días qué importa, con la pensión les vale, ya ajustarán cuentas cuando acabe este enorme show. De caseta en caseta, en cada rincón de esta dimensión desconocida que es la Feria, no les falta por recorrer ninguno. En la caseta del Xerez había ocho señores procedentes del País Vasco, cuentan orgullosas por la atracción que genera esta gran fiesta. No alternaron con ellos. “Solo preguntamos que comían, habichuelas y una pringá que no veas…”.

A vista de pájaro, la marea de mujeres de flamenca quizá era menor que otros años, sin embargo en general el ambiente no decayó en todo el día. Las protagonistas debían ser ellas, pero acabó siéndolo ese fenómeno tan de esta tierra: el levante. Albero arriba que deslucía el paisaje de estampados, lunares, encajes y flecos. Solo el sirimiri que dejaron caer las nubes sobre las siete de la tarde asentó un poco el Real. El sol iba y venía, aunque las altas temperaturas no dieron tregua y el rebujito “salvaba vidas”.

Día de transición ante la amenaza de lluvia del jueves, amenaza que se hizo realidad el miércoles antes de las nueve de la noche. El paraguas se convirtió en el nuevo protagonista, se sumó al gran espectáculo de la Feria de Jerez. Pocos prolongaron la juerga hasta altas horas de la madrugada. Una parte optó por volver a casa dejando atrás lo que solo pasa en la Feria y allí se queda. Otros y otras se decantaron por cobijarse en sus hogares, quien sabe si bendecidas por esas gotas o al menos por un día ajenos y ajenas a la rutina… hasta el día siguiente porque el show no ha acabado.

 

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María Luisa Parra

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