La idea era trasladar el centro sanitario de Madre de Dios, pero de los 454.000 euros de inversión previstos no ha llegado ni uno.
El panorama es desolador. Y lo peor es que no es nuevo. Apenas a unos 500 metros de la estación de tren, la entrada a la ciudad de muchos visitantes y turistas, el edificio de Díez-Mérito da una imagen de abandono y dejadez preocupante. Con la llegada de las altas temperaturas, raro es el año que no sale ardiendo el abundante pasto que acumula en su interior. La última vez, a principios de este mes de septiembre. No se sabe si intencionado o provocado por la incidencia del sol en algún cristal tirado en el patio de lo que fue la Escuela de Relaciones Laborales y Turismo.
Muy lejos está ahora de servir para nada que no sea para acumular basura y escombros. Las ventanas del edificio están rotas, las rejas oxidadas, los muros resquebrajados, las paredes llenas de grafitis y el interior de algunas habitaciones con latas, vasos de plástico y todo tipo de desperdicios, hasta alguna silla y tablas rotas. El techo no está mucho mejor, se cae a pedazos dejando ver algunos cables, fruto de los hurtos que ha sufrido el edificio.
“Esto arde todos los años, es una lástima, con la falta que hacía”, dice una vecina que pasea a su perro por las inmediaciones de las instalaciones que iban a ser un centro de salud. La idea era trasladar allí el que hay en Madre de Dios, en la calle Porvenir, pero desde que en 2007 los terrenos pasaran a manos de la Junta, tras cedérselos el Ayuntamiento, poco o nada se ha hecho en la zona. Del centro de salud y las oficinas centrales del distrito sanitario Jerez-Costa Noroeste, la unidad de Salud Mental y el punto de Urgencias que se suponía que iban a albergar las instalaciones, ahora sólo acoge matojos y basura. El Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) llegó a recoger el importe de la obra que se pretendía realizar, de unos 454.000 euros,
Pero nueve años después no ha llegado ni un euro para la puesta en valor de estos terrenos, que antes de centro universitario fue un casco bodeguero de la firma que da nombre al edificio, en el que las actuaciones, antes como propiedad municipal y desde 2007 cedida a la Junta, brillan por su ausencia. Si acaso se ha limpiado el solar en alguna ocasión, pero poco más. Cuando lleva tiempo sin limpiarse lo normal es que haya algún incendio de pasto, como el de este septiembre.
El vandalismo, por el momento, está dando una tregua, cuentan los vecinos, pero hace unos meses no era raro ver a jóvenes dentro del edificio, destrozando el poco mobiliario que puede haber y la instalaciones eléctrica. Hasta Madre Coraje, cuyas instalaciones colindaban con el edificio y era una de las mayores damnificadas del gamberrismo que sufría el edificio, decidió trasladarse a Guadalcacín. “Hubo una época que hasta entraron aquí para llevarse unos ordenadores”, contaba un trabajador de la ONG a este periódico hace unos meses. La Junta, por el momento, prioriza otros proyectos y no hay ni rastro de él en los presupuestos del ente autonómico desde que es el adjudicatario de los terrenos. ¿Hasta cuándo?
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