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La primera jornada del juicio por la muerte de Miriam Tamayo concluye con la intención de la defensa de demostrar que el agresor estaba drogado y ebrio cuando la apuñaló, así como que no existió alevosía al afirmar el acusado que el cuchillo se le cayó a Miriam de una bolsa. Los policías afirman que les "chocó" su "frialdad" y "tranquilidad" y afirman que no vieron en el acusado signo alguno de drogadicción o alcoholismo

“Me has quitado lo más bonito de mi casa”. Eran las palabras de una madre, la de Miriam Tamayo, al asesino de su hija, tras prestar declaración en la sala de vistas de la sección octava de la Audiencia Provincial, que acogía esta mañana la primera jornada, de las cuatro previstas inicialmente, del juicio por el caso de la joven apuñalada a mano de su expareja hace año y medio en la avenida de Lebrija. María José Rodríguez había llegado a la sala con una camiseta pidiendo justicia para su hija, y lo hizo bastante entera, a pesar del difícil trance. Antes de declarar, le echaba una desafiante mirada a Germán Jiménez, el asesino confeso de Miriam, quien minutos antes, y sólo a preguntas de su abogado, había afirmado, ante la indignación de familiares y amigos de la víctima presentes en la sala, que el cuchillo con el que apuñaló hasta en siete ocasiones a la madre de su hijo se le había caído a la joven de una bolsa momentos antes de atacarla. “Al ver el cuchillo, se me vino todo y ya le metí”, afirmaba tan tranquilo el acusado, dirigiéndose al jurado. Germán, que desde el día de su detención está cumpliendo prisión preventiva en Puerto II, señaló igualmente que aquel día se encontró a Miriam por casualidad, volviendo a su casa después de haber estado consumiendo drogas y bebiendo cerveza en una caseta abandonada en las antiguas instalaciones de las bodegas Croft, cercanas a la avenida de Lebrija. Y es que, a ese hecho, el del consumo de estupefacientes y alcohol, se agarra su defensa, ejercida por el letrado Álvaro Aguayo, para lograr un atenuante que pueda reducir su pena. De la misma manera, ambos intentaron demostrar que entre Germán y Miriam no había existido una relación de pareja estable, como así defiende la acusación particular, ejercida por Marcos Rodríguez, quién pide la agravante de parentesco para subir la pena, de los 18 años que pide la Fiscalía, a los 20 que pide la familia de Miriam.
El acusado, Germán Jiménez, junto a su abogado, antes de comenzar el juicio. Foto: Pablo Uriel

También se agarra la defensa al hecho de que el encuentro entre la joven y su agresor fue fortuito, y que al triste desenlace se llegó tras una discusión previa, en la que presuntamente Miriam le dijo a su exnovio que su ruptura se había producido porque “había otro hombre y que el niño –el hijo de ambos- no era mío”, afirmó Germán. Todo esto, con la intención de demostrar que no hubo alevosía, con lo cual, el delito pasaría a ser homicidio en lugar de asesinato y la pena se reduciría considerablemente. Así y todo, los argumentos de la defensa se fueron cayendo por su propio peso conforme fueron declarando los diferentes testigos. De un lado los policías, tanto locales como nacionales, que acudieron al lugar de los hechos una vez ocurrido todo. De hecho, todos coincidieron en señalar la tranquilidad y la frialdad de Germán. “Nos pareció una persona fría como un témpano de hielo”, afirmó uno de los agentes del 092, quien también destacó que “me chocó verlo allí, de espectador” delante del cadáver. Tan tranquilo lo vieron que incluso afirma que “en comisaría nos preguntó antes de entrar en el calabozo si le podíamos dar un bocadillo”. Otro de los argumentos que también parece que quedará en nada es el del presunto consumo previo de estupefacientes y alcohol. Mientras que su defensa afirma que consumió hasta siete pastillas de tranquilizantes y entre cinco y seis litros de cerveza, otro de los agentes del 092 afirmó no que no vio en él ningún síntoma que lo demostrara. “Ni tenía las pupilas dilatadas, ni sudoración, ni temblaba, ni olía a alcohol”. En cuanto al agravante de alevosía, también se podría haber demostrado, a tenor de la declaración de uno de los agentes de la Policía Nacional que también testificó. Así, a preguntas del fiscal, afirma que Germán reconoció en comisaría que “llevaba varios días pensando en matarla”. Posteriormente les tocó el turno a los padres de Miriam. Sin duda, fueron los momentos más dolorosos, ya que ambos no pudieron aguantar las lágrimas durante su testifical. Tanto José Tamayo como María José Rodríguez aclararon que la relación de noviazgo entre ambos duró siete años, fruto del cual nació su hijo. Incluso se habían planteado vivir juntos, reconoció María José, si bien les quitaron la idea debido a que ninguno de los dos tenía un trabajo estable que pudiera mantenerles.
Amigos de Miriam, delante de la sede de la Audiencia, junto a un cartel en el que piden justicia. Foto: Pablo Uriel

También reconocieron que, tras la ruptura de la pareja, a los tres meses de tener a su hijo, Germán nunca lo llevó bien. “La acosaba y le mandaba mensajes de Whatsapp” como que “sólo la había querido para f… y tener al niño” y que “yo voy a estar en la cárcel, pero tú vas a estar enterrada”, afirmó José. A tenor de estos mensajes, y de una discusión fuerte que ambos tuvieron, indicaron que llegaron a tener una conversación con los padres de Germán para pedirles que su hijo desistiera en su actitud. “Nos dijeron que su hijo no mataba ni a una mosca”. Así y todo, incluso tras la ruptura, Germán siguió viendo a su hijo todos los días, incluso el día del asesinato. De hecho, María José señaló que media hora antes de la agresión, Germán había dejado en su casa a su nieto, sin que hubiera visto en él signo alguno de drogadicción o alcoholismo. La jornada concluía con la declaración de dos testigos, madre e hija, vecinas de un chalé cercano a la avenida de Lebrija, que declararon que se encontraban en la piscina de su casa cuando, de pronto, oyeron en la calle a una chica llorar y a un hombre alzándole la voz de manera agresiva. “Oí que decía, ‘por favor Germán, no me hagas más daño’”. Fue entonces cuando ambas preguntaron qué pasaba y que iban a llamar a la Policía. Así y todo, salieron a la calle al seguir oyendo la bronca, y fue cuando una de ellas, la hija, vio desde la distancia cómo Germán agredía a Miriam, si bien no llegó a darse cuenta de que fuera con un cuchillo. La madre de ésta, que reconoce que había llamado a la Policía previamente, ya encontró a la joven tendida en el suelo y al 092 deteniendo a Germán. En la jornada de mañana está previsto que declaren personal del centro de diálisis de la avenida de Lebrija, que a la postre fueron los que le aplicaron los primeros auxilios a Miriam, así como diferentes peritos, tanto médicos, como forenses y policía científica.

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Jorge Miró

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