Entre él y su compinche, una mujer que hacía funciones de vigilancia, suman 112. Fuentes policiales tranquilizan: "Acabará en prisión, todo se paga".
Robos con fuerza, agresiones, hurtos… El detenido por los últimos robos en comercios en el centro de Jerez pasó ayer a disposición judicial junto a su compinche, una mujer que hacía funciones de vigilancia. Tras declarar ambos ante el juez quedaron en libertad con cargos. Entre los dos se da la escalofriante cifra de 112 detenciones, 96 en el caso de él, 16 en el de ella.
“Nunca habíamos visto unos antecedentes como estos”, señalan a este medio fuentes policiales, que aseguran que en el caso del varón se puede hablar de un delincuente multi reincidente “sin ningún viso de reinserción”. El sujeto es un viejo conocido en ciudades como Sevilla, Huelva y Valencia, donde ya había ido forjando su perfil delictivo. El azar ha querido que ahora se haya establecido en Jerez, para desgracia de las fuerzas policiales, que además destacan su carácter “agresivo”. “Es de esos con los que te la puedes jugar al detenerle”, señalan estas fuentes.
El sujeto ha tenido en jaque a la Policía, sobre todo, porque usaba casas abandonadas del centro para esconderse tras sus fechorías, lo que dificultaba tanto su hallazgo como el de las piezas robadas. Sin embargo, la madrugada del pasado lunes se le pudo detener minutos después de que cometiera su último robo en los alrededores de la calle Larga, lo que permitió que diera a conocer que su último escondite había sido una casa abandonada de la calle Bizcocheros. Se desconoce si era su lugar habitual o si era uno más de otros posibles inmuebles abandonados.
A sus numerosísimas detenciones suma otras 60 requisitorias o resoluciones judiciales, tanto por orden de alejamiento a personas y lugares –caso este último, por ejemplo, de una ladrona que puso recientemente en alerta a todo el comercio de Sanlúcar- como por la prohibición de tener y portar armas blancas y de fuego, datos éstos que corroboran todavía más su perfil de delincuente habitual.
En cuanto al hecho de que no haya ingresado directamente en prisión, otras fuentes recuerdan que todo depende de la tipología penal del delito. “No es lo mismo entrar en una tienda amenazando con un arma, o entrar en una casa en la que se encuentren sus moradores que un robo rompiendo un cristal”, señalan otras fuentes, que no obstante recuerdan que “está acumulando una serie de delitos que le van a llevar a prisión en cuanto se celebren los juicios. Al final todo se paga”. En este caso, sus últimos golpes en el centro están tipificados como robos con fuerza, que están castigados en el Código Penal con penas de prisión de uno a tres años.
En cuanto a la detenida, de mayor edad que el varón, se desconoce si es pareja suya o una simple compinche. Lo que sí se sabe es que es otra vieja conocida de la Policía.
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