La ONG Voluntarios por otro mundo asiste a 17 adolescentes, pero no tiene capacidad para más y pide ayuda para apoyar a inmigrantes que son tutelados por la Junta hasta cumplir la mayoría de edad.
Moachim y Sofian estaban internos en el centro de menores de Villamartín pero a principios de febrero llegaron a la mayoría de edad, por lo tuvieron que abandonar las instalaciones. De estar un viernes matriculados en un instituto, uno cursando tercero y el otro cuarto de ESO, a verse el lunes en la calle. Sin nada. Por eso decidieron venir a Jerez, en busca de ayuda. Concretamente, la de Voluntarios por otro mundo, una ONG que se encarga de estos jóvenes extutelados por la Junta que se quedan desamparados al cumplir 18 años. Moachim y Sofian son solo dos de la decena de adolescentes, marroquíes y subsaharianos, que andan por Jerez sin un techo bajo el que cobijarse.
“El Hogar San Juan no los puede acoger y en el Albergue municipal no hay espacio, algunos van a dormir en sofás”, cuenta Michel Bustillo, delegado de la ONG en Jerez, que es quien les está prestando ayuda. Dos de ellos ya han cursado un traslado de matrícula para terminar el curso en el IES Francisco Romero Vargas, y Michel los acompañará al consulado para “poderlos documentar mínimamente”. El resto, dice Bustillo, “están malviviendo en casas abandonadas, van a comedores, están sin escolarizar…”, que añade: “Insisto en la vulnerabilidad de la edad. No es lo mismo estar así con 40 años que con 18”, reseña el delegado de Voluntarios por otro mundo, que cuenta que estos jóvenes, “en cuanto maduran se van al campo a trabajar, pero necesitan un mínimo de apoyo”. Por eso es muy crítico con las instituciones que, como la Junta de Andalucía, los “abandona” al llegar a la mayoría de edad. “Son muy vulnerables, los lobos se lo van a comer, hay que protegerlos”, añade.
En un piso de Vallesequillo II, cedido por las monjas de la congregación de los Sagrados Corazones, viven 17 jóvenes extutelados a los que la ONG da un techo y comida, y la posibilidad de tener un futuro mejor. “A pesar de ser muchos no dan problemas”, cuenta Bustillo, que organiza el día a día de una vivienda en la que ellos mismos deben autogestionarse para comer y mantenerlo todo en orden. Pero donde no hay capacidad para nadie más. Por eso Voluntarios por otro mundo está en contacto con los servicios sociales del Ayuntamiento, para buscarles un techo a estos jóvenes.
“Durante ola de frío se anunció que nadie iba a adormir en la calle, me parece muy bien, luego tienen que habituar el Albergue y que esté en condiciones, porque hay algunos chicos que van a dormir en sofás”, se queja Michel, que enumera los nombres de los jóvenes que siguen sin techo: Amine, Halid, Mohamed, Saib, Ayoud… Los más afortunados encontrarán hogar, el resto tendrá que seguir deambulando por la ciudad en busca de un refugio. “Este es su día a día”, dice resignado Michel. La situación no es nueva y la cifra de adolescentes fluctúa según la capacidad de las ONG para buscarles trabajo y la posibilidad de independizarse, pero Voluntarios por otro mundo vuelve a levantar la voz para denunciar la "injusticia" que sufren estos jóvenes.
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