La premisa de Ocho apellidos vascos es el flechazo irremediable de un pijo patillero hacia una pura muchacha vasca. La historia de Lander Egaña (Bilbao, 1989) da para secuela taquillera. “Papá, me quiero dedicar al flamenco”, soltó un día en casa este joven del barrio de Txurdinaga. En el País Vasco, de profesiones señeras, hay pelotaris, cocineros o futbolistas. Casi era más probable que saliera de aquella casa un astronauta que un flamenco. “Pues nos vamos a Jerez”, contestó el padre, Iñaki, con una larguísima trayectoria en grupos míticos de los sesenta en adelante, como Los Bravos, Barrabás o Imán Califato Independiente, que le trajo un par de años a Jerez a finales de los 70.
Maizenita suena sincero, en una mesa del Tabanco Cruz Vieja y en un escenario. Su voz tiene alarde y rompe más allá de la anécdota de su carné de identidad. En 2012 obtuvo el primer premio del concurso de cante de la peña La Paquera. En 2013 el Torta le invitó al escenario y ha actuado varias veces con el sevillano Gualberto, padre del sitar flamenco. Este verano ha grabado un disco que verá la luz en cuestión de días. Toca todos los palos. Pero sin mezclar. Porque Lander, Maizenita, viene a hacer flamenco por derecho.
Respeto a todos, pero sí, se puede decir esa palabra, purista. Hago este flamenco porque es el que me transmite. Si quisiera hacer otro flamenco no vendría a Jerez. No quiero tirar por lo nuevo.
Fue juntándome con los gitanitos del barrio. Siempre hay alguien que se lleva la guitarra de fiesta… Me gustaba, pero me di cuenta de que allí no podía seguir aprendiendo y fue cuando dije en casa que quería intentarlo en serio.
Camarón es Camarón. Pero una vez que vienes aquí se te abre un abanico. Para un palo uno y para otro palo pues otro. Y vas haciéndolo tuyo. Me gustan muchos, decirte uno quedaría mal.
Lo de la tele fue una cosa que me llamaron, lo hice, y ya está, pero ni había visto la película (risas).
No he encontrado a nadie así, todo me ha salido bien. Que a lo mejor, no sé, por la espalda alguien puede comentar algo, pero creo que no.
Pues siempre intentando sacar actuaciones, escuchando a los que saben… Pero de clases nada. Al contrario, en la escuela de guitarra flamenca de José Ignacio Franco he ido alguna vez a que los chavales aprendan a acompañar el cante. Lo primero es los tabancos, claro, pero luego vas a certámenes, a peñas…
Pues sí, estamos muy contentos, gloria bendita con ellos. Está también a la guitarra Paco León, y a las palmas gente como José Rubichi y José Peña. Y una colaboración especial en el martinete de Gualberto y su sitar.
Pues no me gusta entrar en estas polémicas, pero sí te digo que ni me gustó el sitio ni que fuera gratis. El flamenco hay que valorarlo. Yo esto no lo manejo, pero creo que se puede hacer algo mejor. Esto es Jerez,joé, esto es la cuna del cante.
Fue una sorpresa en casa, pero no necesitaba que siguiera mis pasos"
El padre y representante de Maizenita fue también quien le dio nombre artístico. “No esperaba que siguiera mis pasos, pero dentro de no esperar nada, el flamenco fue una sorpresa”, explica. La trayectoria de Iñaki Egaña es la de grupos míticos de la escena del rock y del blues. Los Bravos, Barrabás… y en Jerez residió mientras hacía el bajo de Imán Califato Independiente. “Con este grupo hicimos incluso alguna colaboración con Lole y Manué“, pero la fusión en los sesenta y setenta no tenía el signficado que tenía hoy.
“En mi época ya estaban El Torta y el Capullo”, nombres que conoció en su estancia y por influencia de sus compañeros de Imán. Pero no por su trayectoria musical espera que Maizenita dé ningún paso en esa dirección, pues insiste en que es Lander el que dirige su obra. “Ahora es más fácil hacer canciones, la tecnología lo facilita… Pero dedicarse en serio es otra cosa. Y sacar un disco, venderlo… Las discográficas sólo sacan a los grandes”, explica. Para los jóvenes, pocos caminos más allá de la autoproducción… Y en el caso del flamenco, más aún.