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Cien niños de Jerez y sus familias son beneficiarios del Servicio de Actuación Socioeducativa con Infancia y Adolescencia (SASIA), recurso que vela por mejorar la situación de riesgo social de las mismas. Son atendidos por personal especializado y monitores en el Centro de Día Infantil zona Sur, en el Centro Cívico 1º de Mayo y en la Casa de la Mujer.

Nueve años en paro. Con 46, este padre de familia que ha estado más de 15 años empleado como reponedor y otros más colocando instalaciones de gas, dice que eso ha repercutido en las calificaciones de sus dos hijas. “Es normal, cuando te pide algo que ve que tienen otros compañeros y que tú no puedes dárselo o que no salimos a ningún sitio..., las niñas no se sienten bien”, admite. Su mujer, también desempleada, lo corrobora: “Nos avisaron en el colegio de que las notas habían empeorado”. Por eso las inscribieron en el SASIA, Servicio de Actuación Socioeducativa con Infancia y Adolescencia. En apenas un año ambos coinciden en que el cambio ha sido notable. Las hijas de este matrimonio son dos de los 100 niños y niñas que forman parte de SASIA, un recurso de intervención con familias en situación de riesgo social.  

Los niños y niñas tienen derecho a crecer en libertad, a una buena alimentación, a protección y a socorro a no ser abandonados ni maltratados, a no ser discriminados... “En el mundo se celebran los derechos de los niños un día, pero nosotros lo hacemos todo el año”, afirma con total normalidad Antonio Miguel Márquez, coordinador del programa. Su nacimiento en 1998 fue el germen del Centro Infantil y Juvenil de la Zona Sur en 2001. Hoy en día tiene otro nombre y presencia, también, en el Centro Cívico 1º de Mayo y en la Casa de la Mujer.

“Se tiene la imagen de que los servicios sociales retiramos los niños a las familias y es todo lo contrario”, asegura Márquez y, para ello, dice, ponen en marcha herramientas para que los chicos estén mejor en los centros escolares, en los barrios y en sus hogares. Todo a través de diferentes programas adaptados a las diferentes edades: El Programa de Intervención Grupal, basado en actividades fundamentalmente lúdicas para niños y niñas de 5 a 10 años; el Programa de Actuación Socioeducativa con Adolescentes; el Programa de Apoyo y Orientación a la Familia; y el Programa de Prevención de Conductas de Riesgo en la Adolescencia.

Baile, dinámicas de grupo, talleres con materiales reciclados… En algunas actividades puntuales los padres y familiares pueden participar. Según el coordinador estos pueden tener ciertas dificultades en muchos sentidos, pero también poseen otras potencialidades como ser “muy agradecidos”. Aunque no siempre ha sido igual. El cambio también se ha producido en los progenitores, llevándose así a cabo la filosofía de SASIA: Educar a los niños, educándose también los monitores y los padres.

El coordinador de SASIA subraya que se trata de una labor en coordinación con el departamento de Atención a la Infancia y Adolescencia de la delegación de Bienestar Social, Igualdad y Salud. “Los centros escolares detectan posibles problemas en los menores y los derivan aquí, o bien los padres que se dirigen a los servicios sociales trabajan e intentan solucionar los problemas de las familias con los adultos, mientras que nosotros trabajamos con los menores”. En algunos casos hay problemas relacionados con las drogas, miembros que se encuentran en prisión y en los últimos años están tratando con familias que jamás pensarían que se encontrarían con esa necesidad. “Algunas son familias multiproblemáticas y a veces los niños sólo requieren atención, que estén aquí no quiere decir que sean agresivos ni que mantengan conductas disruptivas", aclara Márquez.

María José lleva siete años trabajando como educadora en el programa y lo tiene claro: “Ahora los padres se involucran más y están más atentos a sus hijos. Las actividades conjuntas son más fructíferas que antes”. Entre las actividades con los menores, se contemplan talleres y salidas por los barrios para que sepan dónde está ubicada la farmacia o el centro de salud, por ejemplo. No es algo banal, ya que según explica esta monitora, muchos de estos niños sólo conocen la realidad de sus casas y del colegio, “la mayoría no ha ido nunca al centro de Jerez”, apostilla. De ahí que este programa se convierte en una gran oportunidad para que se relacionen con otros “iguales” del resto de la ciudad.

La filosofía del programa se fundamenta en dos partes. Por un lado realiza una función de observación, para detectar in situ mediante la conducta de los chicos las problemáticas y cambios en las familias para derivarlos, si así lo requiere a los servicios sociales. Y por otro lado, pretende dotarlos de habilidades para la vida. Además de los 100 beneficiarios hay una lista de menores en espera, quienes se van incorporando a medida que se producen bajas porque los pequeños o adolescentes no respondan, o bien porque encuentran solución a su problemática.

Sobre el autor:

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María Luisa Parra

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