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Mientras todos los lunes y sábados los escolares rifeños izaban la bandera cantando el himno marroquí, ninguna otra región del país hacía tal gesto patriótico. Igual que durante el franquismo los niños debían cantar el Cara al sol con la mano alzada, los pequeños del Rif estaban obligados a mostrar su afecto a un Estado reinado por un monarca que los había bombardeado y humillado durante décadas. “Más patriotas y más nacionalistas que los rifeños, no hay en todo Marruecos. Somos los únicos que nos sabemos el himno nacional”, rie Said Allach Mouh. “Tienes que querer al Rey y nosotros no podemos quererlo”, murmura Milouda El Hankari. “No podemos porque mi abuela, en vez de contarme cuentos divertidos, me contaba lo que le había hecho al pueblo y a los familiares”, agrega ahora con fuerza proveniente de sus antepasados. Está en contra de la monarquía, pero ama a su pueblo y a su país.

En el Rif se libra una batalla en pos de los derechos humanos desde que el pasado octubre, Mohcen Fikri, un pescadero rifeño, fuese hallado triturado en un camión de la basura por obra de las fuerzas policiales del Estado. "Fue la gota que colmó el vaso". Dicen que el pueblo del Rif retiene mucha ira, pero Said prefiere llamarlo memoria colectiva: “A base de escuchar historias y más historias, te haces una idea de lo que es el poder, el gobierno central”.

"En Alhucemas —una de las ciudades más notables de la zona— hay más policías que ciudadanos", destaca Milouda. Desde que en 1958 Hassan II, príncipe por aquel entonces, declarara a la región del Rif como zona militarizada, la población rifeña solo tenía dos opciones: emigrar o pelear. No obstante, las dos voces protagonistas de esta historia escogieron ambas. Milouda El Hankari, originaria de Beni Bouayach —un pueblo cercano a Alhucemas— y residente en Cádiz, es licenciada en Sociología, fundadora del Foro Mujeres de Alhucemas y la segunda mujer de su pueblo —de unos 20.000 habitantes— en asistir a la universidad; y Said Allach Mouh, natural de Alhucemas y afincado en Algeciras, es licenciado en Traducción e Interpretación de Español y Árabe. Ambos luchan por su pueblo desde Europa, explicando el origen del conflicto y la legítima rebelión que viven sus compatriotas a diario. En este contexto, los dos han visitado Jerez con el objetivo de realizar una charla en la biblioteca Sebastián Oliva de la CNT local para profundizar y explicar el porqué de las recientes movilizaciones en el Rif.

"El gobierno está diciendo que somos separatistas y que nos está manejando desde fuera. Con ello, justifican la intervención policial y las detenciones", aclara Milouda. Si bien una de las reivindicaciones del pueblo del Rif es que la monarquía respete su idioma —el tarifit— y la identidad cultural y social de la región, no hay ningún punto que exiga la autodeterminación del Rif frente al Estado marroquí. Esta región, situada en la costa Norte de Marruecos, entre Ceuta y Melilla, es una zona montañosa que la monarquía abandonó, pero que a la vez oprimió, por varias razones. Primero, los rifeños tienen su propia idiosincrasia, un temperamento diferente, una lengua —que no es el árabe— y unas costumbres propias. Y segundo, fue donde se instauró la primera República (1921-1926). Por ello, "Rif siempre ha sido una zona abandonada y excluida de toda planificación. Ha sido reprimida, odiada y castigada en cuanto a la comunicación por carreteras. Nunca ha tenido muy buenas relaciones con la monarquía y siempre ha habido revueltas, jamás ha estado estable", expone la socióloga.

"Rif siempre ha sido una zona abandonada y excluida de toda planificación. Ha sido reprimida, odiada y castigada"

Como expresan ambos rifeños, su pueblo ha sufrido un tipo de violencia específico por parte de Hassan II, el padre del actual Rey Mohamed VI, con el fin de humillarlos, anularlos y someterlos. "Ha habido violaciones a niños, a mujeres, tortura, bombas, entraban en las casas y quemaban las cosechas… ", enumera Milouda, al tiempo en que Said relata un hecho que la historia oficial no recoge sobre aquel fatídico "Año de los Cascos" (1958) cuando el Rif fue invadido por los militares. "Ellos se subieron a las montañas en señal de protesta de que no querían nada con el gobierno central. Este les prometió que no iba a pasar nada para que bajasen, que la vida cotidiana tenía que seguir… Algunos bajaron, otros no, y los que descendieron fueron encarcelados o asesinados". El Rif no olvida, y ha desatado numerosas revueltas masivas en años anteriores, como en 1984 o en el 2012. Sin embargo, ninguna como la que hoy todavía continúa. El cruento asesinato de un vecino de Alhucemas ha desatado la llama para que el pueblo, más unido que nunca, salga a la calle a decir: "¡Basta, no podemos más!". 

