Los alrededores del Alcázar se llenan de corazones desde primera hora de la tarde. Corazones morados y rojos. Y banderas. Muchas banderas. Republicanas, arcoíris, saharaui, de Andalucía… La expectación es máxima. “¡Ole la clase obrera!”, exclama un señor poco antes de que comience el mitin. El único en tierras andaluzas en el que coinciden Pablo Iglesias y Alberto Garzón, las dos patas principales de Unidos Podemos.
Más de 60 autobuses procedentes de toda la región se amontonan en torno a la Alameda Vieja, donde hay hasta una ludoteca para los más pequeños mientras los mayores se refrescan y se resguardan del sol para esperar que empiece el acto, que se termina retrasando una hora. Para evitar algún disgusto por las altas temperaturas, confirman desde la organización. Mientras, una batucada ameniza la espera. Pero se calla y se alzan las banderas. Suena un tema de rock. Y salen Iglesias y Garzón como si de un concierto se tratase. El público, claro, entregado.
“Gracias por petar este parque”, dice Santiago Gutiérrez, número 3 por la provincia, durante su intervención, en la que cita a Eduardo Galeano –“la utopía sirve para caminar”– y al ex presidente chileno Salvador Allende –“de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre”–. La idea es transmitir alegría. La sonrisa de un país es el eslogan de campaña, y a eso se dedican. Propuestas concretas, pocas. Apenas 24 horas antes de que acabe la campaña es el momento de animar a las masas. Antonio Maíllo, coordinador general de IU en Andalucía, lo dice claro: “Hay que multiplicar el acto militante convenciendo a gente”. A él, apunta, el acto en Jerez le recuerda al 4 de diciembre de 1977, cuando Andalucía salió a la calle para reivindicar su identidad.
Todos coinciden en que un momento histórico. En que van a ganar. Los ataques –políticos– se dirigen al PP: corrupción, escuchas ilegales… Y también al PSOE. Pero sólo al andaluz. Susana Díaz concentra buena parte de las críticas. Hasta le dicen que pone acento de Don Pantuflo. Pedro Sánchez ni se nombra, sólo se insinúa que le convendría pactar con ellos antes que con el PP… La sombra de la gran coalición flota en el ambiente. “Andalucía no se merece un Gobierno de Rajoy, Andalucía no es un arma arrojadiza”, grita Teresa Rodríguez, lideresa de Podemos en la región, que se mete a los asistentes en el bolsillo nada más comenzar. Es citar a El Torta, La Paquera y al pueblo gitano y arrancar las palmas del público. También se acuerda de los afectados por el ERE. Y del pueblo saharaui. “Os necesitamos cerca, no podemos convertirnos en mafia como se ha convertido este Gobierno”, añade.
En el escenario, mientras van interviniendo miembros de IU y Podemos, se intercalan actos de afecto entre ellos o dejan sitio para los trabajadores del metal de la Bahía. Debajo, en la Alameda Vieja, cuesta caminar entre la gente, que llega casi hasta la calle Puerto. “Nos van a llamar de todo, ahora tenemos que sacar músculo”, dice Noelia Vera, cabeza de lista por la provincia. Ella saca pecho por la gestión de José María González, Kichi, en Cádiz –“¡Qué orgullo de alcalde!”, grita– y de Antonio Romero en Puerto Real.
Los mensajes recuerdan a los de los inicios de Podemos. “Se les ha acabado el chollo”, “hacen falta instituciones que se pongan del lado del pueblo”… El que acude al mitin ya sabe lo que se va a encontrar. Alberto Garzón, el penúltimo en hablar, dice que están cerca de “conseguir que se congele la sonrisa de los que han expoliado nuestro país”. Que está cerca la victoria, que el domingo van a ganar al PP. Y saca pecho porque, para él, “gracias a esta coalición es impensable un gobierno con mayoría de PP y Ciudadanos”. Da un dato: en España hay un 12% de trabajadores pobres. “Esa es la política del PP”, dice, “trabajar prácticamente gratis”. Y habla de crear una alianza intergeneracional, buscando ir más allá del voto joven.
Para cuando llega el momento que todos esperan el sol se está poniendo. Se levanta Pablo Iglesias y se escuchan gritos de “¡presidente, presidente!” A estas alturas, con la campaña llegando a su fin, la coleta ya está medio suelta y se nota el cansancio en su cara. Pero empieza leyendo a Rafael Alberti –“Gaditanos, levantad en vuestras viejas guitarras el sol de la libertad”– y continúa dando las gracias a los militantes de Podemos, IU y Equo, y a los “ayuntamientos del cambio”: “Nuestro mayor aval de que podemos gobernar mejor”. Habla de Julio Anguita, de la “búsqueda de la centralidad”, de “construir un pueblo para ganar”, de elevar los salarios y de hacer “leyes que defiendan a las mujeres”. Ni una propuesta sobre empleo en una provincia que ronda el 40% de paro.
“Nadie –dice Pablo Iglesias– va a impedir que Unidos Podemos gobierne en este país”. El PP también es blanco de sus críticas. Habla de un “partido corrupto”: “Que no pronuncie la palabra patria quien no paga impuestos en España”, dice en referencia a las cuentas en Panamá. Ellos, apunta, están “orgullosos del ADN que nos vincula a las luchas por la democracia y libertades”. Termina, después de hablar casi sin descansar, citando a Miguel Hernández, aunque se despide a lo mosquetero: “Uno para todos y todos para uno”.
Comentarios