Explosión en Icovesa: “Si llega a estar en la casa sale disparado por la ventana”

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Herido un hombre de 51 años tras haber rociado insecticida en su cocina junto a una fuente de calor.

Un hombre de 51 años ha salvado la vida de milagro, después de que se produjera una explosión en su cocina. "Él estaba echando spray por toda la casa. Ha retirado la nevera y todo. Y al cerrar la puerta, mi madre le dijo a mi padre: Carlos, pon un trapo por debajo de la puerta para que no se escape el aire. Luego, fue cerrar la puerta y hacer boom”, relata la hija mayor del matrimonio. “Mi madre se dio la vuelta y vio a mi padre sangrando, con una brecha en la cabeza”, agrega. La vivienda afectada ha sido el segundo D del bloque 13 de la calle Catavino, en el barrio de Icovesa. Manuela López, vecina del segundo izquierda fue testigo del estruendo. “Yo estaba ahí sentada y de repente escuché una explosión. Salí y me vi al vecino aquí tirado”, dice, mientras señala al suelo del rellano. 

“Mi madre se dio la vuelta y vio a mi padre sangrando, con una brecha en la cabeza”

“Ellos se iban a la calle, pero echar el insecticida, que tiene gas, por detrás de la nevera, es lo que ha provocado la explosión, según dicen los bomberos”, comenta Laura, la hija de Manuela. “Al cerrar la ventana y la puerta… eso reventó”, murmura uno de los familiares del herido. El accidente ha ocurrido al mediodía. Familia y vecinos llamaron rápidamente a la Policía Local, a los bomberos y al 061, que trasladó al herido al Hospital. “Mi madre me ha llamado y me ha dicho que mi padre está bien, que le van a poner puntos en la cabeza y ya está”.“La desgracia que hubiese sido si coge a mi padre dentro", expresa compungida una de las hijas de la familia Vázquez Jaén. “Los bomberos dijeron que si llega a estar en la casa sale disparado por la ventana”, incide una de las vecinas. No es la primera vez que la familia rocía de insecticida la vivienda, ya que como ellos mismos informan, "estos bloques están repletos de cucarachas siempre". Escombros en la cocina, muebles rotos, un techo de escayola derrumbado, puertas arrancadas de cuajo por la onda expansiva... hasta un armario empotrado totalmente desplazado. “De la misma presión se ha rajado”, apunta una de las hijas. 

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