Alemán de 79 años, vive solo en una primera planta de un piso de la calle Caballeros. Sus vecinos lo definen de huraño y "cascarrabias". Hace unos días fue rescatado por la Policía tras permanecer, al menos, 10 días en cama sin poder moverse.

Compró su piso, en calle Caballeros 33, hará unos dos años, aunque unos meses antes ya había llegado a Jerez procedente de su Alemania natal. Quería olvidar su divorcio y disfrutar del calor del Sur de Europa. Thomas, casi octogenario, llegó a España sin hablar castellano y aún sigue sin hablarlo. El que quiera comunicarse con él debe hacerlo en su lengua materna, en inglés —un idioma que maneja— o a base de gestos. Los que le conocen comentan que, quizás por ello, es una persona de pocas palabras, así como un tanto huraño y cascarrabias.

A pesar de sus problemas de movilidad, lo que le obliga a tener que andar dando pocos pasos, pero pisando fuerte —algo que ha provocado la crítica de algún vecino debido al ruido— y de tener que subir y bajar una empinada escalera, ya que su bloque carece de ascensor, Thomas sale casi todos los días a la calle, bien para dar una vuelta, bien para hacer pequeñas compras. Sin embargo, en las últimas semanas pocos habían notado su presencia. Quizás partió a Alemania de viaje a ver a su hijo, sin decirle nada a nadie. Podía ser, pero Juan, el portero del bloque, no las tenía todas consigo, sobre todo después de que un vecino del alemán le mostrara también su extrañeza al no haberle oído en los últimos días.

El anciano solo habla su lengua materna y algo de inglés. Quizás por eso sus vecinos lo definen como una persona de pocas palabras

El pasado jueves 25 de enero Juan se percató de que la ventana del salón de Thomas, la que da a un patio común, tenía la persiana subida. El portero tomó una escalera, la apoyó contra la pared y subió los peldaños con la esperanza de ver algo. Las luces del dormitorio estaban encendidas y al fondo, casi en la puerta, percibió un bulto en el suelo. Inmediatamente pensó en el anciano. Lo llamó, pero no obtuvo respuesta. Juan, preocupado, bajó de la escalera y llamó a un vecino, agente de la Policía Nacional. Le contó lo que vio y la posibilidad de que Thomas pudiera yacer muerto en el suelo.

El agente, rápidamente, subió las escaleras y llamó por su nombre al anciano. También telefoneó a sus compañeros, que se presentaron en el edificio al cabo de unos minutos. Subieron la primera planta y decidieron acceder a la vivienda. Afortunadamente, el alemán no había cerrado con llave, así que, con maña, lograron abrir la puerta. Un bofetón de calor les recibió al entrar. La calefacción estaba encendida y, por lo visto, llevaba así varios días. La casa estaba desordenada. El bulto en el suelo que había divisado Juan un rato antes resultaron ser unos pantalones del anciano.Los agentes y el portero entraron en el dormitorio de Thomas. Allí se encontraba, en pijama, sucio por haberse hecho sus necesidades encima, y acostado en su cama. Al ver a los agentes solo pudo dirigirles unas palabras, con un hilo de voz apenas audible. El hombre presentaba un estado demacrado. “Estaba completamente en los huesos. El pecho era como el de un pajarito sin plumas. Los brazos y las piernas eran puro hueso. Pesaría unos 30 kilos”, relata Juan. Se desconoce el tiempo que Thomas había pasado en cama. Se habla de entre 10 y 15 días, pero Juan afirma que no tenía noticias suyas desde diciembre del año pasado. En su domicilio no encontraron nada de comida. “La nevera estaba vacía”, recuerda el portero. Solo hallaron un bote de mermelada, ya vacío, y una pequeña botella de agua en su mesita de noche. Sospechan que gracias a eso pudo sobrevivir tal cantidad de días.

Cuando llegaron los sanitarios del 061 reconocieron que estaba vivo de milagro. Unas horas más y Thomas no lo habría contado. Fue trasladado inmediatamente al Hospital de Jerez, donde se sigue recuperando. En estos días, en el bloque nadie ha visto que alguien haya llegado al piso del anciano a recoger alguna de sus pertenencias, por lo que parece que ningún familiar se ha trasladado a Jerez para verlo. Fuentes policiales comentan a lavozdelsur.es que, desgraciadamente, casos como el de Thomas son bastante frecuentes. Ancianos que, por un motivo u otro, viven solos y no reciben visitas ni de familiares ni de amigos. Cualquier accidente casero puede ser mortal para ellos, aunque a veces no es necesario que esto ocurra, caso de Thomas. A veces la suerte acompaña, y alguien lo echa en falta a tiempo para que acuda la policía o bomberos y lo rescaten. Otras veces, sin embargo, es demasiado tarde. “Lo mismo el día que este hombre muera aparece alguien de su familia”, dice Juan. Palabras crueles, pero con un gran poso de realidad. 

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Jorge Miró

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