"No hay hospitales ni universidades, ni centros de salud… Por el decreto ley de militarización, no se invierte allí. No hay fábricas, no hay nada. La única salida es emigrar", señala Milouda El Hankari, que salió de su país en 1998 y que regresa cada mes para cuidar a su madre, que padece Alzheimer y que carece de atención sanitaria. Ahora, cuando ella vuelve a su país siente que hay un retroceso de mentalidad. "En Alhucemas por ejemplo, hubo avances en cuanto a la libertad de la mujer y en otros temas sociales, pero los que han salido de Marruecos vuelven de Europa con la mentalidad de hace 40 años. No teníamos obligación de ponernos pañuelos en las aulas. En mi colegio la rara era la que vestía pañuelo, ahora es al revés, todas están tapadas", desvela. "Ha habido un retroceso en todo el mundo islámico hacia el islam radical. Creo que los medios de comunicación de Oriente Medio, como Al Jazeera, son los que han marcado cómo deben ser las cosas en el mundo islámico. No te hablo de un complot, pero es un hecho", enlaza Said, al tiempo en que Milouda dice: "Creo que Europa fue donde se germinó el tema del islamismo radical. Se han sentido que no son de ninguna parte y los Estados europeos no han podido integrar a esta gente, entonces se han quedado tan cerrados que su única salida ha sido atarse al islam, volverse radical… Si hubieran tenido la oportunidad de integrarse, las cosas no hubieran salido así…". 

Entre la imposición de una cultura y del árabe; los altos índices de paro por la deslocalización de las antiguas fábricas de hielo o de conservas de pescado y el trabajo precario en cultivos de hachís o en las breves jornadas de pesca, "el Rif iba a estallar por algún lado". Y el pueblo se agarró al asesinato de Mohcen Fikri para reivindicar los derechos sociales, los bienes básicos, que les han negado. Con el fallecimiento de Hassan II, su hijo Mohamed VI, quiso mejorar las relaciones con el Rif. “Lo primero que hizo fue visitar la zona, porque su padre jamás lo hizo". Empezaron a hacer algunas carreteras, desde Tetuán hasta Nador… Pero fueron suficientes para mejorar la comunicación. "Todo se ha hecho pensando en el turismo". Paseos marítimos y puertos deportivos en Alhucemas cuando en la ciudad no existe ni una fábrica. "La gente ha dicho ¡ya basta! Nunca hemos tenido nada. La gente no puede más y se ha unido. Mujeres, hombres, ancianos, niños… todo el mundo a la calle", indica uno de ellos.

Los casi diez meses de revueltas en plazas y playas de Alhucemas han dejado más de 200 detenidos cuando las concentraciones son totalmente pacíficas. Según relata Milouda, la madre de uno de los arrestados fue a visitarlo a la prisión de Okacha, en Casablanca. Empezó a hablar tarifit —el idioma materno del pueblo de Rif— y los carceleros le exigieron que hablase árabe para que ellos pudiesen escuchar la conversación. La mujer, que no sabía hablar árabe, se quedó mirando a su hijo sin poder procesar ninguna palabra y con lágrimas en los ojos en el tiempo que duró su visita. "Cuando el tarifit es un idioma oficial marroquí desde 2011", apunta la socióloga. "Dicen que somos ciudadanos de segunda, que somos catetos, que no sabemos hablar árabe...", agrega.

Pero el Rif no es la única región en pie de "guerra" por los derechos sociales. El Atlas también tiene movilizaciones diarias a cuenta de la sed. "Marruecos vive del agua del Atlas, riega la tierra con su agua y utiliza los bosques del Atlas, pero la gente del Atlas no tienen agua", sentencia Milouda. "Ni piedras, ni espada"; "Dignidad, libertad y justicia social", son algunos de los lemas que circulan por Alhucemas, junto con la mítica frase rescatada de hace décadas: "¿Sois un gobierno o una mafia?".

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Claudia González Romero

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