carolina_okupa_la_barca_04
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Carolina Rojas, vecina de La Barca de la Florida, casada, con dos hijos y sin ingresos, ocupó hace dos años una casa desocupada. Ahora sólo pide que le suministren agua corriente y poder pagar un alquiler social razonable.

“Mis hijos se levantan y se lavan la cara con el agua de una garrafa y un barreñito. Acuden las cucarachas, al no tener agua, así que por la noche guardo los platos y vasos en una bolsa, echo mi spray y por la mañana a enjuagarlo todo. Cuando vuelvo de llevarlos al cole, lleno de agua todas las garrafas. La que es para beber en casa de mi suegra y el resto en el huerto que hay una llave de paso de agua de canal”. En estas líneas Carolina Rojas resume cómo es  el día a día de su familia desde que ocuparon una vivienda social, sin agua, construida en 1999 por EPSA (Empresa Pública de Suelo de Andalucía). La lavadora, regalo de su suegra, impoluta, aún está por estrenar.

En un principio, la vivienda fue adjudicada a un matrimonio barqueño que se trasladó a vivir a Mallorca hace 17 años. Posteriormente, la pareja se separó y el marido falleció. Finalmente la adjudicataria entregó la vivienda a la Junta.  En 2005, Carolina interpuso una denuncia en Cádiz en la que constaba que esa vivienda estaba vacía. El 1 de enero de 2013, tras años de espera, decidió alojarse en esta casa con su familia. “Me vi en la calle, no podía afrontar un alquiler de 400 euros. Mi marido está parado desde 2011, vivimos con 120 euros que nos da Asuntos Sociales y gracias a la ayuda de mi suegra. Pero no le he quitado nada a nadie. Por no haber no había ni grifos”, recuerda la joven de 31 años, a quien no tardaron en denunciar por ocupar el inmueble, pero que cuenta con el apoyo de la Plataforma de Indignados/as La Barca de la Florida y de los vecinos de la barriada, quienes le proporcionaron parte del mobiliario y se prestan a ayudarla en todo.

La fortaleza de esta madre se desvanece al explicar cómo viven sus hijos esta situación.  “Me preguntan por qué ellos no tienen agua y los demás niños sí. Cuando vivíamos en la otra casa venían sus amigos. Ahora me preguntan si se pueden quedar sus amigos a dormir y les digo que no, ¿cómo hago yo para que los otros niños entren en el baño?”

Burocracia o una ‘mano negra’

La Junta de Andalucía necesita un informe del Ayuntamiento de La Barca para conocer la situación real de la familia, en base al cual se tomaría una decisión al respecto. “Según la trabajadora, le ha dado los informes favorables al alcalde para que nos la den ya”, asegura Carolina. Por su parte, en declaraciones realizadas a LVDS, el alcalde de La Barca, Alejandro López Valenzuela, afirma que no ve justo que las viviendas se otorguen "a dedo", por eso, "desde los servicios sociales del Ayuntamiento de Jerez montaron un baremo para que haya una puntuación legal, pero el proceso ha quedado paralizado”, aunque no aclara los motivos de dicha “paralización”. Los vecinos y la propia Carolina aseguran que se debe a que “una conocida del regidor quiere esta casa, ella misma ha venido a decírmelo, cuando ella y su marido tienen trabajo, un hijo y se han construido una casa en otra localidad”. Y– añade indignada–  “el mismo alcalde me dijo que no me solucionaría a mí el problema para él crearse otro”.

El Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu Gregorio de Tejada, también ha intervenido enviando una carta el pasado 15 de enero al alcalde de la ELA, pidiendo el envío de los informes para conocer la situación. “Llevé una copia de esa carta que también me enviaron a mí al Ayuntamiento para compulsarla y que así constara que se lo había llevado al alcalde y se negaron a ello. La trabajadora me dijo que no se podía pillar las manos conmigo”, denuncia Carolina.

El Ayuntamiento local también se opone a realizarle un cambio de empadronamiento, a pesar de haber presentado los recibos de la luz a su nombre. “Seguidamente fui al Ayuntamiento de Jerez. Allí me dijeron que ese trámite debía hacerlo en mi ayuntamiento”, relata frustrada.

Soraya Castro, una de sus vecinas, la defiende fervientemente argumentando que  “todo el mundo tiene derecho a una casa digna. Esta familia no puede estar así. Se han metido aquí, después de mucho luchar. Igual que pusieron la luz a su nombre, deberían ponerle agua”. Por último Carolina quiere despejar cualquier atisbo de dudas y malas interpretaciones, sólo pide tener agua corriente mientras las administraciones encuentran una solución, ella no se empeña en quedarse en esa casa. “Si alguien la necesita más que yo y me tengo que cambiar de vivienda, me voy, pero a otra digna, que mis hijos no duerman en la calle ni en un sofá”, aclara.

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Jorge Miró

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